Casi 800 personas debatieron sobre distintas temáticas de interés para la industria alimenticia argentina en el marco del seminario «Alimentos y Prosperidad» organizado por el Grupo Saporiti.
Durante la charla sobre «Nutrición en el Siglo XXI», Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil «Doctor Alejandro O´Donnell», pronosticó que los alimentos serán «más caros y la proteína animal y el agua serán insumos tan críticos como hoy lo es la energía».
«Aún si la producción de alimento se destinase sólo al consumo, necesitaremos incrementarla en más de 70 por ciento, porque en las dos próximas generaciones alcanzaremos la masa crítica poblacional en nuestro mundo», indicó y agregó: «Debemos ser capaces de producir alimentos para 200.000 personas nuevas cada día».
Adrián Saporiti, presidente de la compañía, dijo que «los consumidores son cada vez más exigentes: hoy la humanidad ya no come sólo para saciar su hambre, sino que busca alimentos funcionales que, por ejemplo, aporten vitaminas para cuidar el cabello o la piel».
El empresario, por otra parte, pidió «romper con ese mito de que todos los conservantes de los alimentos son perjudiciales para la salud, y que lo único sano son los alimentos caseros, cocinados en casa».
«Es importante que los consumidores sepan que los aditivos y conservantes cumplen una función indispensable en muchos alimentos, porque limitan, retardan o previenen la proliferación de microorganismos, evitando que los productos se deterioren pronto».
Advirtió que «en sociedades como las nuestras, es inviable que exista sólo la comida casera».
Por su parte, el presidente de Red Argentino-Americana para el Liderazgo (REAL), Ricardo Vanella, afirmó que «la Argentina es uno de los países líderes en la producción de alimentos» y resaltó la necesidad de «promover los lazos comerciales con los países asiáticos, principalmente».
«Argentina está llamado como país a asumir un papel protagónico en el escenario mundial, consolidándose como productor de alimentos en lugar de proveedor de materia prima de otros países pero, para eso, será importante seguir tejiendo lazos con el mundo», indicó Vanella.
Jorge Chirife, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad CatólicaArgentina (UCA), alertó que «la población mundial consume mucho más sal que la recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y la mayoría de esa sal proviene de los alimentos procesados o industrializados».
El especialista planteó, no obstante, que en algunos casos «la incorporación masiva de sal al cuerpo humano sirve para controlar el crecimiento microbiano, pero sin ser perjudicial para la salud».
En la industria del pescado y de las carnes curadas, por ejemplo, explicó que «se necesitan cantidades relativamente altas de sal para asegurar la calidad microbiógica durante su distribución y comercialización. Productos con baja concentración de sal pueden ser fuentes potenciales de enfermedades, como botulismo si no se almacenan a una temperatura adecuada».