Tomaron un predio de los ferrocarriles en Retiro

La advertencia del gobierno nacional de no permitir el ingreso a programas de viviendas a aquellas personas que ocupen ilegalmente terrenos públicos o privados parece no haber importado mucho a algunos sectores.

En Retiro, más de 200 familias ocuparon un predio de la Administración de Infraestructura Ferroviaria (ADIF), situado entre el ingreso a la villa 31 y la avenida Ramos Mejía.

Bajo un intenso sol y más de 33 grados de temperatura, los ocupantes comenzaban ayer a levantar sus precarias viviendas en el predio de cinco hectáreas. «Nosotros alquilamos piezas en la villa 31 y queremos terrenos para hacer nuestras casas», explicó a La Nacion Beto, un joven argentino de 28 años que se refugiaba ayer del intenso calor bajo un toldo que había improvisado con una vieja alfombra sostenida por cuatro postes de madera.

«La primera noche [por anteanoche] fue difícil. Vino la Policía Federal a desalojarnos con balas de goma y gases lacrimógenos, pero resistimos. Tenemos miedo porque esta noche [por anoche] dicen que la policía va a venir con todo», agregó el joven que tenía colgado sobre el precario toldo un rosario blanco.

El argumento de Luis Cotrina, peruano, de 41 años, sobre el motivo por el cual ocupaban el predio federal fue diferente. «Nosotros alquilamos por $ 350 una habitación, pero en esta época del año se hace difícil pagar el alquiler y comprar los regalos de Navidad. Por eso buscamos un lugar donde dormir y hacer nuestras casas».

Ante la pregunta de La Nacion sobre la advertencia del gobierno nacional de quitarles las ayudas sociales a quienes ocupen predios de manera ilegal, Cotrina respondió: «El plan nos lo dan para que coman los chicos. Si nos quitan el plan, los chicos no comen. El plan no es para mí, sino para que ellos coman», argumentó.

En el predio, medio centenar de personas trabajaba ayer con rapidez para levantar toldos, carpas y refugios contra el sol y para las próximas noches. De fondo, los endebles edificios de cuatro y cinco pisos de la villa 31 eran testigos del progreso de las nuevas obras.

Fuente: La Nación