El placer estresado: el sexo en tiempos modernos

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El estrés crónico provoca un desequilibrio hormonal que afecta directamente tus emociones. Y también afecta tu vida sexual. ¿Qué mejor respuesta para el sexo estresado que el sexo slow? Cómo reconectarte con tu cuerpo y tus sensaciones.

·por Adriana Waisman

10 cosas que (seguramente) no sabías sobre el sexo

Pertenecer a estos tiempos modernos es un trabajo “full time”, con grandes expectativas puestas en el futuro, con poco lugar para disfrutar el presente. Planificás un día de veinticuatro horas como si tuviese treinta, le sumas los extras no previstos del día. Sentís que el tiempo se escapa de tus manos. Crees que tenés que progresar, casi sin cuestionarte, qué es eso para vos. Seguís proyectando. Es cierto que mirar hacia adelante es darle un sentido a tu vida… Siempre y cuándo no te pierdas en esa carrera los encuentros placenteros en este presente. El estrés puede adormecer tu placer, tus fantasías, tu sexualidad: solo vos tenés el poder de despertarlo.

Sabemos que contamos con una desventaja cultural. Creemos que hay mucha expectativa puesta en nosotras: buenas madres y esposas, amas de casa, profesionales… La lista puede seguir, lo que te lleva a sentirte ansiosa, insegura, hipersensible, con trastornos en la alimentación, en el sueño, con falta de concentración, insatisfacción. El estrés crónico provoca un desequilibrio hormonal que afecta directamente tus emociones. Y también afecta tu vida sexual. De a acuerdo a cómo vivimos, podemos -de alguna forma- regular nuestro ritmo hormonal. El exceso de estrés hace que segreguemos más adrenalina y cortisol, lo que aumenta tus sensaciones de miedo, bronca, ansiedad.

Cuando logramos darnos un tiempo y conectarnos con las cosas que nos hacen bien (ya sea escuchar música, leer o, simplemente, cerrar los ojos, respirar profundo una y otra vez, e imaginarnos una situación placentera, que nos trasmite tranquilidad), logramos mayor secreción de oxitocina, que es la llamada “hormona del amor”, que juega un papel importante en tu vida sexual. En la mujer influye en su flujo vaginal y, en el hombre, en su mecanismo de erección. Ésta, junto a otras hormonas y neurotransmisores, ayudan al equilibrio emocional.

¿Qué mejor respuesta para el sexo estresado (que muchas veces se parece más a una reunión agendada que a un encuentro amoroso) que el sexo slow? Tiene que ver con aprender a valorar tu tiempo, tus sensaciones, tu ritmo para hacer el amor, desde una vivencia de sensaciones intensas placenteras compartidas y para no convertirlo en un delivery.

El vivir a mil y con la certeza de que es la única manera de vivir -junto a la ansiedad que esto provoca- te desconecta del deseo, del placer. La reconexión no la hace ni la ansiedad, ni la espera pasiva. Pero sí la podés lograr con tu decisión de modificar algunos hábitos. A continuación, algunos tips para ayudarte en esta decisión y recrear tu sexualidad:

* Reprogramá tu agenda. Agendá todos los días al menos dos encuentros: uno con vos tomándote un tiempo para hacer lo que te guste (intentá que sea una actividad distinta cada día); y otro, con tu pareja: un tiempo de encuentro, de miradas conectadas, de palabras susurradas, de manos encontradas.

* Buscá la magia en el aquí y ahora. Buscar la magia de los primeros tiempos es una pérdida de energía que no te permite valorar el hoy. Reencontrarte con la magia de esos días seguramente no tendría mucho sentido, porque ya no sos igual. Creciste, pensás y sentís de otra forma. Animate a buscar la magia en el aquí y ahora. Encontrala, despertando tus sensaciones. Creá nuevos hábitos, encendé una vela aromatizada, con alguna música que te guste. Tomá un baño de espuma. No importa cuantas veces por semana lo hagas, lo importante es que aprendas a “darte un tiempo”. Que es tu tiempo de recuentro de reconocimiento.

* Revalorizá tu sexualidad. La energía sexual recorre todo el cuerpo. Potenciala. Aprendé a vivir tu sexualidad como un juego de placer puesto en las caricias, intenten hacer cada encuentro diferente, puede ser con aceites, con objetos… Creen un relato erótico de las sensaciones que este juego despierta. La conexión con la mirada con el ritmo respiratorio del otro, con su tono de voz, con sus movimientos. Respeten el tiempo de cada uno. Eso es conectarte con la verdadera sexualidad, que va más allá de la genitalidad. A través de los juegos sensuales sin un reloj que los marque, para llegar a un fin determinado en tiempo y forma.

