Ramón Díaz, ante su momento más vulnerable

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El escenario cambió: la idolatría del pasado está puesta en observación.

Luego de que los sueños de continuar en la Copa Sudamericana quedaran truncos, el técnico de River, Ramón Díaz, quiso mostrar firmeza. En la práctica de ayer, salió del vestuario con un horizonte oscuro de fondo. Dio uno, dos pasos y, con preocupación, se dio cuenta de los disparos de los fotógrafos y con su estilo le puso palabras a su presente: «Soy riojano, caudillo y tengo huevos». Expresiones para mostrar entereza… Aunque el 6 de noviembre de 2013 reflejó una noche de sensaciones jamás vividas en el Monumental. Allí donde el pueblo riverplatense supo gritar de amor por ese riojano que siempre los transporta a tiempos pasados de gloria, el sentimiento del público sufrió uno de esos impactos que dejan huellas. Nada hizo tanto como esta eliminación ante Lanús para devaluar su imagen como entrenador millonario y meter su figura de lleno en la campaña electoral.

El fastidio de anteanoche comenzó con el gol tempranero de Diego González. Con apenas minutos de juego, los sueños se esfumaron y significó el comienzo de las reprobaciones del público. Porque a River lo quiero lo vengo a alentar en las buenas, y en las malas mucho más, vociferaron segundos después del gol de Santiago Silva. En cuestión de minutos, la gente pasó del aliento a la reprobación. A ver si nos entendemos/ los jugadores y la popular/ ustedes matensé en la cancha/ que acá en la tribuna los vamo a alentar/ ponga más h… ponga más corazón/ porque esto es River, y hay que salir campeón… entonaron con furia. Hasta que hubo un cántico que Ramón Díaz entendió que lo tenía como destinatario. No lo insultaron, pero los dardos se encuadraron en el marco del «Olé, olé, olé, David, David [por Trezeguet y transferido por decisión del entrenador a mitad de año]».
El estado de ánimo de la gente de River cambió de las muestras de apoyo a las de bronca. Los dirigentes, representados en la figura del presidente Daniel Passarella, y los jugadores -sólo el juvenil Kranevitter no sufrió el reclamo- fueron los blancos elegidos para descargar el descontento por la frustración vivida en el único objetivo que estaba en pie en el semestre. Como en otras épocas, una marea de ira se apoderó del hall central del Monumental en la madrugada de ayer y se multiplicó en el pensamiento de los hinchas millonarios. La bronca tuvo su epicentro frente a los ventanales para pedir «que se vayan todos»…

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