11 de septiembre: una fecha para no olvidar

El 11 de septiembre es un día que va a quedar en la historia marcado por la sangre y el fuego, gracias a hechos que marcaron a fuego el mundo, como fueron en 1973 el derrocamiento de Salvador Allende en Chile, y en el 2001 por el atentado a las Torres Gemelas. Cómo impactó en el mundo posterior estos hechos y por qué hay que recordar la historia para no volver a repetirla. “Todo sucede un mismo día gracias a un odio semejante”
Silvio Rodríguez, fragmento de la canción “Cita con Ángeles”

El 11 de Septiembre es un día que va a ser recordado en la historia universal por el horror, debido fundamentalmente a dos hechos que marcaron a fuego el acontecer mundial, como son el derrocamiento del presidente Salvador Allende en Chile en el año 1973 en manos del General Augusto Pinochet Ugarte, y el atentado a las Torres Gemelas en el estado de New York en el 2001, perpetrado por la organización terrorista Al Qaeda.

Siempre es bueno recordar la historia, para que en el futuro no volvamos a repetir los sucesos malos y podamos mirar al presente con otros ojos. Estos hechos nos sirven para reprochar la toma del poder por el asalto a través de los tanques y la fuerza, como hicieron los militares chilenos, derrocando a un gobierno constitucionalmente elegido; y que el uso de las balas y el terror para imponer un ideal político o religioso, como es lo que quiso intentar Al Qaeda con sus atentados a las Torres Gemelas, es algo que no conduce a nada, sino sólo a generar todavía más violencia.

En 1973, Chile se encontraba sumergido en la novedosa experiencia de su presidente Salvador Allende, de lograr el socialismo en América Latina a través de la “vía pacífica”, que lo había convertido en el primer presidente socialista elegido en elecciones libres y soberanas en el continente. El país se encontraba totalmente dividido entre aquellos que apoyaban fervientemente el gobierno de la Unidad Popular , y aquellos que creían que el marxismo se estaba instalando en el país trasandino y querían sacarlo del poder a toda costa. Por eso se inició una ofensiva de la derecha chilena, que contó con el apoyo de un sector del Ejército, los grupos económicos locales y extranjeros, y la ayuda estratégica de la CIA de Nixon y Kissinger, que terminó con el golpe llevado adelante por Pinochet.

El gobierno de Salvador Allende venía atravesando una delicada situación interna, que se veía agravada por el lock-out patronal de los empresarios chilenos, que hacía que la escasez de alimentos y productos básicos fuera muy grande en todo el país. La oposición no aceptaba el hecho de que Allende siguiera en el poder, a pesar de que no habían podido con él en las elecciones de marzo de 1973, donde la Unidad Popular vio aumentado su poder parlamentario pasando de 60 a 63 diputados, y de 19 a 20 senadores.

Con Allende, en Chile se llevaron adelante grandes reformas políticas, sociales y económicas, que incluyeron la estatización de empresas en áreas claves de la economía, la profundización de la reforma agraria y la nacionalización de la minería, entre otras medidas, que llevaron a que el gobierno estadounidense promoviera un boicot contra el gobierno de Allende mediante la negación de créditos externos y la petición de un embargo al cobre chileno. Esto hizo que las posiciones dentro de la Unidad Popular y en la oposición se radicalizaran al extremo, con un alto nivel de confrontación, que se veía en la alta violencia que reinaba cotidianamente en las calles de Chile.

En la madrugada del 11 de septiembre empezaron las maniobras golpistas del ejército chileno, que fue tomando posición a lo largo y ancho del país, y que terminaron con el ataque y bombardeo al Palacio de la Moneda. Ante esta situación, Allende decide que todos aquellos que lo acompañaban y que integraban su grupo más cercano, salieran del Palacio presidencial y se entregaran a los militares ya que no quería que se sufriera más bajas en su entorno. Al salir todos, Allende se encerró en una habitación, y con el fusil AK-47 que le había regalado Fidel Castro en la visita que había hecho a Chile en 1971, se suicidó, dando paso a la leyenda.

