Vuelve Cristina, ¿la misma Cristina?: una agenda estresante desafía su «viejo» estilo de gestión 1

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La Presidenta se expone a un desafío que va más allá del plano político. Debe retomar actividades en un momento económico difícil con la explícita indicación médica de evitar el estrés. Su esquema de poder centralizado en la toma de decisiones conspira contra su salud. ¿Nueva etapa?

Después del de los bomberos y policías especializados en desactivar bombas, no debe haber un trabajo más estresante que el de presidente de la Argentina.

Protestas con diversos grados de violencia,puja distributiva, manifestaciones, pedidosde asistencia social, accidentes ferroviarios,colapso energético, corridas cambiarias, litigios con acreedores externos y una larga lista de reclamos sectoriales conforman un menú no apto para quienes necesitan llevar una vida más tranquila y sin sobresaltos.

Si, además, el presidente tiene una naturaltendencia a ver conspiraciones ocultas detrás de cada problema -ya sea de banqueros, industriales, sindicalistas ex amigos, gobernadores provinciales o quien sea que esboce una crítica-, la cosa se complica más.

Y si, para rematar, tiene desconfianza en suspropios funcionarios y cultiva un obsesivo hábito de control personal sobre todos los actos de gobierno, desde las medidas complejas de política económica hasta los detalles más nimios del protocolo… entonces se tiene a Cristina Kirchner como una de las personas sometidas amayor estrés en el mundo.

Esta situación es lo que ha motivado que el dato más preocupante del ámbito político no provenga de los resultados electorales ni de las estadísticas del Banco Central, sino de los partes médicos: ¿qué quiere decir, exactamente, que Cristina está bien pero debe evitar exponerse alestrés?

Cualquiera sea la interpretación que se le dé a esta indicación médica, lo que es seguro es que la Presidenta ya no podrá mantener su estilo tan característico.

Y no sólo por el hecho de que se le restringirán los viajes y los vuelos. También deberá limitarsus apariciones públicas, la proliferación de actos con largos discursos y el contacto con muchedumbres que siempre quieren saludarla y fotografiarse con ella.

Pero, sobre todo, será difícil que pueda mantener su estilo de gestión propiamente dicho: ese elevadísimo nivel de involucramiento personal y la casi nula tendencia a delegar poder de decisión en sus funcionarios.

«Este es un gobierno ´hiperpresidencialista´, donde si pasan cosas es porque ella quiere. Todas las decisiones son de Cristina y no son resultado de negociaciones conceptuales, sino porque se le ocurre. Ése es su estilo», observa Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía.

Ya en sus anteriores quebrantos de salud, este analista había advertido que quedaba en evidencia la limitación de un modelo de gestión que describe como «radial», porque no hay comunicación horizontal entre los funcionarios sino sólo canales directos con la Presidenta, que es la única que concentra la totalidad de la información y toma de decisiones.

«Es posible que en toda América latina no haya un país tan ´hiperpresidencialista´ como la Argentina, con tanta autonomía del mandatario. Esto se da por cuestiones formales que le otorgan poder, pero también por factores culturales, vinculados al caudillismo», agrega Berensztein.

¿Tarde para cambiar de estilo?
En realidad, ya desde antes de su quebranto de salud, los analistas venían especulando en el sentido de que -tras el revés electoral del kirchnerismo y con la perspectiva de dos años difíciles en lo económico- Cristina se vería obligada a ingresar en una etapa en la que deba compartir el poder con la llamada «liga de los gobernadores».

Hasta ese momento, las dudas radicaban en si tendría voluntad de generar un acuerdo para una «transición» política hacia las elecciones de 2015 -lo cual eventualmente implicaría recambios de funcionarios y modificaciones en la gestión económica- o si preferiría una «profundización del modelo».

Tras su operación, las dudas ya no se limitaron a cuál sería su reacción ante la derrota electoral, sino a cuál será su verdadera situación física y anímica para encarar los dos años finales de su mandato.

En definitiva, este es el gran interrogante del momento: ¿la Cristina que reasume sus funciones es la de siempre o una «nueva persona»?

¿Mantendrá el estilo confrontativo? ¿Seguirá pensando que cambiar funcionarios es una señal de debilidad? ¿Seguirá atribuyendo los problemas del dólar a las conspiraciones de los grupos empresariales que la quieren «desestabilizar»?

Entre los analistas, hay quienes no observan un cambio profundo.

«Creo que Cristina va a volver más radicalizada, redoblando la apuesta y acentuando el estilo. Las personalidades no se cambian a cierta edad, ya están muy estructuradas», opina Juan José Sebreli, un ensayista profundamente crítico del movimiento peronista.

Otro analista influyente que descree de los cambios personales es Jorge Asís, para quien no sólomantendrá el estilo sino que hasta vuelve dispuesta a pasar facturas a dirigentes políticos que especulan con su sucesión.

«Va a marcar diferencias comparativas con todos aquellos que se ubican en el podio para sucederla», afirma.

Y pronostica que, salvo por la dosificación de las apariciones públicas, no es de esperar que su licencia médica la haya inducido a cambios de estilo ni a una voluntad de ceder el protagonismo.

