Se escapaba de su casa para ir a la cancha y soñaba con jugar en Boca y festejar como Manteca o Bati. A los 29, le llegó la hora: Osvaldo será titular el jueves contra Wanderers, por la Copa.
Lo soñó toda la vida. Acá y allá. Dormido y despierto. La Bombonera llena, el escudo en el pecho, su familia en la tribuna y la voz del estadio estirando la última vocal de su apellido hasta fundirse con el aplauso de los hinchas. Pablo Daniel Osvaldo ya no tendrá que referirse en potencial a su tan esperado debut con la camiseta de Boca. Tampoco se lamentará más por aquel ingreso fallido en el Beranger, donde la expulsión de Orion lo privó de jugar sus primeros minutos en el club de sus amores. La nueva estrella tendrá un estreno a todo trapo, tal y cómo lo anheló desde que tiene uso de razón. O desde que se escapaba de su casa en Monte Chingolo, frente al picante barrio El Ceibo, con Chicho o Ariel para ver a Boca desde la tribuna de socios. El 100 hasta Constitución y el 168. Será mañana, noche de Copa Libertadores, en el estadio en el que paradójicamente gritó más goles que en cualquier otro.
En la práctica de ayer por la mañana en Casa Amarilla, Arruabarrena paró el equipo que se perfila para recibir a Montevideo Wanderers por el segundo partido del grupo 5, y si bien probó variantes en todas las líneas y recién hoy confirmará los 11, el Loco se movió la mayor parte del tiempo con remera amarilla que vestían los titulares. Gigliotti, que venía de jugar desde el arranque ante Palestino por la suspensión de Calleri y se había quedado afuera de los concentrados ante el Gasolero, ingresó unos minutos y formó dupla con Martínez, que ni siquiera irá al banco. ¿Es necesario más pistas? “Estoy muy nervioso y ansioso, es muy especial para mi este momento. Espero que cuando empiece el partido vuelva todo a la normalidad. Quiero jugar porque hace dos meses que no entro a la cancha. La verdad es que no aguanto más. Quiero ver si me la banco en la Bombonera”, dijo en TyC Sports el 23, quien también le había confiado a Olé : “Cuando se cerró todo le dije a Tevez: ‘Amigo, ahora dame un consejo que estoy todo cagado, voy a jugar en la Bombonera’. Todo en chiste, con buena onda”.
Osvaldo, que ayer confirmó que comprará un palco porque “en casa somos muchos y quieren venir”, se ganó el puesto sin jugar ni siquiera un minuto. Sólo fue al banco contra Temperley y apenas si participó de unos reducidos en las doce prácticas que lleva en el plantel. Sin embargo, el técnico lo notó muy enchufado en los últimos entrenamientos (el lunes metió dos golazos) y, sumado al flojo presente del Puma, resolvió tirarlo a la cancha en la primera noche de Copa en la Bombonera.
Pese a haber llegado con más de un mes de inactividad, al ex Huracán, Inter y Juventus le llevó sólo dos semanas ponerse a punto. Se movió un día de manera diferenciada 24 horas después de firmar su contrato a préstamo por seis meses y enseguida quedó a disposición del Vasco. “¿Si va de titular? Veremos, todavía falta mucho”, había dicho Arruabarrena tras la victoria en el Sur, aunque antes del viaje a Santiago ya tenía casi resuelto el asunto.
Más allá del carácter impulsivo que se le conoció en sus diez años de carrera en Europa, y que en cierto punto preocupaba al DT, DaniStone25 entró bárbaro al grupo. Festejó los goles de Martínez y Calleri como un hincha más y en los trabajos con pelota ya empezó a demostrar por qué el Southampton lo tasó en 19 millones de euros (unos 25 millones de dólares) en el 2014. Ayer tiró un taquito en un loco y, ya en el ensayo, volvió a mostrarse inspirado: se movió como única referencia de área, con Lodeiro por detrás y Palacios y Chávez por las bandas, pero también bajó unos metros a armar juego. “Si tengo la suerte de meter un gol, va a ser el más importante de todos”, se había ilusionado el punta de 29 años y 185 centímetros que no convierte desde el 30/11, jugando para el Inter, en la caída 4-2 ante la Roma en el Olímpico. Y ahora va por su primer grito con la de Boca, “festejarlo trepado al alambrado como el Manteca Martínez”. Lo soñó toda la vida. Ahora más despierto que dormido.
Fuente: Olé