“Mi opinión personal, y creo que es similar entre mis jefes del Ministerio de Defensa y la primera ministra Margaret Thatcher, es que la ayuda que logramos de Chile fue absolutamente crucial”.
La declaración es de Sidney Edwards, oficial retirado de la Fuerza Aérea Británica, quien, en medio del conflicto bélico que protagonizaron Argentina y Reino Unido en 1.982, fue enviado a Santiago de Chile para conseguir el respaldo de ese país que, en ese momento, era gobernado por el dictador Augusto Pinochet.
En una entrevista que publicó recientemente la revista Qué Pasa, el ex militar resaltó que sin la cooperación del vecino país, Reino Unido habría sucumbido ante Argentina. «Sin ella (ayuda chilena), habríamos perdido la guerra», sostuvo Edwards, según recuperó la fuente mencionada.
El hombre aseveró, seguidamente, que la principal contribución de Chile en aquél entonces fue la información del radar chileno en Punta Arenas. «Lo más importante fueron los avisos tempranos de ataques aéreos», apuntó el ex piloto.
Y continuó: «Sin éstos, cuando tienes un fuerza de mar sólo con una pequeña defensa aérea, como teníamos, habríamos tenido que montar patrullas aéreas de combate carísimas y aviones volando constantemente, listos para interceptar intrusos», subrayó.
En ese orden, Edwards evaluó que, por ello, se evitaron muertes en ambos lados y se logró que la guerra fuera más corta (2 de abril a 14 de junio de 1.982).
Más allá de versiones que vincularon a Chile colaborando con Gran Bretaña en contra de Argentina, el ex oficial de la Fuerza Aérea Británica confirmó tales datos y, como publicó Qué Pasa, está a punto de publicar un libro titulado My Secret Falklands War (de la editorial británica Book Guild), en donde revela, entre otras cuestiones, su misión a Santiago de Chile.

Edwards nació en 1934 y a sus 47 años ya era un experimentado oficial en su país. Antes había sido agregado aéreo en Madrid -donde aprendió español- y, además de ser piloto, tenía conocimientos de inteligencia y de operaciones conjuntas con las otras ramas de las fuerzas armadas. «Tenía una combinación inusual de elementos que se necesitaban para esta misión», resaltó el ex piloto.
Su objetivo era, como él mismo narró, conseguir y coordinar el apoyo del gobierno de Chile a la defensa británica de las islas del Atlántico Sur.
Sobre su misión a Chile
Enviado por la mismísima Margaret Tatcher debía viajar a Sudamérica, puntualmente a Santiago, para conseguir el apoyo de Chile. La misión fue cumplida con éxito y así lo sintetiza Qué Pasa:
Antes de tomar un avión, vestido de civil, hasta Santiago, Edwards tuvo sólo dos días para armar la maleta y preparar su viaje.
En ese tiempo, se reunió con Miguel Schweitzer, embajador chileno en Londres, y Ramón Vega, quien era agregado aéreo en esa misma ciudad y quien mucho después llegaría a ser comandante en jefe de la Fuerza Aérea.
Ya en el vuelo, por fin pudo pensar en su estrategia
en Chile.
“Me puse a planear cómo aproximarme al general Fernando Matthei, cómo le explicaría lo que queríamos lograr”, contó Edwards.
Una vez en Santiago, Edwards partió directo a la embajada de su país. En la tarde ya tenía agendada una cita con el comandante de la Fuerza Aérea.
“El general Matthei me dio la mano cálidamente”, dice Edwards en su libro.
“Me ofreció cooperación total dentro de los límites de lo práctico y de lo diplomáticamente posible. Enfatizó la necesidad de mantener el secreto”.
El británico le dijo que entendía la delicadeza de las relaciones entre los dos países y continuaron conversando.
“No pude creer la cooperación que logré con él y, por supuesto, con el resto de sus oficiales”, recuerda Edwards.
“Obviamente el general Matthei era un hombre muy pragmático y sabía dos cosas clave: que si Chile no nos ayudaba en la guerra, después los argentinos caminarían derecho a tomar las islas del canal Beagle. Lo otro es que Matthei sabía que ésta era una oportunidad ideal para conseguir armamento, inteligencia y otras cosas que normalmente no habrían conseguido”.
En su libro, Edwards describe todas estas reuniones entregando nombres y detalles, a pesar de que las pocas notas que podía tomar debía destruirlas de inmediato.
“Éste fue un periodo muy relevante en mi vida y lo tengo muy fresco en mi memoria”, dice.
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