La última semana estuvo signada por el regreso de la señora Presidente y los cambios en el gabinete, los cuales apuntaron a oxigenar a su equipo de trabajo y barajar y dar de nuevo ante una coyuntura económica y política compleja para el oficialismo. En 5 días frenéticos en los que se cambió el Jefe del Gabinete, el Ministro de Economía, el presidente del BCRA y (lo que no es poco) al polémico Secretario de Comercio, no sólo hubo cambios de elenco sino una serie de precisiones con respecto a la orientación de la política económica, en momentos en los que eran necesarias definiciones ante una ola de especulaciones.
Si bien por ahora hubo pocos anuncios de medidas concretas (con la excepción del envío al Congreso de un impuesto para gravar la importación de vehículos de lujo), el nuevo responsable del gabinete y el flamante Ministro de Economía se encargaron de dar algunas pistas acerca de los ejes de su agenda, tras la incertidumbre inicial desatada con los cambios ministeriales.
Según las declaraciones de ambos funcionarios, todo indica que la posibilidad de un desdoblamiento cambiario ha sido, de momento, descartada y la apuesta oficial estaría orientada a avanzar, de manera más firme, en lo que venía siendo el eje hasta ahora: apostar a una recomposición de la oferta de dólares, vía créditos externos, como forma de recomponer las alicaídas reservas. Más allá de los controles a las importaciones (fundamentalmente suntuarias) y recargos al turismo, se evitarían soluciones extremas que actúen sobre la demanda de divisas. A lo anterior, se suman las primeras señales concretas de comenzar a retirar selectivamente los subsidios a los servicios públicos, moderar el gasto y la emisión monetaria. Esta agenda con tintes “ortodoxos” se coronaría con el lanzamiento de un nuevo IPC en enero de 2014. Como forma amortiguar los efectos inflacionarios de los ajustes de tarifas y una mayor flexibilidad cambiaria, se relanzarían los acuerdos de precios, mientras se avanza en una concertación con empresarios y gremios para dar “certidumbre” en las próximas partirías.
El desdoblamiento sería, bajo el nuevo esquema, una carta que el gobierno de momento no jugaría. Sin la posibilidad de insistir en la re-reelección tras los resultados de los últimos comicios, y con un oficialismo que ahora ensaya la posibilidad de heredarse a sí mismo a través de un delfín de la señora Presidente, la probabilidad de abrir la caja de Pandora del desdoblamiento luce algo más lejana. Se trata de un esquema complejo de administrar, al que es fácil entrar, pero difícil salir de manera indolora, tal como lo demuestra la experiencia argentina y latinoamericana de los ´70s y ´80s.
En este contexto, es que el gobierno intenta virar el eje de la discusión del “desdoblamiento” a la “flotación administrada”. Pero aquí surge el dilema de acelerar la tasa de devaluación versus realizar un salto discreto del tipo de cambio. Luego que el gobierno mostrara sus cartas, el mercado hizo lo suyo, registrándose en los últimos días un adelantamiento de importaciones, postergación de exportaciones y cancelación de deudas en dólares con el exterior, que presionaron sobre el mercado cambiario y obligaron a la nueva conducción del BCRA a acelerar la devaluación, a costa de no perder tantas reservas. Hasta dónde se esté dispuesto a perder reservas mientras se logra la anunciada oferta de dólares, determinará la velocidad del ajuste de la paridad cambiaria. Por ahora, los datos de la semana son bastante elocuentes: en sólo 5 días, el tipo de cambio oficial pasó de $ 6 a 6,08, con alza del 1,24%, equivalente a una devaluación del 7,7% mensual (más del 100% anualizada).
Ante esta catarata de novedades, los mercados respondieron inicialmente con una caída de la bolsa de comercio, que tras el alejamiento de Guillermo Moreno y las definiciones acerca de de las tarifas, la nueva medición de precios y una mayor flexibilidad cambiaria, siguió una recuperación de las acciones (con énfasis en las empresas energéticas), los títulos públicos ajustables por CER y los instrumentos “dollar linked” (ajustables por el tipo de cambio oficial).