* No le pongas trampas a tu ratonera sex hot. Rompé con la creencia de que el momento hot es únicamente el momento del encuentro. Hacé de la frase “cosecharás tu siembra” tu frase de cabecera. Tomate un tiempo para liberar tu mente, sembrá fantasías con escenas vividas placenteras, o escenas creadas y disfrutalas con todos tus sentidos.

* Aprendé a disfrutar la sexualidad slow. La filosofía slow nació en Italia, y es la contrapartida del “sexo estresado”. El “sexo slow” no valora la cantidad de orgasmos, ni la frecuencia o la cantidad de posiciones, sino la calidad. Este sexo es el que te conecta con tus sensaciones, con tu tiempo elegido, con tu ritmo. En contrapartida, está el “fast sexo”, donde la propuesta parece ser un sexo instantáneo, rápido y efectivo para ser reconocido como un “buen sexo”.

El deseo se va “descontracturando” en cada actitud. Intentá cambiar el desayuno rápido cotidiano que incluye el parte diario, lleno de indicaciones (“acordate de”, “llama a”, “no hagás”, “hacé”, etc.) por un tiempo de desayuno compartido, con un beso que trasmita afecto más que compromiso. Acortá la lista del parte diario por un intercambio de miradas, caricias. Tómense un tiempo para mandarse un mail o mensajes de textos amorosos durante el día. Sorpréndanse con salidas espontáneas, distintas. Pensá que todo cambio de hábito es un camino directo a la creatividad, al placer. Aprendé a saborear cada momento de la vida, para disfrutarla.

Estos tips son algunos de los que van a formar parte de una larga lista que vos vas a seguir escribiendo desde tus creencias y actitudes, para desestresar el placer y vivir desde ahí tu sexualidad teniendo en cuenta un condimento importante: la imaginación. Como la define Octavio Paz: “En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación”.

Lic. Adriana Waisman, psicóloga especialista en conductas adictivas y trastornos de ansiedad.

El estrés y el sexo: cuando la mente y el cuerpo nos juegan en contra
¿Se puede tener sexo “sin fallas” estando preocupados, alterados, cansados, distraídos, estresados? ¿Qué pasa cuando las hormonas, subordinadas a la cabeza, están en otra parte? El reconocido sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff nos da las respuestas.

· por Dr. Juan Carlos Kusnetzoff

Claves para entender el erotismo homosexual

“Te juro que es la primera vez que me pasa”; “hoy no, me duele la cabeza”… Excusas muchas veces dichas, negativas muchas veces escuchadas. La respuesta sexual es instintiva, pero entre los humanos se halla condicionada por la conciencia, la voluntad y la cultura. ¿Qué pasa cuando la sangre, en vez de circular hacia la zona genital, se queda trabajando en el cerebro tratando de resolver un problema laboral?

Una vez que no llegue al orgasmo, una vez que no consiga la erección… Son fallas, sí, pero nada grave, nada de qué preocuparse. Aunque no estaría de más analizar si estos pequeños traspiés coinciden con alguna demanda estresante, considerablemente distractiva, debe dárseles la importancia –ninguna- que se merecen.


¿Qué son las disfunciones sexuales humanas?

Son las dificultades que afectan repetidamente alguna o algunas de las etapas de la respuesta esperable. Cada una de ellas puede ser accidental o crónica –aunque después de un par de “accidentes” tienden a instalarse-, de origen físico, emocional o anímico, estar o no vinculada con las otras y permitir distintos grados de reversibilidad, pero en síntesis se trata de:

-Anafrodisia (ausencia de deseo).

-Ausencia o insuficiencia de la erección del pene o de la secreción vaginal, vaginismo o eyaculación precoz relacionados –o no- con la anafrodisia.

-Anorgasmia, imposibilidad o seria dificultad de alcanzar el orgasmo.

Algunas veces, la disfunción proviene de daño orgánico (ya sea local o sistémico, curable o incurable) pero en todos los casos el factor psicológico es determinante del problema y, sobre todo, de su reiteración: una experiencia de eyaculación precoz, de falla eréctil o de dolor vaginal frente a la penetración, cualquiera sea su causa, con seguridad va a obstaculizar los siguientes intentos, aún en ausencia del motivo original.

El estrés “en” el sexo

Un enemigo mortal del ejercicio pleno de la sexualidad es el mal estrés, ya sea por sus manifestaciones propias (tensión, mal humor, cansancio, desinterés, irritabilidad, impaciencia) como por su incidencia negativa en la salud general. La entrega que requiere un acto sexual satisfactorio es difícil, si no imposible, con un malestar físico o un estado de ánimo negativo. Por otra parte, des de un ángulo puramente fisiológico, durante la respuesta adaptativa a otras demandas, se produce una baja de los niveles de andrógenos y estrógenos.

