Uno de los chicos, de 16 años, iba en moto y recibió 2 tiros. El otro, de 18, estaba con su novia y resistió un asalto.
La estadística es dolorosa. Pero detrás de los 180 homicidios cometidos este año en Rosario asoma –pavoroso– otro número, el que releva a los jóvenes que fueron asesinados en ese mismo período. Se trata de otra arista de una realidad cruenta que, con los crímenes de dos chicos de 18 y 16 años, sumó 52 casos este lunes. Las estadísticas muestran entonces que las víctimas que no superan los 20 años ya engrosan el 29% del total de muertes violentas.
Eduardo Gismondi tenía apenas 18 años, una edad en la que se multiplican los sueños. Proyectaba estudiar locución, pero la muerte se cruzó en su camino.
El lunes a la noche estaba junto a su novia en un barrio de la zona sudoeste de Rosario. El clima era de primavera e invitaba a compartir juntos un rato más. Pero la felicidad se les transformó en un instante.
Un hombre que se movilizaba en una bicicleta, enfundado con un buzo del club Rosario Central, se les acercó sospechosamente.
“Quedate quieto y dame todo”, le dijo a Gismondi.
El muchacho simuló que iba a entregar sus pocas pertenencias, pero de inmediato le pegó dos golpes al asaltante y le pidió a su novia, de 17, que corriera para protegerse. La respuesta fue cruenta: recibió un disparo en el abdomen de un arma que podría ser chica, quizás un calibre 22 por el escaso ruido que produjo la detonación.
El ladrón huyó sin llevarse nada. Al joven lo trasladaron al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, pero nada pudieron hacer los médicos para salvarlo.
A Gustavo Sandoval también debían sostenerlo miles de sueños.
A los 16 años no podía imaginar que dos balazos terminarían tempranamente con su vida.
Una hora antes del episodio en el que asesinaron a Gismondi, Sandoval se movilizaba en una Yamaha YBR junto a Jeremías, un amigo de 15. Al pasar por una vivienda de pasillo, en Perú al 2100, en la zona oeste de la ciudad, lo alcanzaron dos disparos: uno en el muslo derecho y otro debajo de las costillas.
El relato de Jeremías es confuso. Aseguró a la Policía que paseaban por la zona sin rumbo fijo a bordo de una moto que le había prestado su hermana. Cuando llegaron al 2100 de Perú un grupo de vecinos cruzaron balazos desde la vereda con muchachos que pasaban a bordo de dos motos.
Sandoval y Jeremías quedaron en el medio.
Los investigadores tienen, sin embargo, algunas sospechas. En el lugar se secuestraron cuatro vainas de pistolas calibre 9 milímetros que podrían confirmar el tiroteo, pero la presencia de los adolescentes allí es lo que está bajo estudio.
La muerte del adolescente derivó en la detención de un muchacho de 24 años con antecedentes por amenazas, robo calificado y abuso de arma de fuego.
Era vecino de Gismondi y de su novia.
Todos vivían en un radio de unos 200 metros.
La Policía también logró una detención por el crimen de Sandoval. Un joven de 19 al que apodan “Mono” fue apresado en su domicilio, aunque no lograron secuestrarle el arma de fuego con la que podría haber participado del intercambio de tiros que derivó en la muerte del adolescente.
Los 180 asesinatos registrados en los primeros 288 días de 2013 apuntan a quebrar otro triste récord en la ciudad.
El año pasado se cometieron, hasta el 31 de diciembre, 183 asesinatos en total en el Gran Rosario, la mayor cifra hasta el momento.
El número va en constante crecimiento.
En 2007 el total de crímenes en el Departamento fue de 113. Ese mismo registro se alcanzó este año en los primeros seis meses.
Entre 2007 y 2012 la tasa de homicidios creció un 61,94 por ciento.
Fuente: Clarín