Cristina embistió contra la justicia para proteger a Boudou

La presidente, al recordar el 40 aniversario del fallecimiento del general Perón, utilizó esta fecha para denostar al poder judicial, en un claro apoyo a Amado Boudou. Y aunque no lo nombró, es la primera vez desde que estalló el escándalo Ciccone que hace mención a este caso judicial, ya que siempre lo omitió, como hace con la inflación, la inseguridad, la crisis energética o cualquier otro problema grave que afecte a todos los ciudadanos y que se pueda atribuir a su responsabilidad. Pero esta vez no pudo aguantar y su discurso, que pocos escucharon porque fue poco antes del partido entre Argentina y Suiza, es la más grave crítica al sistema republicano. Aun mayor que cuando intentó colonizar a la justicia imponiendo la elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura, que fracasó ante un fallo de María Servini de Cubría, ratificado por la Corte Suprema de Justicia. También metió en la misma bolsa a la justicia americana y en especial al juez Griesa. En los casos de Boudou y los fondos buitre, recibió dos duros golpes, aunque hoy se hable sólo de fútbol, cosa que imaginó Jorge Capitanich.

Volviendo a las fuentes

Sólo el partido clave contra Suiza en octavos de final pudo tapar esa Cristina pura que decididamente no quiere reconocer límites a su poder absoluto, ya que insiste en considerar que su triunfo del 54% le da margen para hacer lo que quiera, desconociéndose la carrera universitaria que cursó y no terminó, ya que sólo es procuradora. Y en el futuro tal vez se sepa que es una falsa abogada. Pero el problema no es que no entendió lo que estudió sino que tiene una clara vocación autoritaria que ayer le hizo quitar la máscara democrática y reemplazarla por la fachada populista, la que dice que el que gana una elección presidencial puede hacer lo que quiera y el poder judicial debe acompaña como en Venezuela y Ecuador. De ahí que acusara a este poder de autogobernarse y de ser el único que validó los golpes de estado con sus fallos. Trató asimismo de disimular elogiando a Hipólito Irigoyen, que fue un presidente que respetó íntegramente la división de poderes y que al no tener reelección no designó un obsecuente como su sucesor ya que Marcelo Torcuato de Alvear tenía una concepción más conservadora que la suya. Éste, al finalizar su mandato en 1928, tampoco les hizo caso a algunos de sus seguidores y no intervino la provincia de Buenos Aires para evitar que Yrigoyen volviera al poder en las elecciones de 1928. Luego fue echado por un golpe en 1930. Todo muy distinto a la sucesión de los Kirchner, ya que primero fue Néstor, después Cristina y después estaba previsto que volviera él, pero se murió y ella fue por la reelección. De ahí en más perdió todo espíritu republicano -si alguna lo tuvo- y quiso ir por la reelección hasta que Sergio Massa se lo impidió. Esto le generó un gran resentimiento e impotencia y ahora que quería dormir a los argentinos con el Mundial, la justicia le pone límites a su poder.
Guillermo Cherashny/informadorpublico.com