Tras la caída ante Arsenal en la final de la Copa Argentina, Pizzi liberó a los dirigentes para que “resuelvan la situación contractual”. Sin embargo, desestimaron el gesto del entrenador, demostrando que creen en el proyecto.
El fútbol argentino es el reino del revés. Por eso sorprenden las actitudes y decisiones que deberían ser normales. La costumbre indica que tras una dura derrota ante Arsenal en la final de la Copa Argentina, el entrenador rival podría relativizar la caída buscando culpas en terceros. Sin embargo, Juan Antonio Pizzi recogió el guante y, en su llegada al aeroparque Jorge Newbery, entregó un combo de sensatez: se hizo cargo de la actuación de San Lorenzo, afirmó que cree en su trabajo y en su plantel y le dio vía libre a las autoridades del club para disponer de su cargo si consideraban que era el camino a seguir. Por otra parte, el desconsuelo de los hinchas podría haber generado fantasmas, traducidos en dirigentes soltándole la mano. Pero tampoco se dio la lógica de la competencia vernácula y el director técnico recibió confianza y coherencia con un proyecto como respuesta.
“Tuve una charla con los directivos del club para concederles la libertad de que resuelvan mi situación contractual. No es una renuncia, simplemente es una liberación del contrato que tenemos firmado para que ellos decidan qué es lo mejor para San Lorenzo después del golpazo que sufrimos”, arrancó Pizzi no bien bajó del avión. Y redondeó: “Me gustaría seguir dirigiendo. Tengo la fuerza y el equipo necesario. Pero creo que es una obligación porque soy el responsable de este equipo y tuvimos un duro golpe”. Así como Ricardo Caruso Lombardi lo llamó injustificadamente “Pizzirrucho” por ser su sucesor, esta vez el rosarino casi se serrucha a sí mismo. No obstante, sus razones destilan buena voluntad y compromiso con la institución azulgrana.
Del otro lado del mostrador y si bien no se expresó al respecto públicamente, la Comisión Directiva que encabezan Matías Lammens y Marcelo Tinelli desestimó el gesto del DT y avaló su continuidad. A pesar de que un título y la clasificación para la Libertadores 2014 hubiera significado un espaldarazo para las elecciones que se celebrarán en dos meses, ambos valoran la propuesta futbolística que los llevó de pelear por no descender a protagonizar todos los torneos en disputa. Ojalá se mantenga, pase lo que pase en el Inicial.
Más allá de la desilusión, los simpatizantes del Ciclón deberían reflexionar en la misma dirección. En aeroparque, un remisero cegado por el resultadismo le gritó al mediocampista Julio Buffarini: “¡Vergüenza debería darles”. Seguramente ese buen hombre no pensaba lo mismo antes de los tres goles del conjunto del Viaducto. O quizá sea un amante de la tabla de los promedios y del “ganar como sea” que reinaba previo a la llegada de Pizzi.
El fútbol argentino debe madurar. Desde estas páginas, muchas veces se pidió pensar a largo plazo y ser consecuente con una idea. Y sin embanderarse detrás de Lammens y Tinelli, que en otros momentos perjudicó como inversor, acercando jugadores que luego se fueron sin cristalizar un crecimiento económico para el club, esta vez demuestran sanas intenciones. Sensatez y sentimientos.
Fuente: LA Razón