La violencia se hizo presente 28 años después, esta vez en el corazón financiero internacional, como es la isla de Mahattan, perteneciente al estado de New York, cuando dos aviones secuestrados por miembros de la red terrorista islámica Al Qaeda, se estrellaran contra las torres gemelas del World Trade Center, lo que hizo que en un pequeño tramo de dos horas, las gigantes torres se desplomaran, causando más de 3.000 muertos.

Los terroristas acusaban a Estados Unidos de promover el régimen de terror contra la población árabe apoyando al gobierno del Estado de Israel. Al Qaeda había sido inicialmente financiada por el gobierno estadounidense, cuando ésta luchaba junto a los talibanes contra la ocupación soviética en Afganistán, y ahí fue cuando Bin Laden supo construir buenos lazos con representantes norteamericanos. Pero el tiempo hizo que se convirtieran en enemigos irreconciliables, llegando al límite en que el magnate árabe se transformara en el enemigo público número uno del gobierno de EE.UU.

Las consecuencias del ataque a las Torres Gemelas fue la invasión a Afganistán en octubre del 2001 por parte de tropas de la OTAN y la Alianza del Norte con apoyo de las Naciones Unidas, ante la negativa del gobernante régimen talibán de entregar a Osama Bin Laden, que supuestamente se había refugiado en ese país, lo que terminó un mes más tarde con la caída del régimen talibán, que protegía a la red terrorista, refugiándose los miembros talibanes en las montañas, reorganizándose en la estrategia de una guerra de guerrillas, que aún hoy sigue causando bajas al ejército estadounidense.

En marzo del 2003, se llevó adelante por parte de EE.UU., con la ayuda de Gran Bretaña, España e Italia, pero sin la autorización de las Naciones Unidas. La excusa oficial tomada por el gobierno de George Bush, fue que Irak albergaba a Al Qaeda en su territorio y que estaba produciendo armas de destrucción masiva, a pesar de los informes negativos de los organismos internacionales en ese sentido. El tiempo demostró que los argumentos estadounidenses eran totalmente falsos, ya que no pudo encontrarse nunca ningún arma nuclear o biológica, echando por tierra cualquier análisis posible al tema, y dando crédito a que la invasión a Irak fue para apoderarse de las imprescindibles reservas de petróleo que tiene el país asiático, y que tanto desea la administración estadounidense.

El atentado a las Torres Gemelas hizo que el mundo volviera a manifestarse en contra de la resolución violenta por parte de los gobiernos para solucionar sus diferencias, a favor de la paz y del diálogo como metodología para solucionar las diferencias entre los gobiernos. Al mismo tiempo, se vio como las marchas por la paz comenzaron a verse en todas las grandes capitales del mundo, un proceso que no se veía desde la época de la guerra de Vietnam.

Tanto el golpe de estado en Chile, como el atentado a las Torres Gemelas, cambiaron al mundo y dejaron muchas enseñanzas para que las próximas generaciones no vuelvan a cometer los mismos errores. Se deja bien claro que la violencia nunca es el método adecuado para solucionar las discrepancias entre países hermanos, y que la democracia es el bien más preciado en una sociedad libre, que quiere y busca lo mejor para sus ciudadanos.

El terror generado en Chile después del golpe de Pinochet, con más 5.000 desaparecidos, más de un millón de chilenos exiliados y miles de ciudadanos desprotegidos al margen de la ley, fue el paisaje habitual durante 17 años, y la paz y el desenvolvimiento normal de las instituciones sólo se pudo recuperar parcialmente con el regreso a la democracia en 1990.Mientras que las consecuencias del atentado a las Torres Gemelas todavía lo estamos viviendo, con el consiguiente aumento en las posturas radicales de uno y otro sector, que ha llevado a que las posiciones sean tan antagónicas, que el futuro aún sea incierto e impredecible.

Una fecha, dos rostros de un mismo horror, que lleva a que reivindiquemos más que nunca las posturas pacíficas para la solución de los problemas y que se condene abiertamente el uso de la violencia para conseguir fines políticos. Una lección que el mundo debe aprender rápidamente, para que no se vuelva a repetir en el futuro la misma historia, y que la sociedad no retroceda y siga avanzando en bien del progreso general.
Fuente: www.agenciacna.com