«¡Hay varios que están caminando!»

Gritón y encendido, Bianchi reclamó un esfuerzo máximo a sus jugadores. Alentó y retó según cada caso, lo que refuerza la idea de que para jugar hay que dar un plus y que no hay titulares ni suplentes…

«A partir de hoy, muchachos, no hay más titulares ni suplentes”.

Fue el martes, antes del primer entrenamiento post eliminación contra Huracán por la Copa Argentina. Carlos Bianchi creyó que era hora de agitar el avispero, de tocarle la fibra a un grupo de jugadores que, entendía, no estaban dando todo lo que él sabía que podía dar.

“Demuéstrenme que quieren jugar en Boca”.

El sábado, antes del amistoso contra Quilmes, el Virrey lanzó otro mensaje que llegó claramente al plantel. Y ayer hubo más: volvió a dar señales de que quien quiera estar en el frente a Newell’s en la Bombonera deberá esforzarse hasta el último día. Fue en una práctica de fútbol que tuvo consignas posicionales (los players se movían por sectores, en situación de superioridad e inferioridad numérica). De un lado actuaron con pechera blanca D’Angelo; Grana, Díaz, Magallán, Zárate; Meli, Gago, Ledesma, Carrizo; Joel Acosta y Gigliotti. Y del otro, con buzo amarillo, Vicentini (luego lo reemplazó Trípodi); Marín, Chiqui Pérez, Burdisso, Colazo; Erbes, Bravo, Castelani; Luciano Acosta; Martínez y Chávez.

“¡Hay varios que están caminando, eh, hay varios que están caminando!”, se oyó la voz firme del entrenador en el último tramo del ensayo. Estuvo activo Bianchi, gritón, en una actitud muy distinta a la que había mostrado la semana anterior: pendiente de los movimientos de sus jugadores e incluso dejando pasar algunos foules claros para no cortar el ritmo de la práctica que duró una hora exacta.

“¡Dale, Marcelo, ahí tenés que morder, ahí tenés que estar vos!”, lo tuvo cortito a Meli, a quien llama por su segundo nombre, como le gusta al jugador. Y siguió de cerca a Bravo (su pollo) y a Castellani, a quien volvió a probar como doble 5 (había jugado ahí ante los suplentes de Quilmes): “¡Segura, Federico, lo tenés al lado!”; “Movete, Gonzalo, seguí, vos tenés que llevar la pelota, tocá y movete, no importa que te agarren!”.

Tan metido estuvo el DT que durante buena parte de la práctica tuvo una pelota debajo de su brazo para tirarla al campo apenas se perdiera la que estaba en juego; aplaudió después de cada gol (terminó 5-1, con tres del Burrito, uno de Colazo y otro de Chávez; descontó Carrizo) y se lamentó cada vez que el pibe Joel Acosta despilfarraba una situación con una frase que grafica una de sus mayores preocupaciones. “¡Hay que hacer goles, viejo!”.

Fuente: Olé