“Escuchaba que los sobrevivientes lloraban, gritaban y pedían ayuda”

Difundieron la llamada al 911 posterior a la tragedia aérea en el Río de La Plata Se lo contó la operadora que atendió al pasajero Ignacio Llosa, minutos después de que el avión se estrellara.

Como lo hace desde hace un año y medio, la agente y diseñadora gráfica Valentina Rodríguez (29) despidió a Lautaro, su pequeño hijo de tres años, y se dirigió a las oficinas del 911, donde todas las tardes atiende llamadas de emergencia.

El martes 27 de mayo, a las 13.27, atendió y del otro lado escuchó una voz que, con tono agitado, comenzó diciendo: “… Estamos en un avión… No sabemos dónde estamos”. Era la de Ignacio Llosa, uno de los cuatro pasajeros que había sobrevivido a la caída del avión en el que viajaban nueve personas con destino a Carmelo.

Así, Valentina fue la primera en enterarse de la tragedia. Enseguida puso todos sus sentidos en funcionamiento, se movió con presteza para conseguir la información básica para que se activara el rescate. Estuvo además 1 hora y 37 minutos conteniendo con buen tacto al pasajero herido, hasta que llegó el primer helicóptero a rescatarlo.

En reconocimiento a su buen desempeño, el miércoles recibió por parte del Ministerio del Interior del Uruguay una medalla. Horas después conversó con Clarín. “Esta fue sin duda la situación más difícil que me tocó –dijo–. Fundamentalmente porque no se sabía la ubicación exacta adónde había caído el avión, por lo que no podíamos mandar auxilio rápido al lugar, como hacemos en otras situaciones”.

La jóven agregó: “Recién cuando se tranquilizó, el pasajero me aclaró que iban a Carmelo y empezó a tirarme datos más concretos. Lógicamente estaba muy shockeado. Y yo también. ¡No esperaba una llamada como esa!”.

Valentina reconoció oír más ruidos, pero fue concreta: sólo el pasajero que llamó le daba información. “Si bien tenía lesiones, Nacho –así me respondió cuando le pregunté su nombre– era el que estaba mejor, y me parece que el único que no había quedado atrapado. En torno a él solo se sentían voces de desesperación”.

Nunca olvidará los rudios. “Sentía gritos, llantos, pedidos de ayuda. ‘Nacho, por favor, ayudame’, le gritaba la única mujer, desesperada. ‘Sacame de acá’. Eso lo escuché bien claro. También a otra persona que le pedía que la enderezara, porque había quedado inclinada, atrapada entre los asientos”.

Fuente: Clarín