El duro paso por dejar atrás la enfermedad, muchas veces se lleva junto con el cáncer la posibilidad de tener hijos. La criopreservación aparece cada vez más como una opción. «El diagnóstico fue como un hachazo en la frente. Guardar mis óvulos me permitió dedicarme a curarme». Un testimonio optimista en el Día de la Madre y de Lucha Contra el Cáncer de Mama
Recibir el diagnóstico de cáncer, cualquiera sea su localización y forma, debe ser sin dudas una de las experiencias más paralizantes. Si bien comenzar con el tratamiento cuanto antes para dar fin a la pesadilla es seguro una de las prioridades, todo lo que se pone en juego y cómo seguir adelante no deben ser temas menores.
El cáncer es un nombre general para un grupo de más de 100 enfermedades cuyo denominador común es el crecimiento sin control de células anormales.
Es ese descontrol, que genera la invasión sobre otros tejidos, lo que define a la célula como cancerosa. Esto se produce a partir de un daño en su ADN (ácido desoxirribonucleico), y las nuevas células que se generarán también tendrán alteraciones en el ADN.
La buena noticia es que muchos tipos de cáncer, entre ellos el de mama, tienen altos porcentajes de curación si son diagnosticados de manera temprana.
La lucha contra el cáncer es agresiva y constante y muchos tratamientos derivan en efectos secundarios no deseados. Además de la conocida y hasta esperada caída de cabello, hoy se sabe que, por ejemplo, pueden verse afectados el funcionamiento del ovario o del testículo, por lo que la preservación de la fertilidad se convierte en un tema a contemplar.
El doctor Sergio Pasqualini (MN 39.914), director científico de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación Repro, destacó que «según la experiencia en el consultorio, muchos de los pacientes no recuerdan haber recibido mención o discutido con su médico de cabecera el tema del impacto de los tratamientos de cáncer sobre su fertilidad futura».
Además, no siempre la información proporcionada es completa o suficiente, por eso el manejo de datos precisos en el momento indicado brinda la posibilidad real de tener un hijo luego del cáncer.
Algo así le ocurrió a Florencia Ortells, quien a los 27 años se enteró de que tenía linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer en el sistema linfático.
Luego de tres meses de quimioterapia y la noticia de que la enfermedad había desaparecido, la asaltó la duda de si podría tener hijos. Es que como parte del tratamiento le habían dado una medicación para suspender su menstruación, sumado a lo agresivo que el proceso es de por sí para todo el organismo.
«Fui a mi ginecólogo para regularizar mi menstruación y saber cómo había quedado, y ahí fue cuando me explicó que en estos casos podían preservarse óvulos para asegurar la fertilidad futura», contó Florencia a Infobae.
A los dos años la joven recibió la tan temida noticia: el linfoma había vuelto a aparecer, pero esta vez había que hacer quimioterapia más fuerte, autotrasplante de médula y rayos.
La joven de por ese momento 29 años no lo dudó. «Me acuerdo que llamé a mi ginecólogo y estaba en un shopping; le dije que el linfoma había vuelto y que quería preservar mis óvulos antes de comenzar el nuevo tratamiento», relató con una convicción envidiable y una fortaleza que hace entender por qué pudo ganar tan dura batalla.
Su médico la contactó con el doctor Pasquialini, quien le explicó el procedimiento para criopreservar y de inmediato le indicó el tratamiento. Si bien el especialista le aclaró que preservar embriones era mejor que óvulos, en ese momento la joven estaba de novia y poco podía ponerse a pensar si quería que él fuera el padre de sus hijos. Así que criopreservó sus óvulos y comenzó el tratamiento para deshacerse (otra vez) del linfoma.
«SABER QUE MIS ÓVULOS ESTABAN CRIOPRESERVADOS Y QUE MI FERTILIDAD ESTABA A SALVO ME DIO MUCHA PAZ MENTAL Y ME PERMITIÓ FOCALIZARME EN CURARME»
«Saber que mis óvulos estaban criopreservados y que mi fertilidad estaba a salvo me dio mucha paz mental y me permitió focalizarme en curarme», recordó Florencia, quien admitió que «necesitaba» sacarse esa preocupación de encima.
«No me importaba que se me cayera el pelo, pero sí necesitaba estar segura de que iba a poder ser mamá. Saber que tenés la chance es impresionante», destacó.
Y vaya si Florencia precisaba estar relajada con su fertilidad. En 2008, por tercera vez, tuvo que volver a someterse a radioterapia a causa de una nueva recaída en su enfermedad.
Finalmente (¡y lo decimos a modo de profecía autocumplida!) en 2010 viajó a los EEUU a probar un nuevo tratamiento con una droga monoclonal y, tras permanecer allí en tratamiento durante un año, el linfoma ya es parte de su pasado.
Hoy, a sus 39 años espera al hombre de su vida y futuro padre de sus hijos para lograr formar la familia que hace años desea. Quizá lo intente y lo logre sin siquiera llegar a usar los óvulos que guardó hace diez años, pero, en aquel momento, sacarse ese tema de la cabeza era lo que necesitaba para encarar su curación.
«Saber que eso está guardado te ayuda mentalmente. El diagnóstico fue como un hachazo en la frente; cuando el linfoma volvió, tuve tiempo de pensar, resolver y dedicarme a curarme», finalizó.
Todo lo que hay que saber sobre criopreservación
Fuente: http://www.diarioactualidad.com/noticias/14/60/articulo/53030/2014-10-19_ser_madre_a_pesar_de_todo-_mujeres_con_c-ncer_hoy_pueden_preservar_su_fertilidad.html