Ayer se supo que Petrobras, una de las mayores petroleras en el mundo, pero que en Santa Cruz sólo produce gas, decidió en las últimas horas poner a la venta algunos de sus activos como consecuencia de las dificultades económicas y de una estrategia corporativa que apunta a concentrarse en sus negocios en Brasil.
Desde hace años que la empresa atraviesa por un proceso de desinversión en la Cuenca Austral. De hecho, ya en mayo de este año el titular del Instituto de Energía indicó que la compañía estaba “en retirada” y con la idea de vender sus activos.
La petrolera es una de las que acusó a la efervescencia gremial de impedir su normal desarrollo, pero esto, para el Instituto de Energía fueron meras excusas, por cuanto durante este tiempo se sucedieron intimaciones para regularizar la situación.
Otra cuestión que dificultaba el avance en las negociaciones fue que, como se trata de una compañía extranjera, cada cuestión vinculada al terruño debía ser consultada en Brasil.
Esto fue así hasta que en junio, el gobernador Daniel Peralta junto a Ferreiro, lograron una reunión con la cúpula de Petrobras Argentina de la que también participó Roberto Baratta por Planificación Federal y en donde la operadora manifestó su intención de quedarse y revertir el escenario.
En esa oportunidad el Ejecutivo avizoró que, desde entonces, se abría “un camino de una expectativa distinta, donde la compañía puede trabajar no sólo cumpliendo los planes de inversión sino también atendiendo los reclamos que hay sobre el precio del gas y la colocación del gas santacruceño en el resto del país”.
Así las cosas, y aunque no sorprendió, la noticia de la retirada impactó al Gobierno que hasta el momento siempre prefirió evitar iniciar los procesos de reversión de las áreas, ya que los juicios de caducidad siempre terminan en la paralización de los yacimientos y la Justicia puede bien dar lugar a una medida cautelar, tal como sucedió con las áreas de Oil M&S, desde hace dos años.
Es preciso aclarar también que Petrobras es una productora de gas principalmente, por cuanto lo que la provincia percibe de ella en calidad de regalías no es superlativo, debido a que el precio del gas es bastante bajo.
En esta operación para deshacerse de sus áreas, con las que el año pasado extrajo 379.000 metros cúbicos de crudo de la Cuenca Austral, también venderá la terminal de embarque de Punta Loyola, con capacidad para almacenar 140.000 metros cúbicos y procesar 63.000 metros cúbicos.
Petrobras ya había intentado realizar una operación similar en 2012 para sumar recursos a sus operaciones en yacimientos marítimos brasileños. Ahora buscó un formato de negocio más simple con la intermediación del banco Scotia Waterous, de los Estados Unidos, que ya trabaja para seducir a posibles oferentes.
En víspera de la modificación de una ley de explotación de hidrocarburos que reemplazará una normativa del año ’64, Santa Cruz deberá comenzar una labor técnica para sortear el desplante pero, ahora mas que antes bajo la mirada del Gobierno nacional, ya que en materia hidrocarburífera no hay diferencias.
“Acá no tienen que ver las diferencias políticas, en este tema tenemos la misma sintonía que maneja el ministro De Vido y sus colaboradores”, había señalado Peralta en el marco de las negociaciones con Petrobras.
Lo cierto es que la desinversión de la petrolera de capitales brasileños comenzó en 2010, cuando vendió algunas refinerías y estaciones de servicio por u$s 110 millones. Luego continuó con la cesión a YPF de su parte en el yacimiento Puesto Hernández, valuado en u$s 40,7 millones. Y ahora inició el proceso para vender más de 7.700 kilómetros cuadrados de concesiones en la Cuenca Austral, que abarca a las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego, con una producción de 20 mil barriles diarios de petróleo. El paquete accionario fue valuado en u$s 300 millones, según marcó La Nación esta semana.
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