«Ni siquiera piensa en cambios cosméticos. Tendrá la reaparición estelar. Como si fuera Madonna. Con shows selectivos, sin la frecuencia de antaño, cuando se entregaba a las delicias del gobierno oral», agrega Asís.

Desafío al «viejo» estilo de gestión
Pero la gran novedad de este momento es que, además de un revés político, hubo un quebranto de salud.

De manera que, durante sus primeras apariciones públicas, tal vez más que al contenido de su discurso se le prestará atención a su aspecto y a su comportamiento.

Las horas previas a su regreso abundaron en especulaciones y versiones respecto de si estaba debilitada, si había perdido demasiado peso o si su capacidad física se encontraba limitada por los problemas cardíacos.

Por eso, no serán detalles menores la duración de sus discursos, la fluidez de su exposición, su gestualidad, su tono de voz. A partir de allí quedará más claro cuál será el estilo de la Cristina post-licencia médica.

En ese contexto, la gran pregunta es si cambiará su modo de concentración de poder o si comenzará, aunque más no sea por obligación, a delegar.

Para algunos analistas, el interinato de Amado Boudou -justo en un momento de turbulencias económicas y con evidente falta de coordinación entre los funcionarios del área- dejó al descubierto la necesidad de un cambio en el estilo de gestión.

«Ya en los primeros días de la licencia de Cristina se vio que las posibilidades del sistema parafuncionar eran mínimas, por no decir nulas. Más que un riesgo de parálisis, se evidenció una crisis de régimen: el enfoque político de los últimos 10 años está absolutamente centrado en un mecanismo de decisión personal», afirma el politólogo Enrique Zuleta Puceiro.

En la misma línea opina Jorge Todesca, ex viceministro de Economía, para quien lo que quedó al descubierto con su licencia fue la ausencia de un programa que sirva de articulación para la gestión gubernamental.

«Eso hace que todo el tiempo aparezcan nuevas iniciativas parciales, de carácter predominantemente voluntarista. Pero el voluntarismo requiere de una gran dosis de autoridad política; sin la presencia cotidiana de la Presidenta, el voluntarismo se ve muy limitado», argumenta.

Agenda estresante
La consecuencia de estas dificultades propias del estilo kirchnerista de gestión fue la dilatación de decisiones en temas urgentes, sobre todo de la agenda económica.

Así, quedaron en el freezer cuestiones como la reforma del sistema cambiario -la habilitación para que haya un mercado secundario donde canjear los bonos al tipo de cambio «blue»- labúsqueda de inversiones, las negociaciones con los acreedores de la deuda externa y la definición sobre ajustes en las tarifas de los servicios públicos.

Pero lo cierto es que ya no hay mucho margen para posponer decisiones, de manera que -en sus primeras jornadas tras el regreso a la función presidencial- Cristina deberá abocarse al análisis de esa agenda recargada.

Por más que pretendan preservarla del estrés, sus colaboradores no podrán ocultarle que elBanco Central sigue resignando reservas en forma incontenible y que está por perforar la marca de u$s33.000 millones, tras haber perdido u$s1.647 millones solamente durante el mes en el que estuvo de licencia.

La ansiedad del mercado por la toma de medidas es bien palpable. Abundan los reportes especializados sobre este tema, al tiempo que los ahorristas y el público en general respondendolarizando activos o consumiendo paquetes turísticos.

«Probablemente se fortalezca el cepo para reprimir aun más la demanda de divisas y se intentará apuntalar artificialmente la demanda de pesos», alerta la consultora Economía & Regiones, que no descarta un desdoblamiento del tipo de cambio.

En tanto que Hernán Lacunza, ex gerente del Banco Central, indica que si una medida de ese tipo fuera tomada en el marco de un acercamiento al mercado, se podrían espantar los fantasmas de un ajuste brusco.

«Si se tratara de un eslabón de un programa más amplio, tendiente a recomponer el acceso al crédito internacional, con iniciativas como el pago de deudas en el CIADI o la negociación con los holdouts podría aportar algún bálsamo al estrés cambiario», afirma.

Es allí donde el «factor Cristina» pasa a jugar su rol central: la Presidenta ha dicho con énfasis que nunca aceptaría ni una devaluación, ni un desdoblamiento, ni una negociación con los «fondos buitres».

De manera que, sólo con su reaparición, es posible que exista autoridad política como paraavanzar en estos temas.

Hay más en la agenda inmediata de Cristina, por cierto. Por ejemplo, la nueva fase de la guerra contra Clarín tras el fallo judicial que convalidó la ley de Medios y tras la propuesta de divisiónen seis «mini Clarines».

Es otra de los temas en los que el ámbito político espera señales: ¿querrá «ir por todo», hasta desguazar al multimedios, o su debilidad física la llevará a darse por satisfecha con haber tenido una victoria política?

Existe, además, ansiedad por otras señales vinculadas a la interna kirchnerista, en el sentido de si alentará la formación de una candidatura que compita con Daniel Scioli en el espacio oficialista.

El alta médico de la paciente Cristina Kirchner está firmado. Pero lo que viene en los próximos días no es, lo que se dice, una perspectiva de terapia anti estrés.

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