En apenas un par de meses el DT le dio a River dos torneos internacionales; anoche confió en su grupo y ahuyentó los fantasmas que se instalaron por las caídas en los clásicos ante Boca.
Es cuestión de comprender que en este universo tan histérico de la pelota, nada mejor para curar heridas que los éxitos deportivos. Muchas veces no importan las formas, sólo alcanzar el objetivo. Si dentro de ese escenario se esgrimen buenos argumentos para llegar a lo pretendido, mucho mejor. Por eso la coronación es un licor que sabe bien para cualquiera. Las marcas del pasado reciente pierden peso y todo se acomoda. Marcelo Gallardo siente que se vuelven a alinear los planetas y ya disfruta, con esta Recopa, de su segundo título en River, el tercero como DT (fue campeón del torneo uruguayo en 2012 con Nacional). Y no es un detalle menor la obtención de esta Recopa para un técnico que arrancó el 2015 y tuvo que soportar algunas miradas extrañas por rendimientos de su equipo que no respondían a lo que había mostrado en 2014.
La figura de Barovero se multiplicó y la imagen de Sánchez le dio el gol de la coronación, pero la estampa de Gallardo, como autor intelectual de este proceso, se potencia. Porque cuando algunos pensaron que aquel duro traspié de verano con Boca (0-5 en Mendoza), ponía bajo la lupa su capacidad para conducir y no se comprendía el por qué de sostener algunos futbolistas, anoche en el Nuevo Gasómetro se ahuyentaron todos los fantasmas que podían sobrevolar ante una hipotética derrota. Es, por cierto, una consagración que llega en un momento perfecto, porque el próximo jueves comenzará la aventura continental, ante San José, en la altura de Oruro. Y está claro que la Copa Libertadores es una obsesión para todos en River.
Es también para Gallardo esta Recopa un elemento más para tratar demostrar que su equipo, ese que mostró en 2014 grandes momentos de juego, anoche no encontró su mejor versión, pero sí tuvo el temperamento necesario. El DT se la jugó fuerte con algunos jugadores que eran cuestionados tras los clásicos con Boca. Fue el DT quien entendió que Sánchez tenía que seguir como titular y el uruguayo le dio los dos goles en la serie. Y también comprendió que Barovero debía absorber la responsabilidad de ser el hombre de experiencia dentro del campo y también le dio la razón.
Gallardo disfrutó de otro título en River en apenas un puñado de meses, pero mucho más saborea que esa impronta que distinguió a su equipo en 2014…, está de vuelta.
Fuente: Cancha Llena