Más que un técnico, Boca parece haber contratado un doctrinario de la disciplina. Sin embargo, en clubes como Gimnasia e Independiente, el factor vestuario le jugó en contra
Boca se ha recetado otra vez. Pretende arrancar de nuevo y eligió a Julio Falcioni como responsable de su próxima faena, que no admite otro final que la foto del equipo con la copa del campeón.
Sin embargo, y pese a la generalización popular que señala al entrenador como un hombre de rigor, un instructor inflexible, se sabe que ingún antecedente cuenta en el vestuario de Boca.
Su experiencia en Independiente, otro de los grandes de la Argentina, quizá le sirva a Falcioni para no tropezar dos veces en el mismo lugar: del «Rojo» se fue en 2006 no sólo porque los resultados no eran los esperados sino, principalmente, por el enfrentamiento interno que tuvo con Daniel «Rolfi» Montenegro, uno de los líderes de aquel equipo.
Para muestra basta un botón, reza el dicho, y entonces el entrenador, más que saber dibujar una táctica en un pizarrón, deberá encontrar el camino que sus antecesores, con muy pocas excepciones, no supieron dilucidar: el de entrar en la sintonía del vestuario, eso que es apenas un espacio físico pero que, a la postre, termina por decidir, lisa y llanamente, quien sigue y quien no.
Evitar los grupos será casi imposible, en cada lugar en el que conviven personas los hay. El desafío será, sí, lograr que las intenciones de los mismos no terminen minando su campo.
A Falcioni le llegó la hora: es como ese estudiante que todos los años tuvo el mejor promedio y, de repente, debe demostrar cuán bueno es en la práctica.
Su desempeño en Banfield -más toda su previa experiencia- le abrió las puertas en Boca, lugar donde se decidirá una vez más si, en este caso Julio Falcioni, es un técnico destinado a sentarse a la mesa de los grandes, o se queda en la antesala de los teloneros
Fuente: Infobae