Una guerra no está perdida hasta que no se da. Y, la realidad es que no se ha hecho absolutamente nada y cuando digo nada quiero decir NADA, porque el esfuerzo individual o de algunos sectores de la política y las fuerzas de seguridad, heroico por cierto, no es una guerra sino escaramuzas menores de un país que se ha declarado derrotado sin haber luchado. Por lo tanto no puede haber una guerra perdida cuando no se dio ninguna. ¿Por qué? Se lo cuento. Todo lo que está sucediendo es una vergüenza incalificable que solo puede provenir de la negligencia grave, de la inutilidad más absoluta, del miedo propio de los cobardes y/o de la complicidad.
Todavía se discute como si fuese un factor discutible si la familia de Escobar Gaviria se dedica legalmente a las operaciones inmobiliarias y/o textiles, más allá de las 13 propiedades que tiene en nuestro país. Esto es un absoluto absurdo que contó con la aceptación del Gobierno de Colombia y de los sucesivos gobiernos argentinos hasta la actualidad. ¿Por qué? Porque ni un solo centavo de la fortuna del fallecido Pablo Escobar Gaviria fue el producto de negocios legítimos. Y, si alguien quiere apelar a los emprendimientos inmobiliarios, caballos de carrera, autos, lanchas, aviones, cuentas en el exterior y/o campos que poseía en Colombia, estos fueron todos emprendimientos comprados y sostenidos por el narcotráfico. A nadie puede caberle la menor duda sobre esto. Y, si quieren construir especulaciones con Contadores y Abogados, es porque la liviandad y/o complicidad en nuestro país ha dotado a los narcotraficantes y sus familias de todas las posibilidades para lavar dinero y crear fortunas supuestamente legítimas a partir del lavado. El hijo de este delincuente es tan caradura que vendió decenas de miles de camisetas con la foto de su padre narcotraficante como si este fuese un ídolo popular y lo hizo a través de la firma “Escobar Henao” creada por Sebastian Marroquín, nombre falso con el que ingresó a nuestro país.
¿Puede alguien imaginar con seriedad que 2100 familias colombianas “ricas” hayan comprados cientos de miles de hectáreas en Salta, radicándose en esa zona del país, de casualidad o porque les gusta el clima? Algún siempre dispuesto defensor de pobres y ausentes argumentará que no puede estigmatizarse a los colombianos. Estoy de acuerdo. Pero, ¿2100 familias en pocos años en una misma zona y justo donde los vuelos y el movimiento del tráfico de drogas es altísimo? Es como mucho… Nooo. Algún otro defensor de pobres y ausentes podrá decir que estas 2100 familias adineradas huyeron de su país por la inseguridad de los cárteles de la droga. Ahhh, claro… y justo decidieron ir hacia una de las zonas del país donde las drogas han cooptado estructuras de poder, judiciales, políticas y policiales, en donde las pistas clandestinas proliferan y en donde un solo avión que se cayó trasladaba más de 200 kilos de cocaína en estado puro.
¿Y que se ha hecho? NADA
No se han modificado las leyes penales para ampliar muy fuertemente las condenas a la producción, tráfico y venta de drogas.
Si las condenas por esta actividad empezaran con penas no inferiores a los 15 años y hasta la pena de reclusión perpetua, el narcotráfico lo pensaría un poco más.
Si los bienes de los narcotraficantes y sus familias directas no pudieran ser explicados, de manera rápida y expeditiva, con negocios lícitos, deberían ser inmediatamente decomisados, secuestrados y utilizados para programas dedicados a la reinserción social de aquellos jóvenes cuyas vidas fueron destruidas por las drogas, para mejorar la infraestructura escolar, hospitalaria y de seguridad. Un ejemplo. Si la viuda y los hijos de Escobar no pueden ofrecer las pruebas de la proveniencia lícita de los fondos con los cuales han adquirido propiedades, empresas y bienes en la República Argentina, todas esas propiedades, bienes y cuentas deben ser expropiados de manera sumarísima.
Si se quiere despenalizar el consumo o la tenencia simple de drogas en un volumen de hasta 10 gramos y/o sus equivalentes en otras drogas de laboratorio, puede hacerse de manera clarísima, concreta, efectiva y rápida, solo exigiéndole al consumidor que informe las condiciones, el lugar y a la persona que se la proveyó. Si no lo hace no se lo juzgará por consumir drogas sino por encubridor del vendedor de drogas. Esto ya no es una estúpida cuestión de pseudos códigos barriales de silencio o buchonazgo, es la destrucción de una sociedad, de sus niños, de sus empresas y del sistema democrático susceptible de ser sobornado. Además se debe tener en cuenta algo. Con el tiempo no habrá sector empresario que resista la competencia de pseudo empresas de sus rubros que pueden perder ingentes cantidades de dinero porque el único objeto principal es lavar el dinero de la droga y no competir en el mercado con precios justos y sostenibles en el tiempo.
Esto no da para más. O se enfrenta con nuevas normas, nuevas estructuras de Seguridad a ser creadas desde cero y hasta incluso nuevos Juzgados específicos para atender este delito y sus delitos conexos de lavado de dinero, que puedan actuar sumariamente, o esto realmente no tendrá límites y llegará el momento de que el narcotráfico controle todos los resortes.
Hoy, todavía es posible. La parte buena es que; aun sin políticas nuevas, con el esfuerzo individual de algunos funcionarios probos y valientes y muchos ciudadanos que como la señora Norma Bustos han ofrendado sus vidas, se ha logrado llegar hasta este momento sin que aún seamos el Medellín de Pablo Escobar o el Estado de Sinaloa de Amado Carrillo Fuentes, más conocido como “el señor de los cielos”, que llegó a ganar 200 millones de dólares por semana. ¿Alguien conoce en nuestro país algún emprendimiento productivo que facture 200 millones de dólares por semana? En otras palabras, o esto se detiene ahora y/o en los próximos 2/3 años, o terminaremos en un baño de sangre, mucho peor que la violencia actual, y de final incierto.
Obvio que el narcotráfico no terminará. Seamos realistas, no se trata de eso. Mientras el ser humano tenga debilidades, los delitos y/o consumos de distintas características, existirán. Se trata de que el narcotráfico internacional y local abandone la sensación de que en Argentina pueden hacer cualquier cosa, lavar cualquier dinero, cambiar de identidad, comprarse un pasado inexistente, comprar propiedades, empresas, campos, policías, jueces, políticos y si pueden, el poder mismo.
Aún estamos a tiempo. Debemos de dejar de hacer diagnósticos inconducentes, de los cuales los narcotraficantes se ríen, y empezar a tomar medidassimultáneas en los tres frentes, el legal, el represivo y el político. Quizás haya errores. Pero peor que cometer errores es no hacer nada o pasarse la vida haciendo diagnósticos forenses de cuerpos insepultos.
Rodolfo Patricio Florido/informadorpublico.com