Los chicos y padres de Gaza y su trauma permanente

El nivel de exposición al estrés en la Franja reveló a la Psiquiatría tierra nunca antes pisada: incluso la categoría de ‘trastorno por estrés post traumático’ (TEPT) queda chica ante una situación de «trauma permanente» que combina guerra, pobreza, encierro y una falta de acceso duradero a las fuentes de ayuda.

Quince años de explosiones, de muertes de familiares y amigos, de golpes continuos que van desde las realidades diarias de la ocupación o el bloqueo a tres ofensivas israelíes desde 2008, han hecho mella en la salud mental de los gazatíes, y los chicos, las personas más vulnerables, se han llevado la peor parte.
«Aquí en Gaza estamos hablando de una situación crónica, de un multitrauma; aquí no hay un trastorno por estrés ‘post’ traumático, sino un trauma permanente», dijo a Télam el doctor Hasan Zeyada, director del Centro de Salud Mental Comunitario de Gaza (GMHCC), durante una reciente entrevista en Ciudad de Gaza.
Los niños empiezan a formar sus recuerdos a los tres años, así que cualquier gazatí de 18 ya tiene memorias completas de haber vivido en carne propia la ocupación y la segunda Intifada, la batalla Hamas-Fatah de 2007, la claustrofobia del bloqueo y, sobre todo, los bombardeos israelíes de 2008-2009, 2012 y 2014.
Muerte y destrucción; pesadillas y terror nocturno, insomnio, aferramiento a la madre, miedo al trueno, a morir, a estar solo, inseguridad, ataques de ira y dificultad para concentrarse son realidades y sensaciones que todos los chicos de Gaza -los que han sobrevivido- han experimentado como mínimo una vez en la vida.
La última ofensiva israelí fue particularmente devastadora: dejó más de 2.100 palestinos muertos, incluyendo a más de 500 niños, y más de 10.000 heridos, la gran mayoría civiles, según la ONU. Setenta y dos israelíes murieron y más de 550 fueron heridos, en su mayoría soldados, en el mismo periodo de 51 días.
Su efecto psicológico en Gaza aún está en estudio, pero se estima que el porcentaje de la población con síntomas de TEPT trepó hasta un 45% después de la campaña, subiendo un 50% respecto del 30% documentado en la última investigación del GMHCC, tras la anterior ofensiva de 2012, dijo el doctor Zeyada.
En comparación con ese 45%, la prevalencia del TEPT a nivel mundial es de un 8% como promedio, y entre los soldados estadounidenses que combatieron en Vietnam, por ejemplo, llegó al 15%.
Aunque también resta saber en qué proporción se vieron afectados los niños durante los bombardeos de 2014, una investigación del GMHCC hecha durante la ofensiva de 2008-2009 (22 días, unos 1.200 palestinos muertos- halló que el 98,3% de los chicos tenía TEPT (severa en el 61%, moderada en un 29% y leve en un 7%).
Más tarde, al término de la campaña de 2012 -ocho días, 133 palestinos muertos- otra investigación de UNICEF arrojó que un 83% de los niños dijo que su casa fue dañada o destruida y un 14% que había resultado herido. Además, un 46% había presenciado entre cuatro y cinco eventos de violencia.
Entre el 97 y 76% de los chicos reportó aferramiento a los padres, trastornos del sueño, llorar más que antes, dolores y malestares, sensación de inseguridad, dificultad para concentrarse, sentimientos de ira, nerviosismo extremo y miedo a los ruidos fuertes, entre otros síntomas físicos y emocionales.
Entre los adultos de Gaza, el cuadro del TEPT se vuelve más florido, con recuerdos intrusivos de la experiencia traumática (imágenes mentales, emociones o pensamientos), hipervigilancia, desconexión emocional, trastornos de personalidad y síntomas somáticos, sobre todo dolores, explicó Zeyada.
Además, sin ser, propiamente, experiencias traumáticas susceptibles de causar TEPT, el desempleo rampante y la pobreza, la incapacidad de proveer a los hijos el alimento diario predispone a la depresión y, todo junto, crea un cóctel vicioso y un ambiente nada propicio para la recuperación de los chicos traumatizados.
Y aunque es verdad que en Gaza existe ya una comunidad de profesionales de la salud mental sólidamente formada y una red de acceso a la asistencia psicológica, no es menos cierto que, muy a menudo, todos esos recursos humanos y materiales se ven desbordados o resultan paralizadas por cuestiones de fuerza mayor.
El GMHCC no operó durante los 51 días de la ofensiva de 2014, y recién reabrió un mes después del alto el fuego del 26 de agosto.
Otro escollo que se ha interpuesto entre el GMHCC y aquellos que se han visto afectados por el conflicto y necesitan un sostén psicológico ha sido el estigma, que lentamente ha ido amainando en la sociedad de la región, en torno al paciente mental y al trabajo del psiquiatra.
Finalmente, los propios profesionales de la salud mental no están exentos de los traumas.
Seis miembros de la familia del doctor Zayada murieron en un bombardeo israelí el 20 de julio de 2014, mientras que el anterior director del GMHCC, Yasser Abu Jamei, perdió a 28 parientes en otro ataque israelí que destruyó su casa de tres pisos.
«Somos víctimas que tratamos de ayudar a víctimas», dijo Zeyada.
El doctor mencionó algunas medidas que deberían tomarse para enfrentar y solucionar esta emergencia psicológica, esta catástrofe en ciernes.
Primero, los chicos y adultos con TEPT deben ser tratados, para lo cual equipos de psiquiatras, psicólogos y asistentes sociales del GMHCC visitan a familias afectadas, además de jardines de infantes y escuelas para hablar con las maestras de los problemas que notan en los niños.
Como parte de este programa de vinculación con la sociedad, el GMHCC también realiza eventos públicos de concientización social sobre los problemas psicológicos de chicos y adultos y campañas en los medios de prensa locales, y provee de una línea gratuita para contactarse en busca de asistencia, explicó Zeyada.
La otra pata de la solución, de una solución a mayor plazo, es la política, dijo el doctor, el fin de los bombardeos y ofensivas y el levantamiento del bloqueo de Egipto e Israel, porque está bien demostrado que la ausencia de disparadores del trauma y la paz y tranquilidad son indispensables para recuperarse del TEPT.

Y los chicos de Gaza, advirtió Zeyada, ya no soportan más.

«Es toda una generación que percibirá su mundo como inseguro, que ya tiene experiencias de amenazas, muerte, demoliciones, abandonar casas, del sonido de los aviones, de los cohetes: son chicos que fácilmente estarán llenos de bronca, y que explotarán con facilidad si llegaran a enfrentar más frustración”, subrayó.

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