Tras saludarse con un apretón de manos, los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Ucrania, Petró Poroshenko, se han reunido este martes en Minsk, la capital bielorrusa, en unas consultas con la Unión Europea con el foco puesto en el conflicto armado en las regiones orientales ucranias.
Putin ha dicho que no hay salida a la rebelión del Este si sigue aumentado el uso de la fuerza y sin un proceso de diálogo que no incluya a los separatistas prorrusos. Poroshenko, por su parte, ha subrayado que no habrá paz ni estabilidad en el este de Ucrania sin controles fronterizos efectivos y ha solicitado que pare el suministro de armas a los rebeldes, se permita el acceso a la región a inspectores de la OSCE y que sean liberados los prisioneros de guerra como pasos para lograr la paz. «En esta reunión en Minsk se decide el destino del mundo y de Europa. Así lo veo yo», afirmó Poroshenko al inicio de la reunión en el Palacio de la Independencia en la capital bielorrusa.
Es la primera reunión de trabajo en la que coinciden ambos mandatarios, tras la captura de diez soldados rusos en el Este. La Unión Europea está representada al menos por dos de sus altos cargos: Catherine Ashton, jefa de la democracia europea, y Günther Oettinger, comisario de Energía y encargado de defender la postura europea en el conflicto del gas con Rusia.
«Hay mucho de lo que hablar, la crisis ucrania, la terrible situación humanitaria en el este del país o la necesidad de un alto el fuego», adelantó ayer Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin.
El marco de la esperada reunión serán las consultas entre la UE y la Unión Aduanera, que integran Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, en las que se abordarán tanto el conflicto ucranio como la seguridad energética, el tema que más preocupa a Bruselas.
La reunión en Minsk se celebrará en un ambiente de suma desconfianza: Ucrania y Occidente acusan a Rusia de suministrar armamento a los rebeldes prorrusos. Mientras, Moscú acusa a Kiev de masacrar a la población rusa del este ucranio.
Enfriando las expectativas iniciales ante el encuentro, el ministro de Exteriores del Kremlin, Serguéi Lavrov, aseguró ayer que Rusia no tiene una “fórmula mágica” para desbloquear la crisis de Ucrania y no llevará aparentemente a Minsk un nuevo plan de paz, pero sí insistirá en que se cumplan los acuerdos a que anteriormente se habían llegado, especialmente un alto el fuego sin condiciones previas.
“Confío en que nuestros colegas occidentales no lleguen a la reunión de Minsk esperando que nosotros resolvamos todo con una fórmula mágica, porque eso no sucederá, sino preparados para influir en la parte ucrania con el fin de hacerle comprender que ésta no es una lucha en favor de Ucrania y contra Rusia, sino una lucha por Ucrania como Estado en el que todos –ucranios, rusos, húngaros, y otros pueblos- puedan convivir”, señaló Lavrov. Para ello, opinó hay que respetar la cultura y el idioma de los otros pueblos, entre ellos de los rusos étnicos, que son cerca de un tercio de la población de ese país (los rusoparlantes son aún más: la mitad de sus habitantes).
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