O ABAL MEDINA NO SE FUE O CAPITANICH DESVÍA CULPAS

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Desorden en la tropa: Estalló la 1ra. interna del ‘Gobierno renovado’

A poco menos de 20 días de la asunción de los ministros del «nuevo Gabinete» de una Cristina Fernández «renovada» (pasó de vestir de negro a vestir de blanco), ya estalló la primera interna. La engendró el caos en Córdoba, sobre el cual Carlos Zannini y Jorge Capitanich iniciaron un juego macabro.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) Carlos Zannini conoció a los Kirchner en Santa Cruz en 1984 y desde entonces acompañó al matrimonio pingüino desde la intendencia de Néstor en Río Gallegos (1978-1991), las tres gobernaciones de Kirchner en Santa Cruz (1991-2003) y las tres presidencias de los K (2003-2013).

Sin embargo, el secretario Legal y Técnico y funcionario más influyente de la Presidente, comparte su orígenes con el también cordobés José Manuel de la Sota.

Zannini es cordobés y, aparentemente, tiene viejas desventuras con De la Sota.

El secretario comenzó sus inclinaciones políticas en los 70, con el ascenso de Cámpora al poder y la tercera presidencia de Perón. Pero lejos de pertenecer al «peronismo revolucionario» se volcó a la izquierda dura, formando parte de la Vanguardia Comunista, agrupación identificada con la ideología maoísta. Ya, por aquel entonces estaba duramente enfrentado con un joven De la Sota, dirigente del peronismo ortodoxo.

Tras el golpe de estado de 1976, Zannini fue detenido y mantuvo esta condición por 4 años en una penitenciaria de La Plata. Al ser liberado regresó a Córdoba y se recibió de abogado en 1981. Con el advenimiento de la democracia en 1983 un amigo lo invitó a mudarse a Río Gallegos. Allí conoció en 1984 a Néstor Kirchner, por aquel entonces un político emergente y abogado, y a Cristina Fernández en la unidad básica «Los Muchachos Peronistas» de aquella ciudad.

A este hombre aceptó subordinarse ayer el flamante ministro de ministros Jorge Capitanich, comprometiendo seriamente su futuro.

De allí que ‘Clarín’, por citar un caso, mencionara que «Abal Medina no se fue», el jóven ex ministro que Zannini se alegraba de manejar a su antojo.

Dicen que aprovechó la crisis de saqueos en Córdoba, para ver brillar su gran oportunidad de terminar con la carrera política de su odiado De la Sota. Decididó que no se iba a prestar ninguna asistencia a la provincia a pesar de las imágenes apocalípticas que trasmitían los canales de TV.

«Lo vamos a quebrar», habría sido la consigna de este hombre que cuenta siempre con el respaldo de Cristina. Hace casi 30 años que trabaja palmo a palmo con la mandataria y es su principal asesor desde la muerte de Néstor Kirchner.

Según el sitio ‘La Política Online’, dicen que Capitanich apeló a teléfonos celulares de colaboradores para comunicarse con los funcionarios de Córdoba, a los que rogaba: «No me llamen a mi celular, no me dejan hablar».

Sin embargo, la jugada de Zannini no llegó muy lejos. No habían pasado 12 horas de su orden de abandonar a Córdoba, que todo el arco político opositor exigió el envío de gendarmes, mientras la indignación de la gente empezaba a filtrarse en los medios de comunicación.

Así fue como la contraorden salió como un rayo y el mismo Sergio Berni que afirmaba por la noche burlón que su Secretaría no era “un delivery de gendarmes”, a media mañana anunciaba el envío de 2.000 efectivos.

Al final del día, el macabro juego que inició Zannini volvió a sumergir a este intento de «nuevo Gobierno» en el peor de los barros.

Córdoba evidenció la incapacidad de Zannini, su falta de apreciación de los hechos, pero peor aún para el torpe secretario, De la Sota se mostró sacando pecho como gran pacificador.

Por su parte, Capitanich pasó de verse como el jefe de Gabinete de un gobierno normal, que promete rendir cuentas al Congreso como marca la ley, recibe a la oposición, habla con los periodistas y hasta es capaz de reunirse con los destituyentes de la Mesa de Enlace y otro destituyente como Macri, pero cuando las papas queman mostró no estar para eso sino para hacer lo que le mandan o le permiten.

«En la primera de cambio se comprobó que no es el burócrata opaco y vacilante de Abal Medina, pero se somete con la misma docilidad y sin chistar a cualquier cosa que le ordenen desde Olivos, así sea un disparate como no enviar gendarmes a una provincia en llamas y con la gente desprotegida. Todo porque De la Sota rompió con el kirchnerismo y el kirchnerismo se empeña sistemáticamente en perpetuar cualquier revancha», mencionó ‘Clarín’.

Hay, claro, otra versión. Una que da «crédito» a Capitanich y que dice que el entorno del ministro lo relata así para desligar culpas.

Sea cual fuera la versión verdadera, ni una ni otra niegan la realidad que vive el «renovado Gabinete» de una Cristina Fernández que lo único que cambió fue el color de su ropa, que a menos de 20 días de anunciarse los cambios de «figuritas», ya manifiesta la primera interna, el primer choque puertas adentro.

Esta mañana, Capitanich no habló como lo venía haciendo estos días. Sin dudas, una señal de que algo anda mal.