El regreso del Payaso tiene enloquecidos a los hinchas, que sueñan con disfrutar al 10 junto a Pisculichi, Teo y compañía en el equipo que buscará la Libertadores.
Hay Aimar. Hay amor. El flechazo es inmediato. Y lógico, porque se trata de un reencuentro muy esperado, intensamente deseado. Es la frutilla del postre para un año repleto de emociones, de felicidades. Los hinchas de River sienten mariposas en la panza por el regreso de Pablo Aimar, están enloquecidos, y reflejan su alegría de todas las formas posibles, desde la típica charla de pasillo en el Monumental o en cualquier esquina del país y hasta en los 140 caracteres del Twitter, le red social preferida para expresar la ilusión que genera este viejo y nuevo amor que hace aún más placentero el histórico 2014.
Esa misma sensación están viviendo los símbolos del club, porque el retorno del Payaso potencia el sentido de pertenencia y certifica la recuperación de la identidad futbolística de la casa. Por eso el Enzo asegura que “un vestuario con Aimar sería bárbaro para que madure una buena camada de chicos” y el Beto Alonso dice que “Pablo y Pisculichi pueden ser los generadores de ese fútbol que le gusta a la gente de River y que este equipo de Gallardo ha ido recuperando; el hincha ama el talento de Aimar”.
El Muñeco también experimenta ese cosquilleo y reconoce que la incorporación del 10 le provoca “la misma ilusión” que a los hinchas, que sueñan con un equipo de lujo para la Libertadores. Aunque el entrenador quiere evitar que sea un efímero amor de verano porque es consciente de que hace rato que Aimar dejó de ser el Pablito imparable que compartió el plantel con él en el final de la década del 90 y que, encima, lleva una larga inactividad: a los 35 años, hace más de ocho meses que no juega y en julio fue operado de un sobrehueso en el talón del pie derecho. De todos modos, el mismo jugador se encarga de ponerle freno a la locura y en sus charlas con Gallardo y Francescoli aclaró que quiere probar cómo responde su físico durante la pretemporada que iniciará junto al plantel en dos semanas. Más allá del entusiasmo que genera el regreso del Payaso luego de 14 años, Gallardo no lo cuenta como un refuerzo clave, lo considera más bien un aporte extra de jerarquía que les transmitirá su experiencia a los jóvenes, un modelo futbolístico y humano para un puesto emblemático de River que el Muñeco hizo resurgir con Pisculichi. Ahora, el DT refuerza la resurrección del tradicional 10 de la Banda con Aimar como emblema de esa bandera, con el brillante Piscu como principal ejecutor del estilo y con el Pity Martínez (si es que se concreta la llegada del zurdo del Globo) y el pibe Tomás Martínez como discípulos. La vuelta de Aimar es una noticia de 10, que tiene enamorado a todo River.
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