Aunque resulta muy prematuro arriesgar la operatividad y el resultado de las nuevas iniciativas oficiales, la mayor concentración de las decisiones económicas, conjugada con el contrapeso del nuevo Jefe de Gabinete y un presidente del Banco Central más recostado en la línea histórica de la entidad, resulta una buena noticia, ante una agenda extremadamente compleja que, además del desafío cambiario, enfrenta una economía estanflacionada.
A su vez, la gran preocupación que teníamos los argentinos por el tratamiento acelerado que pretendía dar el gobierno a la reforma y unificación del Código Civil y Comercial ha sido revertido por todo el esfuerzo que hemos realizado en todo su conjunto toda la oposición y nos ha dado unos meses para que este gobierno comprenda que la importancia del mismo merece un tratamiento más amplio, serio y responsable.
La reforma, en donde están en juego temas tan importantes como la unión de parejas, la procreación y la familia, el desarrollo de empresas, el derecho a la propiedad privada, la pretensión de eximir al Estado de responsabilidad civil, entre muchos otros, merece una revisión mucho más amplia donde todas las voces deben ser escuchadas y en donde la construcción de una Ley lleve el tratamiento que fija la Constitución Nacional sin los saltos legislativos que estabamos presenciando en este caso.
Si consideramos a los cambios en el Código Civil y Comercial como la reforma legislativa mas importante de los últimos tiempos y que ambos al igual que la Constitución Nacional conforman los marcos esenciales que regulan la vida de la comunidad era imprescindible entonces que se otorgue mas tiempo para la discusión y profundización del debate a través de audiencias públicas en las diferentes provincias de manera que puedan ser escuchadas todas las voces de la sociedad.
Este proyecto de Ley exige involucrar a todos justamente para que el resultado sea consensuado y no impuesto arbitrariamente. Debemos tener tiempo para analizarlo en profundidad punto por punto para que el día de mañana no tengamos que resignarnos a tener que reconocer que aceptamos una reforma que terminó representando la pérdida de nuestras libertades.
El gobierno no acepta que en las recientes elecciones fue rechazado por el 70 % del electorado y como con la Ley de medios pretende imponer leyes contrarias al espíritu de la República.
Entonces ¿Cuál era la urgencia del gobierno para que se lo sancione antes del 10 de diciembre cuando se produzca la renovación parcial de las cámaras legislativas?
Habiendo tantos puntos no claros, que indudablemente son dignos de un análisis profundo que nos acerque a la versión mas perfecta del Código que de aquí en más regirá nuestras vidas, tanto apuro solo nos lleva a pensar que se buscaba una vez mas conculcar nuestros derechos en favor de un régimen que se quiere imponer por la fuerza. Entendemos entonces como de vital importancia que la sociedad sea debidamente interesada en el conocimiento del nuevo Código para que puedan evaluar realmente las consecuencias que a futuro acarrearán estas modificaciones.
Es en el debate de la ideas donde se cristaliza el futuro del país y no en la imposición de posturas únicas que representan el signo mas claro que define y desnuda un modelo absolutista.
Este triunfo de la oposición es solo una batalla más y debemos tener en claro que vamos a tener muchas más donde todos los opositores deberemos trazar una estrategia para poder llegar al año 2015 con la mayor capacidad de convencimiento a los ciudadanos argentinos que merecemos y necesitamos un cambio de rumbo profundo para sacar adelante a nuestra Patria.
Por último, no podemos dejar de expresar nuestra profunda preocupación y pesar por lo acontecido en Virreyes, Partido de San Fernando, Provincia de Buenos Aires, donde se han producido saqueos y enfrentamientos entre un sector del pueblo y la Policia Bonaerense y Gendarmería Nacional. A pesar que los medios, en forma sumamente llamativa, practicamente no se hicieron eco de lo ocurrido, muestra una situación de extrema gravedad económica, político e institucional…