Como tantos otros jóvenes, Nicolás Vera (22) esperaba salir junto a su novia a festejar el año nuevo.
Para la ocasión, decidieron asistir a la fiesta que se realizaba junto a la quema del muñeco de 23 y 64.
El agasajo callejero se desarrollaba, como es habitual en estas épocas, ante una concurrida asistencia. A las 5 de la madrugada, aproximadamente, un patrullero pasó por el lugar, a paso de hombre, para controlar que todo estuviera en orden. Fue entonces cuando algunos vándalos comenzaron a arrojarle cascotes, baldosas y otros objetos contundentes al móvil. Cuando el caos se desató, la pareja, al igual que muchos otros, intentó alejarse de la peligrosa escena.
“En medio de todo eso, algo me pegó fuertemente en la cabeza. Terminé tirado en el suelo, con convulsiones” explica a Hoy la víctima del trágico suceso. Desesperada, y lidiando con un mar de sangre, la novia de Nicolás, Ayelén Lara, comenzó a pedir ayuda a la gente del lugar, sin lograr que nadie los asistiera. “Yo sabía que no tenía que dormirme, ni desmayarme, pero me costaba” recuerda la víctima. Finalmente, la muchacha dio con un taxi que pasaba por la zona y los acercó hasta 19 y 60.
“El conductor me dijo que, ´por ley´ no podía llevar a nadie sangrando. La verdad no sé a qué ley se refería” nos cuenta Nicolás. “Por suerte pasó un segundo taxi, que logró ayudarme” explica.
Poder contarla y agradecer
La sangre, el golpe en el parietal que le ocasionó un traumatismo de cráneo y la perforación de su duramadre (membrana de tejido que protege al encéfalo) poco margen le dieron a Nicolás para recordar la patente o el número de móvil del heroico taxista que lo ayudó aquella trágica noche en la que solo quería salir a divertirse. “Este hombre buscó un trapo que tenía en el baúl, para ver si podía lograr que cortara el sangrado. Después nos llevó rápidamente al Hospital San Martín. Mi novia le quisó pagar, pero él dijo que ´de ninguna manera´” explica hoy Nicolás, mientras se recupera en su casa.
“A las 6 llegué al San Martín y a eso de las 11 me trasladaron al Italiano. Horas más tarde, después de hacerme placas y tomografías, me operaron. Después me dijeron que tenía un hueco en el cráneo del tamaño de una nuez, que estaba presionándome el cerebro. Estuve dos días en terapia intensiva y después me pasaron a una cama común. Hoy me recupero en mi casa” prosigue el joven al relatar el desenlace de aquella odisea.
Hoy, Nicolás y Ayelén quieren agradecerle a los que hicieron posible que pudiera contarse en primera persona la historia. Por un lado, a los médicos del Hospital Italiano que lo operaron, y por otro, al conductor del taxi que lo ayudó desinteresadamente, mientras mucha otra gente que se cruzó durante el episodio miró para otro lado. “Nos gustaría encontrarlo y agradecerle personalmente. No tenemos ningún dato” explica pidiendo que si alguien sabe algo, trate de contactarlo.
Fuente: Diario Hoy