La ocasión hace al ladrón, según dice el refrán. El miércoles, una hora antes de la medianoche, un grupo de amigos comía un asado en el garaje de una casa de Medrano al 1100 de Pérez…
La ocasión hace al ladrón, según dice el refrán. El miércoles, una hora antes de la medianoche, un grupo de amigos comía un asado en el garaje de una casa de Medrano al 1100 de Pérez cuando fueron sorprendidos por cuatro hombres armados que ingresaron por el portón de la vivienda que había quedado sin candado. «¿Donde tenés la Tornado?», preguntó el ladrón al mando de la gavilla. Y así dio comienzo un atraco en el que al menos seis personas estuvieron en manos de los maleantes cerca de media hora. Los ladrones se llevaron la Honda Tornado 250 color blanca que fueron a buscar, un Chevrolet Astra color verde petróleo, algunas alhajas de la madre del organizador del asado y escasos 2 mil pesos en efectivo.
«No fueron violentos físicamente; aunque sí ejercieron toda la violencia psicológica que pudieron. En un momento les dijimos que no había dinero porque yo no había cobrado el sueldo y nosotros somos gente de trabajo. Y uno de ellos lo agarró a mi marido y le dijo: «Ahora vamos a buscar y si encontramos plata, te quemo»». Adriana es docente y vive desde hace 28 años en una casa de calle Medrano entre López y Alem, en el barrio Parque o barrio Norte de Pérez. «Yo traté de ser la que hablara porque todos estaban muy nerviosos. Mi hijo reaccionó mal a una cosa que le dijeron estos hombres y lo patearon en el piso, le dieron culatazos en la cabeza», recordó la docente.
Adriana tiene dos hijos menores de 25 años. Todos los miércoles los muchachos junto a sus amigos se juntan en el garaje de la coqueta vivienda y comen un asado. El garaje de la casa está cerrado al frente por un portón enrejado que permite observar lo que pasa en el interior y que la familia suele mantener cerrado con un candado. Desde la vereda se puede ver el fondo de la casa y el parrillero, ubicados a más de 15 metros del ingreso.
El miércoles cerca de las 23 en ese garaje comían un asado los dos hijos de Adriana con tres amigos mientras escuchaban música propalada desde el estéreo de un Chevrolet Astra color verde petróleo del mayor de los muchachos. A la hora mencionada el menor de los hermanos agarró su auto, otro Astra, y se fue a la casa de su novia. «Mi hijo salió para ir a la casa de su novia y se olvidó de cerrar el portón con candado», contó Adriana. Entonces los ladrones aprovecharon la oportunidad e ingresaron. Lo hicieron con naturalidad, de a uno y en fila india. Dando la apariencia de nuevos amigos que vieron humo y pasaron a comer el asado.
Pero esa no era su idea. Los ladrones, de entre 20 y 25 años, la misma edad que los comensales, fueron directamente hacia el hijo de Adriana y le preguntaron: «¿Dónde tenés la Tornado?», por su moto Honda color blanca de 250 centímetros cúbicos. «Fue una sorpresa porque mi hijo hace poco que tiene esa moto. Hará unos tres meses. Y no la ha usado mucho. Ayer (el miércoles) la usó porque tuvo problemas con su auto, pero no era de usarla mucho», explicó Adriana, quien al momento del ingreso de los ladrones miraba televisión con su esposo en una de las habitaciones de la casa.
Con los jóvenes controlados, los maleantes fueron por los padres. «Nos hicieron tirar al suelo, boca abajo, con la nariz tocando el suelo. Y cada vez que levantábamos la cabeza de más, venía la advertencia o en el caso de mi hijo, los golpes», comentó la mujer.
A los rehenes los juntaron en la cocina de la casa. Todos boca abajo y sin atarlos. ««¿Dame la llave de la Tornado?», me dijo uno de los ladrones y yo le contesté: «No sé donde está, pero ahí tenés un manojo de llaves de la casa; llevátelas»», recordó Adriana que le gritó al joven ladrón. «Era angustiante escuchar, tirados en el piso boca a abajo, como los ladrones vaciaban los cajones de los placares sobre el piso buscando dinero», indicó la mujer. «Nosotros les dijimos que no había dinero en la casa pero vaciando las billeteras de todos no se si habrán juntado 2 mil pesos», recordó.
Durante la media hora más larga de sus vidas, hubo momentos en los que a Adriana se le paralizó el corazón. «Escuchamos un auto frente a la casa y se pusieron muy nerviosos. Yo pensé en mi hijo, que había ido de la novia. Uno de los ladrones le dijo a otro: «Si es el del Astra, quemalo». Y yo pensé que ojalá no fuera mi hijo», contó Adriana.
Ya en la fase final los ladrones buscaron un lugar donde dejar encerrados a los rehenes. «Dame la llave del baño», le dijo uno a Adriana. «Que se yo dónde está la llave del baño, se perdió la llave del baño», respondió ella. Entonces los ladrones llevaron a sus retenidos a la habitación matrimonial, pero como tiene las ventanas a la calle cambiaron otra vez de lugar. Fueron entonces a la habitación de uno de los hermanos donde finalmente los encerraron con llave. Y para evitar que huyeran, intentaron obstruir la ventana desde el lado de afuera con una mesa y sillas.
«Hubo un momento que la casa quedó en silencio. Empezó a sonar el teléfono y como nadie lo atendía nos dimos cuenta de que se habían ido. Entonces forzamos la ventana y pedimos ayuda a los vecinos», comentó Adriana. Los ladrones por entonces se habían ido llevándose la Tornado blanca, el Astra verde petróleo dominio HMO436, dos notebooks, alhajas de Adriana y unos 2 mil pesos en efectivo. La denuncia fue radicada en la comisaría 22ª y es investigada por la Unidad Fiscal de Flagrancia y Turno.
Fuente: http://www.lacapital.com.ar/