Como era previsible, la profundización del default por parte del gobierno nacional va globalizando poco a poco sus efectos. El Citibank expresó sus prevenciones en un escrito presentado ante la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito de Nueva York, donde se decidirá el alcance del “default selectivo” en el que cayó la Argentina el último 30 de julio. Citibank enumeró allí sus argumentos contra una orden del juez Thomas Griesa que habilitó al banco a pagar los bonos en dólares emitidos bajo legislación argentina por una única vez, quedando así en duda los próximos pagos de esos mismos bonos en vencimientos futuros.
Dicha orden, sostiene Citibank, pondrá a su filial en Argentina en “una posición insostenible y extremadamente peligrosa, que podría conducir a consecuencias tan graves como la pérdida de la licencia”. Al mismo tiempo -en una sugestiva coincidencia- se conoció un fallo de la Organización Mundial de Comercio (OMC) dictaminando que los métodos que la Argentina viene utilizando para limitar las importaciones son incompatibles con la normativa de la organización. En esta escalada, la Fundación para el Desarrollo Latinoamericano presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos un pedido de medida cautelar, requiriendo la suspensión del fallo dispuesto por el juez estadounidense a favor de fondos buitre y en contra de la Argentina. Todo esto después del fracasado intento de la semana pasada de llevar el litigio al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. Es evidente que la Casa Rosada hace esfuerzos por darle al litigio un perfil cada vez más alto que le permita estimular su saga de “Patria o buitres”. En esta dirección, las circunstancias podrían generar escenarios cada vez más graves. El gobierno se propone que el Congreso sancione la ley de pago soberano de la deuda externa antes del 30 de septiembre, cuando vencerán bonos Par bajo ley de Nueva York por 67 millones de dólares. Pero el 16 de septiembre próximo se inaugurará el 69 período de sesiones de la ONU y se supone que la presidente estará presente en Nueva York y hablará, como es costumbre, ante la Asamblea General. Si la ley de pago soberano para ese entonces ya está sancionada, también podría ocurrir que Cristina llegue a Nueva York después de que Griesa dicte algún tipo de sanciones contra el gobierno argentino, para empezar el desacato. En este marco, la visita presidencial en el punto de mayor enfrentamiento con la justicia local podría ser un verdadero escándalo internacional.
Un camino sin vuelta atrás
Esta estrategia de potenciar el conflicto le sirve al gobierno para justificar, por ejemplo, su avasallador proyecto de reforma de la ley de abastecimiento y también para mantener semiparalizada y confundida a la oposición. Esta semana, Mauricio Macri ganó puntos al reaccionar rápidamente rechazando el proyecto de pago soberano. Pero la UCR mostró claramente sus fisuras internas y algunas de sus figuras, para empezar Ricardo Alfonsín, salieron en auxilio del gobierno, en tanto que Oscar Aguad y Julio Cobos tomaron la postura contraria. En el heterogéneo Frente Renovador fue obvio que las tensiones internas hicieron que su líder no tuviera una reacción rápida. Luego de 48 horas de idas y venidas, Massa anunció que presentaría un proyecto de ley alternativo proponiendo que el domicilio de pago pase a París o Londres. Roberto Lavagna, principal figura económica del massismo, se había pronunciado un mes atrás a favor del default, cuando otros economistas del mismo espacio, como Martín Redrado, adoptaban la postura contraria. La postura extrema del cristinismo está haciendo crujir estas contradicciones. El massismo nació en el 2013 sosteniendo que había que defender los éxitos del ciclo kirchnerista. Pero luego se precipitó la caída de la economía y estallaron los casos de Ciccone y Lázaro Báez. Ahora el humor social, como suele ocurrir, ya no está dispuesto a distinguir entre un kirchnerismo “bueno” -el del gobierno de NCK- y otro “malo”, que se profundiza a partir de la crisis con el campo en el 2008. En una de sus apariciones públicas de la semana pasada, la presidente se sinceró diciendo que se equivocan los que dicen que su fallecido marido era un gobernante exitoso y ella no. Con su postura de radicalizarse cada vez más, el cristinismo estaría obligando a la oposición a seguir en el mismo camino pero en sentido contrario. Tanto los radicales como el massismo están incómodos en esta situación: su plan era marchar hacia las elecciones del 2015 predicando que apoyan algunas políticas del gobierno pero cuestionan otras. Pero el derrumbe económico y la explosión de la corrupción oficial hacen que el escenario se vaya polarizando. La clase media independiente, que define los resultados electorales, se está volviendo furibundamente anti-k. Esto empujaría naturalmente a la dirigencia de la UCR a acercarse más a Mauricio Macri, que es un opositor moderado pero mucho más lejano a las políticas de la década ganada. Si los hechos empujan a Massa y a parte de la UCR a “derechizarse” -es decir a condenar globalmente al cristinismo- éste podría, a su vez, retener a ciertos sectores del peronismo progresista que se deslizan hoy hacia el Frente Renovador. No es casual que el entusiasmo presidencial por promocionar a Florencio Randazzo, un candidato a presidente sin demasiada impronta ideológica, se vio sustituido esta semana por el acto masivo de anteayer en Ferro para apoyar la candidatura de Jorge Taiana, de prosapia montonera. La sorpresa fue que el intendente clave de la Provincia de Buenos Aires, Fernando Espinoza, se hizo presente en lo que se consideró como un desplante a Daniel Scioli. La fecha elegida para el acto es emblemática para la izquierda, ya que el 22 de agosto del ‘72, 16 dirigentes del ERP y Montoneros fueron muertos cuando intentaban fugarse de la Base Almirante Zar en Trelew. Es así que Taiana candidato está a tono con la guerra contra Griesa y los buitres, la reforma a la ley de abastecimiento y la brutal agresión a Domingo Cavallo en una operación conjunta de Quebracho y funcionarios del gobierno. Tal vez definitivamente, la idea de la transición negociada hacia diciembre del 2015 quedó atrás. A Cristina cada vez parece importarle menos que la economía mejore. Su objetivo pasa por ser la futura jefa de la oposición, y para lograrlo debe evitar que el peronismo reaccione y la deje de lado.
informadorpublico.com