Su estilo de conducción y su auto marcaron claras diferencias. Segundo fue Ardusso y tercero finalizó Ortelli.
Se fue la lluvia, cesó el viento y aumentó la temperatura, pero pasó un tifón por Viedma. Por suerte no fue climatológico, ni el que Norberto Fontana contaba el sábado, tras tanta lluvia y viento, aquel que faltó en aquella carrera japonesa del 97 en Mine que el sábado recordó en la comparación con el temporal vivido en la jornada clasificatoria del Súper TC 2000.
Paradójicamente fue Fontana el tifón que apareció en la pista de Viedma con la forma personal de su talento y garra conductiva hermanada con la contundencia mecánica de un Chevrolet Cruze que pareció de otra categoría. Así largando desde la 12º posición, y tras caer en la vuelta inicial a la 16ª (“tuve que levantar para no llevarme puesto a Girolami”) llegó a una victoria, que como el mismo reconoció, y sus rivales asintieron, no imaginaba en un circuito en el que como todos coincidían minutos antes de la final “los sobrepasos son muy dificiles e incluso podés aguantar la posición sin tener el auto más rápido”.
Minutos después la realidad marcó otra historia. Hubo varios sobrepasos, aunque pocas luchas de posiciones. Igual el movimiento sirvió para alejar del desarrollo de la carrera el temido fantasma de la monotonía agitado por los propios pilotos antes de largar. En cambio sobraron las fallas en los motores, algo que tendrá que preocupar a la categoría, más allá que la explicación inicial haya sido que las malas condiciones climáticas del sábado complicaron la sensible electrónica. Por una de esas fallas Agustín Canapino vio paralizado su Peugeot 408 en la serie y una victoria que parecía segura se transformó en un abandono que lo mandó a largar en el anteúltimo puesto de la final. Por otra, Matías Muñoz Marchesi no pudo largar la final tras ganar su serie. Por otra más, Guillermo Ortelli duró sólo tres vueltas en la punta. Y por otra más, Facundo Ardusso se fue mascullando bronca por ese triunfo que palpitaba y vio escapar a tres giros del final al no poder contener a Fontana.
Fueron incontenibles Fontana y su Cruze. La fortuna lo ayudó y le sacó del camino a Muñoz Marchesi (falla), Pernía (principio de incendio en la vuelta previa) y al relevante Fineschi (sistema hidráulico). Una cuota necesaria en estos casos que fue superada ampliamente por el aporte personal de Fontana sostenido por el rendimiento de su Cruze. También, por la fortaleza anímica del arrecifeño para no rendirse ante el bajón inicial y su experiencia para saber cuándo y cómo instrumentar los sobrepasos que por lo general no encontraron demasiada oposición en sus rivales. Fue como si todos intuyeran que era inútil luchar contra ese veloz Chevrolet y un inspirado Fontana.
“El que más me costó fue Werner, menos mal que cometió un error y pude pasarlo”, le contó Norberto a Clarín en la superpoblada sala de la conferencia de prensa. “Veníamos tirando juntos con Canapino, pero Agustín se quedó trabado con Werner. De haberlo pasado, hubiesemos definido la carrera entre los dos y se me habría complicado, je…”, reconoció Fontana. Vale el dato porque Werner fue el único que opuso verdadera resistencia a los sobrepasos pese a no tener mucha velocidad en su Fiat. ¿Qué hubiese sucedido si el entrerriano lo aguantaba a Fontana? Seguramente estaríamos hablando del triunfo de Ardusso.
La realidad marca que ganó Fontana. Por segunda vez consecutiva y en su segunda carrera en el Súper TC 2000. Es decir que va invicto en este Súper TC 2000 que lo rescató luego de dos años y hoy lo exhibe como su gran figura. Nadie lo hubiese imaginado hace un mes cuando todavía se dudaba de su ingreso. Vueltas de la vida y del automovilismo.
Fuente: Clarín