(EFE).- El presidente José Mujica y la oposición política se enzarzaron hoy en un duro cruce de palabras que elevó mucho el tono de la campaña electoral en Uruguay, a raíz de la polémica suscitada por la posible llegada al país de un grupo de presos del penal estadounidense de Guantánamo.
«Viejo sedicioso sin dignidad», «almapodrida», «egoísta» y «demagogos electorales» fueron algunos de los epítetos que se cruzaron el veterano presidente y sus rivales políticos, sin contar con el «rompepelotas» con el que Mujica abrió fuego ayer, en una salida de tono inusual por lo virulento y por el tema en cuestión.
La polémica por la llegada a Uruguay de seis presos de Guantánamo, una promesa que Mujica realizó al presidente Barack Obama, fue desde el inicio de su trámite duramente criticada por la oposición, particularmente por el Partido Nacional (PN), cuyo candidato a las elecciones del próximo 26 de octubre, Luis Alberto Lacalle Pou, dijo que revertiría si resultaba elegido presidente.
Lacalle anunció esta decisión tras reunirse con la embajadora estadounidense en Uruguay, Julissa Reynoso, quien a su vez encendió más los ánimos al decir que el acuerdo, que aún no se ha cumplido, debería ser aceptado por el sucesor de Mujica so pena de afectar las relaciones bilaterales.
Mientras desde la oposición de derechas comenzaron a llover las acusaciones de injerencia y de haberse vendido al «imperialismo» estadounidense por este asunto, una encuesta reveló que el 58 % de los uruguayos rechaza la llegada de estos presos, frente al 50 % que lo hacía el pasado abril.
Mujica, un ex guerrillero izquierdista que durante la dictadura uruguaya (1973-1985) pasó 13 años en prisión, dijo que con este tema la oposición pone en peligro «el trabajo de los uruguayos», en un contexto en el que Uruguay busca abrir el mercado de EEUU para sus productos.
«En el momento en que estamos negociando laburo (trabajo) para los uruguayos salen a romper las pelotas por cuatro votos miserables. Qué manga de patriotas que son», aseveró, visiblemente enfadado.
Hoy, en su habitual alocución radial en la emisora M24, Mujica continuó con el tema y señaló que una de sus labores fundamentales como presidente ha sido «generar trabajo», un esfuerzo que con este asunto, y en plena «coyuntura electoral», se enfrenta con la «demagogia» de «los procesos electorales».
«¿Por qué el Partido Nacional cayó en semejante egoísmo, semejante ceguera? Por demagogia electoral, porque esto no es por la patria, ‘ni por la positiva’, (…). Esto es lo que es la politiquería, el interés meramente electoral, una actitud de preferir perjudicar al país, por cuidar la visión electoral», dijo Mujica, haciendo referencia expresa al lema de campaña de Lacalle Pou.
El presidente dijo que no se puede ser tan «almapodrida en el mundo» de no querer dar una mano para liquidar el penal de Guantánamo, algo que Uruguay puede hacer por su «prestigio», lo que «duele» y «patea el hígado» a la oposición de derechas.
La respuesta no se hizo esperar y el senador y presidente del directorio del Partido Nacional, Luis Alberto Heber, indicó, en declaraciones al diario El País, que su grupo no iba a «contestar una guarangada (guarrada) con otra guarangada», pero pidió que el Frente Amplio «nunca más hable de antiimperialismo, que lo borren de su diccionario».
«No tienen dignidad», enfatizó.
Otro miembro de Partido Nacional, el diputado Jaime Trobo, lamentó que Mujica diga por un lado que trae a los presos por dignidad cuando lo que hace es estar «cambiando cosas por plata o por cargos», en referencia a la candidatura de su ministro de Relaciones Exteriores, Luis Almagro, para dirigir la Organización de Estados Americanos (OEA).
Más duro aún fue el diputado Pablo Abdala, que en su cuenta en twitter dijo que las declaraciones de Mujica han traído de vuelta al «viejo sedicioso» para el que «el ropaje republicano era mentira».
«Pura calumnia, odio y rencor, como en los años 60», añadió.
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