Los científicos de la NASA han encontrado el planeta más pequeño fuera del Sistema Solar. Además, sus pares europeos lograron la creación de una cartografía del cosmos que ayudará a comprender el origen del Universo. Sobre estos temas, Hoy consultó al especialista Raúl Perdomo
La sociedad científica no tiene vacaciones; día y noche intenta interpretar el mundo, ayudar a conocerlo y plantear hipótesis para cumplir con la célebre frase de Albert Einstein (1879-1955), cuando dijo, en forma de mandamiento para todos los científicos, que “lo importante es no dejar de hacerse preguntas”. En ese sentido, ayer se conocieron dos hechos: el hallazgo del planeta más pequeño fuera del Sistema Solar, denominado Kepler-10b, y por otra parte se registraron las primeras imágenes obtenidas por el telescopio espacial Planck sobre sus primeros mapas del cosmos (ver aparte).
El primer descubrimiento es sobre un exoplaneta -o planeta extrasolar porque orbita una estrella diferente al Sol- rocoso de un tamaño equivalente al de una Tierra y media, y que representa el último descubrimiento del telescopio espacial Kepler, propiedad de la agencia espacial estadounidense NASA, y que sería el más pequeño descubierto hasta el momento de los más de 500 detectados en los últimos años.
Para comprender las reales dimensiones de estos hechos, en diálogo con Hoy, el astrónomo y vicepresidente del área institucional de la Universidad Nacional de La Plata Raúl Perdomo explicó que “desde hace mucho tiempo se sabe que existen planetas alrededor de otras estrellas, pero lógicamente, por las lejanas distancias a las que se encuentran, las posibilidad de que sean estudiados son limitadas”. Como ejemplo, la estrella más cercana al Sol, Alfa Centauri, se encuentra a unos 37 billones de kilómetros de distancia y se sitúa a tres años luz. Si Alfa no está dentro de la órbita del Sol, no es fácil imaginar la faraónica distancia que separa a la Tierra del nuevo planeta encontrado. Con el telescopio espacial Planck, situado en el espacio, se logran estudiar objetos más lejanos, como aclara Perdomo: “Este hecho nos da un nuevo dato, porque de los planetas que se han encontrado tan lejos, todos eran bastante grandes”. En el caso de Kepler-10b, el cuadro que emerge es el de un planeta rocoso con una masa que es 4,6 veces la de la Tierra, y con una densidad media de 8,8 gramos por centímetro cúbico, similar a la de una pesa de hierro de un gimnasio. Según la opinión del investigador argentino Perdomo, “esto representa el tamaño del núcleo de la Tierra”.
Kepler es la primera misión de la NASA que busca exoplanetas de un tamaño similar al de la Tierra, situados en la zona habitable de sus sistemas. Pero este no es el caso del Kepler-10b, cuyos años son sólo de 0,84 días, lo que significa que está veinte veces más cerca de su estrella que Mercurio del Sol. El calor allí es abrasador.
El mundo se pregunta por los extraterrestres
La ciencia no sólo piensa en el espacio como un lugar plagado de objetos: también se preocupa por la existencia de vida extraterrestre. Así lo documenta el último número de la revista Philosophical Transactions, publicada por la sociedad científica británica Royal Society, con una advertencia a los gobiernos del mundo de que deberían prepararse para un posible encuentro con una civilización extraterrestre, que podría ser violenta.
La publicación argumenta que si el proceso de evolución sigue en todo el Universo patrones darwinistas, tal como ocurre en la Tierra, las formas de vida que se contactarían con los seres humanos podrían “compartir su tendencia a la violencia y la explotación” de los recursos. Ante ello, los científicos reclaman que las Naciones Unidas configuren un grupo de trabajo dedicado a
“asuntos extraterrestres”, con la capacidad de delinear un plan a seguir en caso de contacto alienígena.
Consultado por Hoy, el astrónomo y vicepresidente de la UNLP, Raúl Perdomo, considera que por “las distancias de millones de años luz a las que se encuentran los planetas, actualmente sería imposible poder vernos. Sin embargo, seguramente en algún momento se va a tener contacto, aunque no necesariamente personal, sino a través de señales, con otros seres, si es que existen. En ese caso, las preguntas serán de corte filosófico y político. ¿Y quiénes serán los encargados de comunicarse: la ONU, un país, y qué diríamos?”.
Estos, entre otros interrogantes tangenciales para la humanidad, ya están en discusión para los científicos europeos; resta pensar hasta dónde las fuerzas de la política mundial impregnarán los descubrimientos que realice la ciencia.
Mapas de otra geografía
El segundo acontecimiento científico, pero no por ello de menor importancia, tuvo lugar gracias al telescopio espacial Planck, lanzado hace un año y medio por la Agencia Espacial Europea (ESA), y completó los dos primeros mapas del Universo en su misión de cartografiar el cosmos. Ahora los científicos tendrán más herramientas para trabajar sobre el origen del Universo y el momento más próximo al Big Bang. “Cuando hablamos del origen del Universo, se piensa en buscar objetos lo más lejanos posible, partiendo de la idea de que todo en algún momento estaba concentrado y la expansión produjo el Universo actual, hace 13.700 millones de años. Esta búsqueda de objetos proporciona información sobre los primeros tiempos que ayuda a reconstruir el rompecabezas del cosmos”, afirmó el astrónomo Raúl Perdomo, al ser consultado por Hoy.
Con la informacion del Planck, se intentará cuantificar las proporciones de los diferentes tipos de gas en el medio interestelar, explicó el equipo del ESA, que publicó un catálogo de 200 cúmulos de galaxias, de los cuales 30 son cúmulos que eran desconocidos.
Para esta misión, la primera que en Europa trata de conocer el origen del Universo, la ESA invirtió 1.700 millones de euros y 15 años de estudios preliminares, conjuntamente con la sonda Herschel.
Fuente: Diario Hoy