Luis Salinas: del tango al latín jazz en un nuevo ciclo en San Telmo

El guitarrista inauguró un ciclo de conciertos en el Centro Cultural Torquato Tasso en el que refrendó su habilidad para desplazarse con idéntica naturalidad entre lenguajes y tradiciones en apariencia distantes, con un manifesto sentido de libertad estética que, sin embargo, en nada violenta las rítmicas sedimentadas de cada género.

Con esa ecuación, Salinas se presentó el viernes en formato de trío para un repertorio de tangos y, el sábado, con tímbrica de cuarteto que incorporó percusión, vientos y piano (eventualmente también el bajo).

El ciclo continuará el viernes 27 y sábado 28 con otros laderos para un desenlace bajo la atmósfera del latin jazz.

«Hubo un tiempo en que cuando dejaba de tocar al mango para interpretar una zamba había una parte del público que se paraba y se iba. Pero hoy el público acepta mi libertad», reflexionó Salinas, en diálogo con Télam, antes del concierto.

Si aquello alguna vez fue cierto, anoche en el Tasso el guitarrista de Monte Grande no dio esa posibilidad: la noche comenzó con un set de guitarra solista que enhebró la línea melódica de diferentes obras de la tradición folclórica y que se inauguró con la zamba «La tristecita» (Ariel Ramírez), con un fraseo que demoraba la pregunta musical y apuraba su respuesta.

Nada parece haber en Salinas, si del modo de tocar la guitarra se trata, de la sonoridad singular que Atahualpa Yupanqui conseguía con aquella zamba. Y sin embargo tampoco hay tensión ni ruptura entre esas escuelas.

«Yupanqui, como (Roberto) Grela, necesitaban apenas dos notas para presentarte un paisaje musical. Pocos pudieron hacer eso», aseguró Salinas.

La melodía de «La tristecita» se confunde con varias composiciones hasta que, en la misma línea (también Ariel Ramírez) aparece «Alfonsina y el mar», emblema del repertorio del guistarrista.

«Con Alfonsina improviso sobre la melodía. Si improvisás sobre los acordes podés terminar en cualquier lado y eso es para el lucimiento personal del músico. Hay que resistir esa tentación», apuntó.

La noche continuó en formato de cuarteto con Amílcar Ábalos (percusión), Víctor Carrión (vientos), Juancho Farías Gómez (piano/bajo) y, la pieza esencial en ese esquema, la guitarra de Jorge Giuliano.

Es el enorme oficio de género de Giuliano (Mercedes Sosa, Teresa Parodi, Suna Rocha), con un instrumento de acompañamiento capaz de ajustarse o despegarse de la rigidez de la forma, según requiera la formación, el que habilita a Salinas a improvisar y liberar la mano izquierda de su propio instrumento.

Ese ejercicio determinó todo el programa, que también entregó otros matices como el registro vocal en la «Zamba triste» (Hugo Díaz y Ariel Petrocelli) o los climas más crudos de agitación con palmas de chacarera. Al final, sin embargo, reapareció el temperamento moroso de Yupanqui con «Yo tengo tantos hermanos».

«Algunos cuando hablan de mí dicen que toco todo, pero no es así. Toco aquello para lo que siento que fui ´’autorizado'», explicó Salinas en implícita referencia a su recorrido por los escenarios, que incluyó noches compartidas con Horacio Salgán, Mecedes Sosa, B.B King y Dino Saluzzi, entre más.

El ciclo continuará el próximo viernes y sábado en el Tasso (Defensa 1575, desde las 21.30) con José Reinoso (piano), Martín Ibarburu (batería y percusión), Esteban Martínez Prieto -viernes- y Jorge Oss -sábado- (bajo) y Juan Salinas (guitarra).

Fuente: www.telam.com.ar