El panorama esperado tras la salida de Fábrega

La renuncia del presidente del BCRA abre una perspectiva indicadora de que el Gobierno acentuaría las medidas intervencionistas.

La salida de Juan Carlos Fábrega del Banco Central era un final esperado después de la decisión de aumentar las tasas de interés para quitar combustible a la expansión del dólar blue y como forma de tratar de controlar la inflación. Esa decisión le generó una fuerte pelea con el ministro Kicillof, que generó un distanciamiento entre ambos que se fue profundizando, aunque la Presidenta actuaba como mediadora.

Los problemas se agravaron después de la decisión del ministro de hacer fracasar las gestiones ante banqueros para que compraran los bonos en poder de los holdouts, que habían tenido la venia presidencial.

Las palabras de la Presidenta en el duro discurso del lunes implicaron poner en duda la honestidad de Fábrega, al acusar al Banco Central de dar información privilegiada a ciertos banqueros y agentes de cambio y operadores bursátiles. El mendocino consideró que era el final y aprovechó para presentar su renuncia indeclinable, algo que le habían negado en julio pasado.

Ahora vendrán miles de especulaciones y detalles de los más variados que repasarán hechos que justifiquen a Fábrega, como otras historias que contarán ciertos personeros del kirchnerismo para denostarlo. Pero lo que más preocupa es tratar de adivinar cuáles serán los pasos del Gobierno a partir de ahora, al desaparecer la única persona que actuaba como bloque para frenar los avances irracionales de la tropa liderada por Kicillof.
Más controles contra el “blue”

La estrategia de Kicillof, con Vanoli en el Banco Central y una persona de confianza en la Comisión Nacional de Valores (CNV), será profundizar los controles, inspecciones y demás acciones policiales contra los operadores. El avance de medidas intervencionistas sería la estrategia oficial.

Al mercado del “blue”, que es el único marginal, no podrán domesticarlo porque es, justamente, marginal. Además, este mercado tenderá a crecer o disminuir en la medida que se facilite la compra de dólares legales o que se impida la misma. Si los operadores no pueden comprar dólares en la bolsa acudirán al marginal, el cual irá adoptando operatorias ingeniosas.

Para evitar esto, el ministro quiere limitar las operaciones en blanco que se hacen en la bolsa a través de las operaciones con bonos. Pero como son operaciones legales solo podrán poner algún obstáculo administrativo para hacer tediosas las operaciones, pero también generarán un problema.

Es que es a través de las operaciones de bonos que ingresan dólares al mercado. Mediante la operación del “contado con liquidación” muchos operadores ingresan divisas de exportaciones tratando de mejorar lo que obtienen comparado con lo que obtendrán por el mercado oficial.

Si no ingresan dólar por el mercado oficial y no lo hacen por la bolsa, el Gobierno lejos de controlar el “blue” lo único que hará es incentivarlo. Es que lo que reina es la incertidumbre y la desconfianza por la emisión monetaria y la inflación.

Además, el panorama es que el Gobierno seguirá emitiendo pesos es un momento en el que nadie los demanda. Frente a esta incertidumbre, el Gobierno, con la emisión descontrolada, transformó al peso en una cuasi moneda.

Tasa de interés
La obsesión de Kicillof es mantener el dólar congelado, bajar la tasa de interés y seguir emitiendo moneda, creyendo que con eso generará un círculo virtuoso y lo único que hará es generar una mayor recesión con una aceleración de la inflación.

Lo que el ministro intenta desconocer en forma permanente es el valor de las expectativas en la economía, y no entiende que todas sus decisiones lo único que hacen es incrementar la desconfianza de los operadores.

Dependiendo del nivel al que bajen las tasas, podría haber una pequeña reactivación del mercado interno por parte de aquellos sectores que todavía conserven capacidad de crédito, pero no alcanzará a la mayoría de la población, que está empobrecida por la inflación.

Además, el problema que deben enfrentar es la escasez de dólares, que se profundizará al no haber desmontado el conflicto con los holdouts y mantener el conflicto con el juez Griesa. Este problema nos mantiene fuera del mercado. El mundo cree que Argentina está en default y no le importa que crea Kicillof o Cristina.

Para evitar una excesiva oferta de pesos, es probable que se recurra a aumentar los encajes, en lugar de tomar dinero vía Lebacs. De esta manera el costo de la inmovilización sería mayor. El problema será para los bancos porque deberían tomar dinero de los ahorristas a tasas más bajas y es probable que muchos prefieran buscar los mecanismos para ahorrar en dólares, con lo cual no habrán solucionado el problema.

Horizonte recesivo
Todas las señales indicarían que la recesión se puede acentuar este año, y para el año 2015 todos son interrogantes. Algunos piensan que podría mejorar el nivel de actividad, pero todas las señales apuntan a lo contrario.

Por el lado externo, habrá que convivir con precios de los granos mucho más bajos, lo que no reportará fuertes ingresos por exportaciones. La perspectiva de un aumento del precio internacional del dólar puede generar problemas si el Gobierno insiste en mantener el tipo de cambio atrasado.

Esta experiencia ya se vivió durante la convertibilidad y es que cuando se atrasa el tipo de cambio ante una moneda que se revalúa, lo que se hace es importar recesión.

Entre el frente externo y las complicaciones internas, sumado al conflicto sin visos de resolución a corto plazo en el caso de los juicios ante la Corte de Nueva York, el Gobierno debería manejarse con una gran prudencia fiscal, que, además, deberán enfrentar problemas de abastecimiento energético que obligarán a nuevas importaciones.

El año próximo los vencimientos de deuda superan los 15.000 millones de dólares y con escasez de divisas, el terreno cambiario tampoco favorecerá el ritmo de actividad, salvo que el Gobierno tome decisiones sensatas que cambien el nivel de expectativas.
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