Rafecas corre serios riesgos de sumar un cuarto fracaso a su carrera

Como se esperaba, el fiscal Gerardo Pollicita apeló el resolutorio del juez federal Daniel Rafecas que desestimó la denuncia que en su momento presentara el fiscal Alberto Nisman. El gobierno descalificó al fiscal en los días siguientes y también después de producirse su muerte violenta lo siguió descalificando aún más. De esta tarea participaron los juristas Eugenio Zaffaroni, León Arslanián, Julio Maier y Luis Moreno Ocampo. Ellos, con sus opiniones, quisieron influir sobre Pollicita para que no ratificara la denuncia de Nisman. Pero éste no se amilanó y la ratificó. Las gestiones se dirigieron entonces a Rafecas quien, como se sabe, desestimó la denuncia mientras que el flamante jefe de gabinete Aníbal Fernández prácticamente amenazó a Pollicita que igual apeló nuevamente. Rafecas podía no aceptar la apelación y entonces el fiscal podía recurrir en queja a la Cámara Federal pero finalmente aceptó elevar el recurso.

Una colección de fracasos

Pollicita pidió entonces la revocatoria de la decisión de Rafecas por considerarla un desistimiento prematuro, porque no diligenció las pruebas para decidir si hubo delito de encubrimiento o no. Desde el punto de vista del fiscal, la sola firma del Memorándum constituyó un principio de ejecución del delito de encubrimiento en tanto que Rafecas opinó que sólo se trató de un acto preparatorio y que sólo en el caso de un principio de ejecución se configuraría el delito de encubrimiento. En realidad, debe considerarse que sólo con probar que hubo intención de beneficiar la situación procesal de los imputados iraníes se produjo el encubrimiento, porque la firma del Memorándum de Entendimiento es el elemento subjetivo y mediante el diligenciamiento de pruebas se podría probar el dolo, es decir, el elemento subjetivo. Todo esto independientemente de que no se lograra el objetivo.

Saliendo de estas disquisiciones jurídicas, cabe señalar que si se revoca la sentencia de Rafecas, ésta sería la cuarta vez que es descalificado por sus pares o superiores. La primera vez se produjo cuando le dio libertad domiciliaria a dos narcos serbios que participaron en el operativo Viñas Blancas y que hicieron una fastuosa fiesta de casamiento en el hotel Four Seasons. En esa ocasión, la jueza María Servini de Cubría revocó la prisión domiciliaria; la segunda vez fue el caso Ciccone, en el cual el juez intercambió fluidamente mensajes de texto con el abogado de Amado Boudou. La tercera se dio cuando un tribunal oral federal declaró la inocencia del ex presidente Fernando de la Rúa y siete senadores más en la causa de los sobornos en el Senado y además criticó seriamente a Rafecas. Ahora el fiscal federal de cámara Germán Moldes no perderá la oportunidad de destrozarlo aún más y finalmente decidirá una sala -a sortearse- de la Cámara Federal.
Guillermo Cherashny
informadorpublico.com