La izquierda revolucionaria, el monstruo que inventó el cristinismo

Ayer el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, y el secretario general de SMATA, Ricardo Pignanelli, atacaron duramente a la izquierda revolucionaria representada mayoritariamente por el Partido Obrero de Jorge Altamira, Néstor Pitrola y Miguel del Caño, entre otros, así como los demás partidos trotskistas que giran en torno al PO. Pignanelli acaba de descubrir que éstos son partidarios de la revolución permanente y que no les interesa demasiado conseguir mejores salarios y condiciones de trabajo. El crecimiento de estos sectores es un fenómeno que ya lleva unos cinco años y que se originó en la defección del Partido Comunista liderado por Patricio Etchegaray, Hugo Sigman, Carlos Heller y Martín Sabbatella, lo que le dio espacio a la izquierda revolucionaria en los colegios, universidades y fábricas, donde durante años venían tratando de ser un grupo importante pero sin conseguirlo. Es que el Partido Comunista siempre ocupó el espacio de la izquierda pero a partir de que se convirtiera en furgón de cola de la demagogia populista del kirchnerismo, al trotskismo se le abrieron las puertas en primer lugar con los metrodelegados del subte, que se enfrentaron con éxito contra la conducción de la Unión Tranviaria Automotor, recibiendo gran apoyo del gobierno nacional, que después logró colonizar a gran parte de sus dirigentes, salvo Claudio Dellacarbonara, que siguió firme junto al PO.

El trampolín del juicio

Pero el salto más importante que tuvo la izquierda revolucionaria fue con el asesinato del militante del PO Mariano Ferreyra, que murió en un enfrentamiento contra gente de la Unión Ferroviaria. La dirigencia de ese gremio, sin el conocimiento de José Pedraza, su secretario general, intentó durante meses impedir que el PO, con la excusa del reclamo de los obreros tercerizados para ser incluidos en el gremio, ocupaba las vías de la línea Roca y la policía de Buenos Aires los dejaba hacer y cuando cruzaban el puente la Policía Federal tampoco intervenía. De ahí que la Unión Ferroviaria decidiera contratar una patota de barrabravas y drogados que fueron armados y uno de ellos disparó a matar cuando recibían los hondazos de los activistas del PO. Este episodio deleznable que los sindicalistas manejaron muy mal ante la inacción policial, motivó que el cristinismo se pusiera del lado del PO y la entonces secretaria de seguridad Cristina Caamaño demonizó a la Unión Ferroviaria y exaltó las luchas del PO y de Mariano Ferreyra, cuyo hermano fue legislador porteño por el Frente para la Victoria. Y en el juicio oral a Pedraza, el cristinismo presionó al tribunal para que dictara condenas duras, como hicieron durante años con las condenas por las violaciones de los derechos humanos. El caso es que la propaganda que tuvo ese juicio elevó al PO a su máximo conocimiento público y lo mismo las huelgas en los colegios secundarios tuvieron gran manija de C5N, que le dio un gran espacio televisivo.

Simultáneamente, desde el 2012 vivimos casi tres años de estanflación, con una caída este año del 4% del PBI y una inflación del 35%, con suspensiones y despidos que fueron aprovechados por el PO y por sus aliados, que ganaron bancas de diputados nacionales el año pasado. Y con el agravamiento de la situación económica, el PO copó gran parte de las comisiones internas de las fábricas de la zona norte, generándole un dolor de cabeza al cristinismo y a la denominada “burocracia sindical”.

Guillermo Cherashny/informadorpublico.com