Tomarse un descanso en verano resultará una misión imposible, entre las restricciones a la compra de dólares, el alza de la cotización y la suba de precios en las plazas locales. Viajar a Brasil, más difícil que ganar la copa del mundo
Más que caluroso, nos espera un verano caliente, casi asfixiante, aunque entretenido para los que gozan del turismo aventura. Y a los que no, tendrán que adaptarse, pues esta vez será la economía, en manos del gobierno nacional, la que ofrezca miles de obstáculos para disfrutar del ansiado descanso anual. Por el cepo cambiario, las restricciones en el frente externo y los exhaustivos controles de la AFIP, viajar a Brasil o Uruguay para disfrutar de sus playas puede ser un lujo similar al que antes disfrutaban las quinceañeras que celebraban en Disney, los sectores acomodados que paseaban por Miami o las familias que cruzaban el charco hacia la histórica Europa.
Temerosos de una inflación que amenaza con dispararse en la última parte del año, miles de argentinos ya han sacado sus pasajes, aunque el peligro cierto de nuevos impuestos, por ejemplo al “dólar tarjeta”, podrían hacer naufragar su viaje. En este sentido, el economista Juan Dumas dijo a Hoy que la suba constante del dólar paralelo y de los precios “produce un efecto psicológico” en los argentinos que pretenden encarar cualquier proyecto, aunque más no sea escaparse 15 días de la ciudad. Pero además, “el efecto psicológico también se traduce a las góndolas de los centros turísticos”, donde pretenden prevenirse y fijan los valores siempre por encima de las cotizaciones estimadas.
Viveza criolla, y no tanto, esto sucede en Mar del Plata como en Uruguay, donde salir a comer cuesta, para una familia tipo, cerca de 450 dólares, es decir, más de cuatro mil pesos al cambio local (blue). Y recién estamos en noviembre. “La tendencia de la cotización no es estable, pero si creciente, y a fin de año los precios siempre se disparan más fuerte por el movimiento turístico y las fiestas”, agregó Dumas.
Saltando obstáculos
Así, en estas vacaciones, calor ya no será sinónimo de playa, sino de apuros económicos. Brasil, por su parte, tampoco significará solo mininas y carnaval. También será futbol y pasión en el Mundial 2014, aunque para alentar con la albiceleste y escapar del frío junio argentino, se necesitará algo más que dinero. Fondos, algo de lo que, a ojos de la FIFA, los hinchas nacionales carecen (ver recuadro).
¿Qué hacemos entonces? ¿Nos vamos a Europa y aprovechamos su recesión? Para ello tendríamos que sortear las 300 formas que tiene la AFIP para impedirnos comprar dólares, o euros. Además, tal como reconoció el economista consultado por Hoy, “los tipos de cambio, oficial y paralelo, seguirán a un ritmo similar”, en tanto es cada vez más difícil que el cepo se levante. Al contrario, los especialistas concuerdan en que el regreso de la presidenta sólo traería más restricciones. ¿Vieron que era divertido planear las vacaciones? Sin ánimo de truncar ningún proyecto familiar, tenemos un hermoso país para recorrer y conocer a cambio de nuestros devaluados pesos nacionales. Pero no, claro, los precios de los alquileres en la costa o en las sierras también se cotizan en dólares, trayendo aumentos que, se especulan, serán del 50% en algunas zonas con respecto al año pasado.
Será difícil, pues, descansar y olvidarse de los problemas cotidianos. El dólar nos sigue hasta la playa, pero para cobrarnos sus deudas. Y atrás vienen los perros de Ricardo Echegaray, levantando arena y polvo. Sin relax, los argentinos hacemos malabares, como
enanos de circo, para esquivar las pálidas. Ánimo, que siempre está la opción de poner la pelopincho en el patio. Al mal tiempo buena cara, y al buen tiempo, sombra y hamaca paraguaya, en casa.
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