Capitanich dijo que «no hay nada nuevo», tras la revelación de documentos que prueban que YPF aceptó todas las exigencias.
El Gobierno nacional salió a defender las concesiones que YPF le hizo a la estadounidense Chevron para que invierta en Vaca Muerta, tras la revelación de documentos que prueban que Argentina aceptó todo tipo de exigencias.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, insistió en que «no hay cláusulas secretas» en el polémico acuerdo, al que calificó como «de carácter habitual y ordinario», pese a que está guardado bajo siete llaves y ni siquiera se entregó ante requerimientos en la Justicia.
Sin embargo, ayer La Nación publicó algunas de las actas previas que se firmaron entre Chevron e YPF y que prueban que el Gobierno no sólo le otorgó todas las condiciones propias de este tipo de acuerdos (plazo de concesiones, tasa de regalías, giro de ganancias al exterior, etc) sino también modificó normativas nacionales y provinciales exigidas por los estadounidenses.
Al respecto, Capitanich dijo que «lo de Chevron es parte de más de lo mismo. No hay nada nuevo bajo el sol. No hay cláusulas secretas sino cláusulas de confidencialidad que forman parte de la operatoria típica de esta naturaleza». «Todo lo que contempla el contrato es lo que en forma ordinaria se efectúa en materia de transacciones con empresas multinacionales», justificó.
Según el chaqueño, los artículos del diario La Nación constituyen «un refrito permanente de este tipo de consideraciones, en las que opinan los mismos opositores de siempre, financiados por empresas petroleras que pretenden obstaculizar que Argentina logre el autoabastecimiento energético».
«Son operaciones de prensa que tienen la base clara de ser una cortina de humo; porque nadie dice nada del convenio que Argentina firmó con Suiza, por medio del cual se detectaron más de 4 mil cuentas, de las cuales sólo 123 están declaradas», afirmó el jefe de Gabinete, en un burdo intento por correr la discusión hacia un tema que poco tiene que ver.
Además de lo revelado ayer, hoy se conoció que además de aceptar los condicionamientos, YPF creó dos sociedades en Delaware, estado conocido como un paraíso fiscal de Estados Unidos. A partir de esas dos compañías, YPF Shale Oil Investment I y II, tejió una red con una SRL creada aquí y que se convirtió en la «subconcesionaria» del acuerdo con Chevron, que operó a través de una firma con sede en el paraíso fiscal de las islas Bermudas.
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