La iglesia que reta el mensaje de austeridad del papa

Tebartz
La curia alemana está en la mira por riqueza. Uno de sus obispos se baña en tina de 15.000 euros.

El papa Francisco quiere una Iglesia pobre dedicada a los pobres, pero en la ciudad alemana de Limburgo le ha salido un obispo millonario dedicado a gastar como si el dinero creciera en los árboles.
Monseñor Franz-Peter Tebartz-van Elst está en plena reforma de su palacio, una obra presupuestada en 5 millones de euros, pero en la que ya ha gastado 31 millones y podría llegar a 40. El escándalo, que incluye joyas como una bañera de 15.000 euros, avergüenza a la Iglesia católica alemana y supone una dura prueba para el Vaticano.
Los obispados publican sus presupuestos de gastos e ingresos, pero no la majestuosa fortuna de la Iglesia católica alemana, que se financia con el impuesto extra que pagan sus feligreses, un suplemento del 9 por ciento sobre su hoja de impuestos anual, que suma más de 5.000 millones de euros.
El diario Bild publicó el jueves que el patrimonio de la Iglesia católica en Alemania supera los 170.000 millones de euros –otros cálculos de la prensa alemana suben esa cifra hasta los 400.000 millones de euros, una sexta parte del PBI alemán– y cuenta con obispados como el de Colonia, tal vez el más rico del mundo. Mientras que ellos mismos estiman su patrimonio en 166.000 millones de euros, varios diarios les calculan propiedades hasta de 1.200 millones.
La fortuna de la Iglesia parece pantagruélica: bienes inmobiliarios, 10 bancos, varias compañías de seguros, 70 hoteles, sociedades de gestión inmobiliaria, inversiones en mercados financieros y varios medios de comunicación.
El arzobispo de Múnich, Reinhard Marx, vive en un palacio barroco, cuyo valor no se conoce, pero que se reformó recientemente por 8,7 millones de euros –tres cuartas partes pagadas con dinero público– y se mueve en un fastuoso BMW 730i con chofer.
Líos con la justicia
El obispo Tebartz-van Elst podría tener que enfrentarse a la justicia alemana, porque mintió bajo juramento al negar haber volado a India en clase ejecutiva, por lo que ha sido acusado de perjurio.
La prensa germana recuerda cómo el predecesor de Tebartz-van Elst, el obispo Franz Kamphaus, vivía en un pequeño apartamento y manejaba su propio auto.
Conservador, joven para ser un obispo –tiene 53 años y, cuando fue nombrado, en el 2008, era el más joven de Alemania– Tebartz-van Elst ha tenido choques con teólogos y se ha metido en charcos políticos criticando incluso al presidente de la República, Christian Wulff, quien fue un pastor protestante antes de entrar en política, cuando este se permitió decir que “el islam es parte de Alemania”.
La Conferencia Episcopal Alemana puso en marcha una comisión para estudiar las cuentas del obispado de Limburgo, y la justicia lo investiga por perjurio y por posibles irregularidades fiscales. Pero la prueba de fuego estará en la decisión que tome el papa Francisco.
El obispo espera en Roma, a donde viajó el domingo pasado, a que el papa le conceda una audiencia.
Mientras tanto, en Berlín, Ángela Merkel, sin decir exactamente qué debía hacerse, sí se puso de lado de unos fieles escandalizados. “El Gobierno no va a tratar de dar consejos a la Iglesia. Pero expresa su convicción de que esta dará una solución adecuada para mantener la confianza de los creyentes”, dijo.
Comisión investigará escándalo y revisará las cuentas del obispo
El jueves tuvo lugar en Ciudad del Vaticano una esperada reunión entre el papa Francisco y el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Robert Zollitsch, para tratar el caso de Tebartz-van Elst. El viernes comenzó a trabajar la comisión de investigación creada por la Conferencia Episcopal para analizar las cuentas del obispo.
La Iglesia alemana se juega su prestigio, pero también su futuro económico. Su salud financiera depende de los impuestos que pagan voluntariamente quienes se declaran católicos.
Los contribuyentes alemanes tienen que declarar si son católicos, protestantes o ninguno. Los creyentes ven su impuesto sobre la renta gravado entre un 8 y un 10 por ciento más, en función del Estado, y los ingresos se envían a las respectivas iglesias. Los 23 millones de alemanes que indicaron ser católicos entregaron a la Iglesia 5.200 millones de euros en impuestos en el 2012. En el 2011 y el 2012, más de 100.000 personas hicieron el trámite administrativo para apostatar y dejar de pagar ese porcentaje extra. Los escándalos de pedofilia de los últimos años y, ahora, los obispos millonarios solo acentúan esa tendencia.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Para EL TIEMPO