Las manifestaciones del estrés no se limitan a la tensión nerviosa o a la gastritis. De hecho, una de las más características es, precisamente, la disfunción sexual. Cuando alguien tiene en claro que la situación –económica, afectiva, laboral- lo desborda, incluso es preferible que no intente tener una relación; el riesgo va más allá de una falla accidental porque, como sabemos, ésta misma es desencadenante de otras y capaz de instalar la idea de un problema insuperable.

Ni pensar en “usar” el sexo como sustituto de otras carencias, porque lo más probable es que conduzca al fracaso. Hacer el amor consuela, anima, relaja y muchas cosas más, pero no si se practica a la fuerza, sin hacer prevalecer el deseo.

Ninguno de los elementos que suelen estar presentes en un cuadro distrés (depresión, ansiedad, angustia) es, precisamente, un motor de la libido. Ni hablar de los malestares corporales que suelen acompañar al estrés o la presencia de síntomas de pánico o burnout.

El estrés “del” sexo

A su vez, el sexo es factor de estrés, por ausencia o presencia. Por un lado, la abstinencia, aún la elegida, implica una sobrecarga de impulsos insatisfechos, por más que se procuren canalizar hacia otros objetivos.

En cuanto a la práctica sexual, también suele ser agente estresante. En realidad –y por suerte- si se considera la acepción extensa de la palabra “estrés”, siempre lo es. En efecto, la aceleración de los latidos del corazón, el cosquilleo en el estómago, el rubor, la emoción, la energía adicional que el deseo y el amor ponen en marcha forman parte del “estrés” más delicioso y ambicionado de la especie.

Sin embargo, experiencias de cambio sexual (la primera vez con una pareja), la rutina, la presión, el apuro y la ansiedad y el miedo son factores que, desde el sexo, estresan.

El Dr. Juan Carlos Kusnetzoff es el autor del libro “Estrés y sexualidad. Relájate y goza”, de Editorial Granica, de donde se extrajo esta columna.

¿Demasiado cansados para tener sexo?
Los síntomas de fatiga hacen que el deseo se vea afectado, con más frecuencia en las mujeres que en los hombres. ¿Qué podemos hacer para recuperar las ganas?

· por Dr. Walter Ghedin

La vida cotidiana exige respuestas inmediatas en las distintas áreas: trabajo, familia, hijos, pareja y vida social. En ese trajín aparecen los síntomas de fatiga, que se clasifican en cansancio físico y cansancio mental, y es inevitable que el deseo sexual se vea afectado.

Es frecuente que la persona reconozca que desde hace un tiempo (como mínimo tres meses) la capacidad para generar encuentros y para fantasear se encuentra disminuida.

No hay datos sobre la frecuencia del trastorno, pero se estipula que la disminución del deseo sexual en la población general estaría entre un 15 y un 33%. Las investigaciones revelan que en la mujer alcanza la cifra máxima, es decir, un 33%.

En los hombres, los problemas en el deseo sexual suelen aparecer con más frecuencia luego de los 50 años y coexisten con una disminución de la testosterona. Es habitual que se acompañe de disfunción eréctil.

Cuerpo y mente dicen «no»

La fatiga mental impide que se dejen de lado las preocupaciones y se abra paso a los pensamientos y las fantasías eróticas. La persona se siente abrumada, aturdida y no puede imaginarse en una situación sexual. Esta inhibición sobre el deseo y la imaginación obtura cualquier posibilidad de encuentro.

El cuerpo cansado acompaña el retraimiento: “no me imagino ni tengo fuerzas para tener sexo”. Las personas con cansancio y baja del deseo sexual no se permiten tener ningún gesto de contacto físico (como caricias, abrazos y masajes) por temor a que desemboquen en una relación sexual y decepcionen a sus parejas.

La justificación aparece como recurso defensivo: “demasiado trabajo, demasiados problemas”. Si durante la semana es imposible el encuentro también lo será el fin de semana porque hay que descansar y recuperar algo de fuerzas.

Una decisión saludable

Cada nuevo día nos desafía a encararlo con una cuota de espontaneidad, creatividad y compromiso personal. Evaluar los problemas a encarar, tener una visión optimista y disfrutar del tiempo libre son algunas de las premisas para estar más saludables.

En el área sexual, estimular las caricias y todo tipo de expresión de ternura ayuda a no perder la conexión de los cuerpos.

Un cambio de perspectiva supone centrarnos en nosotros mismos con el fin de reflexionar acerca de la vida que deseamos construir. Volver al eje de nuestra existencia nos convoca a hacernos responsables de cada acción y dejar de lado las múltiples defensas que apuntan al entorno o a situaciones traumáticas.
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