A Oscar Ferreyra, presidente de Los Andes, le balearon su casa en Lomas de Zamora en medio de una interna con los barras y decidió renunciar, junto con la CD. Por fortuna, no hubo heridos. «Ningún estamento político ayuda», le dijo el ya ex directivo a Olé.
La violencia otra vez le ganó al fútbol. Se hizo nuevamente presente. Esta vez ocurrió en Lomas de Zamora. Allí fue baleada la casa de Oscar Ferreyra, el presidente del club Los Andes. Por fortuna no hubo heridos. Igual, ante este hecho, en medio de una interna con los barras, el directivo presentó su renuncia, al igual que los miembros de la comisión directiva.
El episodio ocurrió pasadas las 19 horas del lunes. Ferreyra, que no se encontraba en su domicilio, recibió el llamado desesperado de su esposa contándole el hecho en su hogar, ubicado a diez cuadras de la sede social de Los Andes.“Me llamó mi mujer, conmocionada. Las paredes del muro estaban con balas de grueso calibre. Esto es el límite. La renuncia es indeclinable. ¿Qué hago si le pasa algo a mi familia? Me tengo que pegar un tiro”, le relató el directivo a Olé con crudeza. Esta lamentable situación ocurrió luego de una asamblea extraordinaria desarrollada en el Milrayitas durante el pasado fin de semana. En ese lugar se había tratado entre los socios cómo abordar la prohibición de jugar de local en el Gallardón por la presencia de los violentos.
Enseguida, Ferreyra recibió el apoyo de sus pares. “Agradezco a la CD, a los hinchas. El teléfono no ha dejado de sonar”, expresó. Y, a la par, cargó contra el ámbito político por este nefasto acontecimiento: “Ningún estamento hace algo. Está a la deriva. Yo tenía las ganas, el vicio, de presidir el club. De aportar lo mío, pero esto es indeclinable”. Ahora, a esperar las investigaciones policiales para encontrar a los responsables de este triste episodio. Una vez más, el fútbol manchado por los violentos.
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