Alertan sobre el riesgo de «vivir a dieta»

Seguir un régimen de lunes a jueves y perder el control los fines de semana hace que nunca se alcance el objetivo deseado. Esa conducta ya se ha incluido en la lista de trastornos alimentarios como «el mal del dietante crónico». Los especialias señalan al estrés y a los problemas de autoestima como los factores desencadenantes

Quién no dijo alguna vez: el lunes empiezo la dieta? Seguramente todos comenzamos la dieta ese día y la abandonamos el viernes. Pero lo que no sabemos es que ese hábito puede desencadenar una nueva patología alimentaria: la dieta crónica.
Sobre ese punto, Claudia Durán, médica especialista en Nutrición, explica que “en general, son personas con un ligero sobrepeso o peso normal, pero con tendencia al sobrepeso, que han mantenido unos hábitos alimentarios inadecuados durante años y que, además, mantienen una preocupación de fondo por la figura y el peso que les lleva a estar durante largo períodos de su vida empezando y abandonando dietas, en búsqueda infructuosa de un objetivo que rara vez son capaces de mantener”.
La especialista agrega que el problema de fondo generalmente radica en que se trata de personas que están tratando de desarrollar sobre la alimentacion un dominio que les falta en otros aspectos de su vida.
Esta patología es bastante común y las cifras son alarmantes. Tan sólo en nuestro país, entre el 25 y 30 por ciento de la población padece este trastorno y, entre las jóvenes universitarias, las cifras rondan el 50 por ciento.
“Además, ahora también estamos tratando a niñas de entre 9 y 11 años, y a mujeres desde los 40. Una de las contradicciones de los dietantes crónicos reside en que no suelen ser capaces de seguir esta conducta todos los días de la semana. De hecho, lo normal es que la dieta la hagan de lunes a jueves y el fin de semana no sólo se lo salten, sino que, además, ingieran grandes cantidades de comida”, añade Durán.
Respecto de la conducta alimenticia, afirma que “más que una regularidad semanal, suelen seguir una evolución fluctuante, en la que se alternan períodos de dieta con otros de ingesta descontrolada de alimentos”.
Obviamente, esta conducta conducirá a un incremento de peso o recuperación del que había perdido, siendo el inicio del problema. El hecho de perder el control los fines de semana se explica en un doble juego, porque entre semana es más fácil, por el ritmo diario, hacer dieta, mientras que de viernes a domingo la abandonan y así evitan que los que están a su alrededor se preocupen”.
Y es precisamente ahí, en esa obsesión por tenerlo todo controlado, que el dietante crónico llega a ser un gran conocedor, muchas veces erróneo, del mundo de la nutrición. “Suelen informarse a través de internet y, aunque sí es cierto que poseen un conocimiento exhaustivo de cuántas calorías tienen los alimentos y cuánto ejercicio deben hacer para quemarlas, también están llenos de muchas creencias equivocadas como, por ejemplo, la combinación de alimentos que, en muchas ocasiones, lleva a nutrirse mal; asimismo, no es de extrañar, que los pacientes con algún desorden alimentario sepan mucho de nutrición, lo que no quiere decir que ese perfil sea necesariamente patológico, porque en el caso de estas personas tienden a compensar los malos y poco saludables hábitos con productos light o dietéticos que de nada sirven si no son constantes”, precisa la experta.
El tratamiento
Los cánones de belleza establecidos pueden convertirse en el mejor caldo de cultivo para fomentar a los dietantes crónicos, pero el estrés y los problemas de autoestima son también la causa del problema. “Las personas, en mayor o en menor medida, nos alimentamos siguiendo un poco al estómago y mucho a las emociones y a los sentimientos. En ocasiones, la conducta está muy ligada al hecho de que cuando la persona se encuentra baja en su estima, o emocionalmente insatisfecha, puede ver en la dieta la forma de encontrar la solución de sus problemas”.
Otra razón de peso son los cambios importantes de la vida (laborales, sentimentales, académicos), que pueden desencadenar o agravar conductas de este tipo.
Al igual que sucede con la mayoría de los trastornos alimentarios, resulta difícil para los especialistas llegar a tiempo al tratamiento. De hecho, extender esta conducta en el tiempo implica un riesgo más elevado de padecer otro tipo de trastornos como anorexia, bulimia o trastorno por atracón. También, se pueden dar complicaciones médicas propias de las dietas estrictas y problemas nutricionales, además de situaciones depresivas y de ansiedad.
A la hora de solucionar este problema, los médicos aseguran que en primer lugar hay que abordar los conflictos emocionales que subyacen y, después, cambiar los pensamientos erróneos sobre la alimentación. Es decir, afrontar el problema más allá del cuerpo y centrar los objetivos en mejorar la autoestima. “Todo ello acompañado de un asesoramiento nutricional, que permita cambiar pensamientos erróneos sobre la alimentación y adquirir hábitos de vida saludables”, concluye Durán.

Síndrome Urémico Hemolítico, un peligro del verano

Todos los veranos, las autoridades sanitaras vuelven a alertar sobre el peligroso Síndrome Urémico Hemolítico(SUH), enfermedad que en los niños pequeños puede ser mortal.
El SUH se contrae por una bacteria que ingresa al organismo por ingestión de alimentos contaminados, mal cocidos, aguas contaminadas o de persona a persona.
Una de las formas de prevenirla es respetar la cadena de frío de las carnes y los lácteos, mantener una correcta higiene de manos y cocinar bien los alimentos, en especial las carnes.
Una vez que se cocina el alimento, consumirlo pronto. Si se guarda en la heladera, antes de consumirlo llevarlo a temperaturas de, como mínimo, 70 grados.

Fuente: Diario Hoy