Irán pide concesiones por un parón nuclear

John KerryLos jefes de las diplomacias de las grandes potencias acuden a Ginebra para negociar con Teherán una moratoria de su programa atómico a cambio de suavizar las sanciones

La perspectiva de un entendimiento con Irán sobre su programa atómico llevó a Ginebra al secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y los ministros de Exteriores del Reino Unido, Francia y Alemania, a quienes hoy se unirán el de Rusia y un enviado diplomático chino. Allí les esperaba su colega iraní, Mohamed Javad Zarif, cuyas conversaciones de la víspera con la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, sugirieron que Teherán podía aceptar una moratoria de su programa nuclear si se le ofrecían incentivos suficientes. Un mero desbloqueo de los fondos congelados en bancos extranjeros no parecía bastante para lograr un parón de seis meses en las actividades nucleares.

“Hemos comunicado a Occidente que debe considerarse el asunto [del levantamiento] de las sanciones sobre el petróleo y las transacciones bancarias”, declaró Majid Takht-Ravanchi, uno de los negociadores iraníes, citado por la agencia Mehr.

Sus palabras, poco antes de Ashton, Zarif y Kerry se reunieran anoche, daban a entender que los negociadores iraníes habían aceptado en principio la propuesta estadounidense de limitar sus actividades nucleares por un periodo de entre seis meses y un año, mientras se negocia el acuerdo final. Sin embargo, consideraban insuficiente la contrapartida, consistente en descongelar los 50.000 millones de dólares que Irán tiene bloqueados en bancos extranjeros.

Zarif y su equipo necesitan conseguir un beneficio más contundente para justificar el parón en el programa atómico, convertido por la propaganda oficial no sólo en un “derecho inalienable” sino en un pilar del orgullo nacional. De ahí que, además de que el acuerdo final les permita mantener su proyecto, aspiren a que se levanten de inmediato las restricciones que paralizan su economía. Las sanciones sobre el petróleo y las transacciones financieras les han hecho perder el 60% de sus ingresos en los últimos años.

“Las conversaciones han alcanzado ahora un nivel de complejidad que hace necesario que continúen a nivel más alto”, declaró Abas Araqchi, el número dos de Zarif poco antes de la llegada de Kerry. “Confiamos en reducir las difrencias, pero no creo que nadie deba confundirse y aún quedan importantes escollos que salvar”, concurrió el secretario de Estado tras señalar que el P5+1 está trabajando duro para lograrlo. El P5+1 son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (EE UU, Rusia, China, Reino Unido y Francia) más Alemania. Sus representantes, encabezados por Ashton, están reunidos desde el jueves con la delegación iraní en esa ciudad suiza para tratar de poner límites al controvertido programa nuclear de Teherán, que Washington y sus aliados sospechan que tiene objetivos militares a pesar de las persistentes negativas iraníes.

El secretario de Estado trataba de rebajar la expectación despertada ante la posibilidad de un preacuerdo después de una década de esfuerzos diplomáticos infructuosos. Sin embargo, su mera presencia allí junto al británico William Hague, el alemán Guido Westervelle y el francés Laurent Fabius, parecía indicar que se estaba más cerca que nunca de lograr un avance. El ruso Serguéi Lavrov llegará hoy, según Reuters, dando por hecha la extensión de esta segunda ronda de conversaciones, en principio prevista para jueves y viernes.

Pero la oportunidad de un acuerdo no es tanto fruto de la negociación en sí como del cambio de clima político que se ha producido en Irán a raíz de la elección de Hasan Rohaní el pasado junio. El nuevo presidente, él mismo un antiguo negociador nuclear, llegó al Gobierno con la promesa de mejorar las relaciones internacionales de Irán, una condición que él mismo calificó de “imprescindible” para arreglar la catastrófica situación económica interna, que es la mayor preocupación de los iraníes y de sus gobernantes. Eso exige solucionar el contencioso nuclear que está en el origen de las sanciones económicas y financieras que asfixian a la República Islámica.

De ahí que Rohaní haya contado en su empresa con el apoyo explícito del máximo dirigente del país, el ayatolá Ali Jameneí, quien hasta ahora no había estado interesado en hacer concesiones. El pasado fin de semana, en el gesto de respaldo más claro hasta el momento, Jameneí calificó a los miembros del equipo negociador nuclear como “hijos de la revolución” y advirtió a los recalcitrantes que dejaran de criticarles.

Aunque la mayoría de los clérigos han seguido el mandato del líder, algunas declaraciones sirven de recordatorio de que un sector importante (aunque minoritario) de los iraníes recelan del camino emprendido.

“Es peligroso subestimar al enemigo porque sólo hace trampas”, dijo durante la plegaria el ayatolá Movahedi Kermani, convencido de que cualquier acuerdo en Ginebra perjudicará a Irán. Los ultraconservadores desplazados en las últimas elecciones esperan la menor oportunidad para restregar el fracaso a Rohaní.

Fuente: El País