Juntos en su enemistad con el Gobierno, Moyano y Barrionuevo lanzaron una convocatoria para el encuentro del lunes que perturba a políticos y gremialistas. El desafío: avanzar hacia la unidad
«Subimos la montaña de riñas y batallas, vencimos al orgullo sopesando las palabras. Pasamos por los puentes de celos y de historias, prohibimos a la mente confundirse con memorias».
Que se sepa, los versos de esta canción del pop español no están inspirados en la tormentosa relación de Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, pero bien podrían. Irreconciliables desde el inicio del menemismo hasta estos días, el camionero y el gastronómico se aprestan a formalizar, el lunes en Mar del Plata, una sociedad impensada, con doble propósito: dar un primer paso de unidad en el atomizado tablero sindical y, al mismo tiempo, conseguir juego en la interna de los potenciales candidatos presidenciales del PJ para el año que viene.
El convite a medio mundo está hecho. Ahora le quedan 72 horas de plazo a los que recibieron tarjeta para determinar la conveniencia o no de asistir a un encuentro crítico frente a la administración K, en el que se aguardan las presencias de Daniel Scioli, Sergio Massa y José Manuel de la Sota, además de representantes de distintas expresiones sindicales y de sectores empresarios.
«Yo ya invité a todos. Los tres candidatos me confirmaron que vienen. También lo llamé a (Antonio) Caló, pero me dijeron que estaba en el médico. Por eso le mandé a decir que contara conmigo si necesitaba una transfusión de sangre…», señaló a Infobae un zumbón Barrionuevo, dando a entender que espera a cualquiera menos al metalúrgico que conduce la CGT oficialista. Pero apuntó que la cantidad de gente anotada para el lunes «es tanta» que dispuso cambiar el escenario originalmente previsto por uno más amplio, en el marplatense Hotel Presidente Perón de los gastronómicos, en Tucumán y Rawson. Antes de cortar la comunicación, vaticinó que en marzo el sindicalismo peronista estará reunificado.
Tal como aconseja el pragmatismo más rancio, Barrionuevo no es hombre de rencores largos. Al parecer quedó en el pasado pisado cuando decía que Moyano, por su acercamiento con el kirchnerismo, «vomitaba caviar», o cuando justo hace un año señaló que Scioli usaba «bombachita de goma» y que le tenía miedo a la Presidente. Moyano, en tanto, tampoco recuerda ya a Barrionuevo como supuesto responsable del incendio a Modart, en 1989, durante un acto con perfume antimenemista del extinto Saúl Ubaldini en Plaza de Mayo.
En cualquier caso, la agenda para el lunes está diagramada: precios que suben, inflación que no cede, paritarias sin techos, deudas impagas a las obras sociales, situación de los jubilados, impuesto a las ganancias, paz social, etcétera. Nada de medidas de fuerza, por ahora. Unos reclamarán desdoblar las negociaciones salariales por trimestre o por semestre. Otros pedirán la convocatoria urgente del Consejo del Salario.
Se supone que los precandidatos, cada uno a su turno, por separado, también deberán dar un pantallazo de sus posturas sobre esta agenda recargada de cuestiones que urgen a las cinco centrales existentes. La pregunta del millón es si los tres precandidatos van a concurrir.
El que más interrogantes despierta naturalmente es Scioli. Aunque no se la quiere perder, el bonaerense sabe -o debería- que su presencia en un ámbito hostil al Gobierno le podría significar una factura enorme de Cristina Kirchner y compañía. Massa, en plan de recoger heridos en su ambulancia electoral, quisiera darse una vuelta, pero también escucha a los gremialistas de su escudería, como Héctor Daer de la Sanidad, por ejemplo, que se lo desaconsejan. «Mirá Sergio que es una convocatoria al más puro estilo kirchnerista: van a trazar una raya al medio para enfrentar a los que hayan ido contra los que no vayan», le dicen al de Tigre, que cavila.
Voceros del Gobierno alimentan la duda metiendo cizaña: «Hay que recordar cómo le fue en las elecciones al colorado (Francisco) De Narváez por quedar pegado a Moyano», dijeron a este medio. El que más garantías de concurrencia daría es De la Sota, de quien muchos creen que, en verdad, se imagina como el futuro vice de Scioli. «El cordobés está jugado, no tiene nada que perder», calculan. Se verá.
Fuera de estas especulaciones la CTA oficialista de Hugo Yasky («Es el arca de Noé», dijo de la movida en Mar del Plata), el tándem Moyano-Barrionuevo quedó frente al desafío de ver cuáles y cuántos gremios de la CGT de Caló y de la CTA de Pablo Micheli se suman al plenario en «Mardel». De la primera, hay dos cantados: los conductores de locomotoras (La Fraternidad) de Omar Maturano y los colectiveros de la UTA, que lidera Roberto Fernández. Cuesta creer que puedan volver al redil después de dar este paso. Así, son dos gremios pesados del transporte que se acoplarían a las filas del sindicalismo opositor.
Desde la central de Caló tratan de comprenderlos a ambos: «Roberto está muy ahorcado porque le deben mucho dinero a su obra social». Y Maturano perdió terreno al no depender más de (Julio) De Vido. Ahora con (Florencio) Randazzo, no la está pasando bien», apuntan los desajustes de La Fraternidad con el ministro de Interior y Transporte.
El otro gremio fuerte del sector trenes, la Unión Ferroviaria de Sergio Sasia, en cambio, sigue disciplinado al kirchnerismo. Sin hacer olas, quiere negociar aumentos y que el Gobierno les habilite un convenio colectivo de trabajo único para todas las ramas del sector, como tuvieron alguna vez. Pero Rubén «Pollo» Sobrero, jefe del cuerpo de delegados de la línea Sarmiento y cuadro de la izquierda dura, habla otro idioma: reclama sin más un 40 por ciento de incremento para los ferroviarios de su sector.
Los embarcados con Caló no le pegan al jefe de la UOM por su mansedumbre y falta de resultados sino al propio Gobierno, por tener -dicen-, «25 ventanillas distintas para negociar» y por «no contar con un claro diagnóstico de la realidad». Casi como una letanía, Caló sigue pidiendo una reunión con Cristina. Pese a la indiferencia que llega desde la Casa Rosada, nadie espera una estampida, ni muchos menos, de gremios oficialistas a la cita en Mar del Plata.
Uno de los pocos portavoces del oficialismo que habla con la prensa dijo a Infobae que Barrionuevo, por sus antecedentes, «no está en condiciones de hablar de paz social» y arriesgó que 2014 registrará una conflictividad laboral más baja que el año pasado. «Las tensiones actuales son las propias a la apertura de cualquier negociación paritaria: los empresarios lloran y los dirigentes gremiales gritan», señaló el vocero, ducho en estas lides.
Fuente: Infobae