Caídas las primeras elecciones del técnico, el club trajo jugadores que aparecían como plan B o hasta C
MAR DEL PLATA.- Para Boca , los mercados de pases son sinónimos de complicaciones, de negociaciones que se transforman en novelas y gestiones, muchas, en vano. Si hace seis meses la dirigencia invirtió US$ 11 millones en desequilibrio (jugadores de la mitad de la cancha hacia adelante), ahora lleva gastados US$ 5 millones en seguridad (futbolistas llamados a reconstruir la defensa, la línea que más problemas le causó al Vasco Arruabarrena ). Total: US$ 16 millones en un semestre. Toda una fortuna. Y no terminó aún…
Nombre por nombre, el actual mercado de pases parece ser todavía más gris que el anterior, cuando Carlos Bianchi decidía los apellidos de los futbolistas que le interesaban. Ninguno de los jugadores que arribaron ahora para reforzar al equipo xeneize era el plan A. Incluso, pocos de ellos llegan con rodaje. Y todos lo hacen a cambio de inversiones significativas.
Vale la pena revisar los nombres originales. El candidato a vestir la camiseta número 3 y jugar en el lateral izquierdo era Milton Casco, de Newell’s. Las dirigencias no se pusieron de acuerdo con la cotización del ex Gimnasia y el pase se cayó. El segundo nombre era Nicolás Tagliafico (Banfield). Desde el sur bonaerense pidieron dos millones de dólares por la mitad del pase. Boca se estiró hasta 1,5 millones por ese 50%. No hubo acuerdo, aunque en el club son optimistas y creen que la negociación no está del todo caída. El tercer candidato era el chileno Eugenio Mena (Santos, de Brasil). Como sus representantes son los mismos que manejan a José Pedro Fuenzalida, se pensó que la transferencia podía cerrarse. También se cayó. El que terminó aterrizando para defender por la izquierda es un viejo conocido de los xeneizes: Luciano Monzón. El lateral arribará procedente de Catania (Italia), a préstamo con cargo: alrededor de US$ 231.000 por un año. Monzón lleva jugados 16 partidos en la Serie B italiana, con una expulsión.
En el centro de la defensa están los mayores dolores de cabeza. Arruabarrena y Diego Markic, su ayudante de campo, pensaban contar en la zaga con Lucas Orban (Valencia)-Fernando Tobio (Palmeiras). El primero se destapó en el fútbol español, por lo que su cotización subió como la espuma. Boca acordó el contrato con el segundo (el ex futbolista de Vélez aceptó ganar aquí menos dinero que en Brasil) y el club llegó a ofrecer US$ 3 millones por la mitad de su ficha, pero Palmeiras desistió de la operación. El uruguayo Alexis Rolín (Catania) y el argentino Marco Torsiglieri (Metalist, de Ucrania) eran los planes B y fueron quienes llegaron. Rolín lo hizo lesionado: se recupera de un desgarro, y en la revisión médica se le encontró un problema en el tobillo, que le demandará otras tres semanas para ponerse a punto. El zaguero charrúa llega a la Bombonera con apenas 306 minutos de fútbol con la camiseta de Catania y a cambio de 500.000 euros. Su opción es prohibitiva: cuatro millones de la misma moneda, según la prensa italiana.
Marco Torsiglieri, formado en Vélez, recala en la Boca con algo más de minutos. Disputó 14 partidos con la camiseta de Metalist, de Ucrania, club que se desmembró luego de la crisis política que azota a ese país. Entre la cesión y el contrato, la llegada de Torsiglieri orilla el millón de dólares.
El lateral derecho de la defensa también entrañó dificultades. El elegido para esa zona era Matías Rodríguez, de Gremio de Porto Alegre, cuyo pase pertenece a Sampdoria, de Italia. Cuando la operación parecía cerca de cerrarse, el futbolista terminó quedándose en Brasil. Forzado por las circunstancias (Boca fue humillado en esta ciudad por Racing, el último campeón, que lo goleó 4-1), el presidente Daniel Angelici aceptó pagar 3 millones de euros más el pase de Gonzalo Escalante por el hombre que figuraba en segundo lugar para jugar de 4: Gino Peruzzi, ex Vélez. El lateral de 22 años llega con 1000 minutos de fútbol con Catania, distribuidos en 12 partidos (11 de Serie B y uno de Copa Italia). «Tarde, pero llegó», se esperanzaron cerca del cuerpo técnico. También desembarcó un organizador de juego, Pablo Pérez, que hacía seis meses que no jugaba en su club, Málaga. Y una apuesta ofensiva llamada Cristian Pavón, que despuntó en Talleres de Córdoba y jugó seis meses cedido en Colón de Santa Fe. Además, se trajo al arquero Guillermo Sara en condición de libre (su última temporada la jugó en Betis, de España).
El total invertido en la defensa supera los cinco millones de dólares. La cifra, inalcanzable para la mayoría de sus rivales, se sostiene en la urgencia. Los dirigentes tenían que darle una respuesta al pedido de refuerzos del entrenador. Y también debieron ceder ante los requisitos de los hinchas. Ni los dirigentes ni los futbolistas ni el plantel soportarían otro año de sequía. Ver cómo los demás clubes grandes suman medallas y trofeos en sus vitrinas es una cachetada demasiado grande para miles de simpatizantes que, hasta no hace mucho, se habían acostumbrado a ganar todo. Boca paga en oro su necesidad de jerarquía. Es el precio de la urgencia.

Fuente: La Nacion