Después de 15 años sin novedades terapéuticas, la ANMAT acaba de aprobar el uso de bevacizumab en combinación con quimioterapia. Gracias a métodos de diagnóstico como el test COBAS 4800, que detectan la presencia del VPH a nivel molecular, se consigue determinar cada vez más precozmente el riesgo de desarrollar la enfermedad y así evitar las fases más avanzadas.
Análisis Digital
En la Argentina, el cáncer de cuello de útero (CCU) es la segunda causa de muerte por una enfermedad oncológica en mujeres y, según datos del Instituto Nacional del Cáncer (INC), en nuestro país se realizan 4.900 diagnósticos nuevos anuales y mueren unas 2 mil mujeres al año debido a la enfermedad. Más del 99 % de los casos están relacionados a infecciones genitales por el virus del papiloma humano (VPH).
En este contexto, se presentaron dos novedades: por un lado, la disponibilidad de cada vez mejores métodos de diagnóstico (como el test COBAS 4800), que gracias a identificar el ADN de VPH permiten actuar mucho antes de que se declare la enfermedad; y la aprobación en la Argentina del uso de bevacizumab en combinación con quimioterapia para tratar a pacientes con CCU recurrente, persistente o avanzado.
Se estima que esta primera innovación terapéutica en 15 años para este grupo de pacientes tendrá un gran impacto, si se tiene en cuenta que antes de esta nueva indicación de bevacizumab las mujeres con enfermedad avanzada tenían pocas opciones de tratamiento y una sobrevida de 1 año o menos.
“Para Argentina es una muy buena noticia, ya que en nuestro país la incidencia de cáncer de cuello uterino es aún alta, especialmente en áreas menos favorecidas”, se entusiasma el doctor Juan José Zarba, profesor adjunto de Oncología en la Facultad de Medicina, de la Universidad Nacional de Tucumán.
Bevacizumab es una terapia biológica denominada “anti-angiogénica”, que inhibe el suministro de sangre o “alimento” al tumor para que siga creciendo. Desde hace más de 10 años se viene utilizando para tratar diferentes tipos de cáncer, y más de un millón de pacientes en el mundo ya fueron tratados con este anticuerpo monoclonal.
Existen más de 100 tipos diferentes de VPH y cerca de 30-40 de ellos afectan al área genital. Si bien las infecciones por VPH suelen resolverse espontáneamente, eliminando el virus (se estima que afectará aproximadamente entre el 75 % y 80 % de los varones y mujeres en algún momento de sus vidas, aunque muchos ni se enterarán), hay personas en las que esto no ocurre y el VPH–que se contagia mediante cualquier actividad que involucre contacto sexual– puede causar consecuencias graves como CCU.
Los tipos 16 y 18 del virus provocan alrededor del 70 % de los casos de cáncer de cuello de útero y vaginal, mientras que los tipos 6 y 11 provocan aproximadamente el 90 % de los casos de verrugas genitales en ambos sexos, así como las lesiones cervicouterinas y genitales de bajo grado y/o un papanicolau (Pap) anormal.
Al principio, el cáncer de cuello uterino puede no presentar signos ni síntomas, pero cuando ya está avanzado suele provocar sangrado o secreciones vaginales anormales. En la actualidad, existen dos tests que ayudan a prevenir o detectar precozmente la enfermedad y así poder tratarla a tiempo: el tradicional pap, que busca lesiones precancerosas (cambios en las células) en el cuello uterino y se recomienda a partir de los 21 años; y el novedoso test de VPH, que busca directamente la presencia del virus en el organismo y es aconsejable a partir de los 30 años.
El CCU tiene la particularidad de reflejar la desigualdad social en salud: afecta principalmente a mujeres de bajos recursos socioeconómicos que, por diversas razones (barreras geográficas, culturales y económicas), no acceden a los servicios de tamizaje.
Así, provincias como Corrientes, Chaco, Jujuy o Misiones tienen tasas de mortalidad muy superiores a las de jurisdicciones como Tierra del Fuego, Buenos Aires, Córdoba o La Pampa.
El Instituto Nacional del Cáncer (INC) reconoce esta delicada situación y por eso cuenta con un Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cervicouterino (PNPCC), cuyo objetivo principal es reducir la incidencia y mortalidad de este tipo de tumor maligno.
Uno de los pilares para conseguir esto se basa en la prevención primaria, a través de la vacuna contra el VPH, que desde 2011 es obligatoria y se aplica de manera gratuita a todas las niñas de 11 años.
“Con la implementación del plan de vacunación contra el VPH podría disminuir la incidencia y, en consecuencia, la mortalidad por cáncer de cuello uterino; sin embargo, los resultados de esta política se esperan para dentro de los próximos 20 años”, reflexiona el doctor Zarba.
“Por otro lado –añade–, se está desarrollando un programa de screening para VPH, pero sólo en tres provincias y recién está comenzando, por lo que tampoco se esperan resultados para los próximos años en cuanto a poder disminuir la incidencia de cáncer de cuello localmente avanzado, que es la forma de presentación del 60 % de los casos en nuestro país”.
Fuenet: http://www.tucumanoticias.com.ar/noticia/argentina/avances-en-el-diagnostico-y-tratamiento-mejoran-el-panorama-de-las-mujeres-con-cancer-de-cuello-de-utero-130064.html