Ortega viajó a Jujuy, fue detenido luego de una pelea familiar y pasó la noche del domingo en una comisaría. Definir su futuro será la primera gran decisión de JJ.
Cuando el teléfono sonó en la Comisaría Seccional número 50, ninguno de los oficiales que estaba de guardia se sorprendió: aunque cambian los protagonistas, la denuncia se repite seguido. Una mujer, nerviosa, solicita ayuda porque su marido y/o concubino la amenaza y quiere agredirla. Eran las 23.15 del domingo y, esta vez, el pedido provenía de una discreta casa ubicada sobre la calle Palma Carrillo, en el barrio Bajo la Viña, de San Salvador de Jujuy. Por eso el procedimiento fue el habitual. Tres agentes se subieron a un patrullero y se acercaron hasta el lugar para constatar el hecho. Llegaron, tocaron la puerta y, de golpe, entendieron que esta vez el tema no iba a quedar ahí. Carlos Villafañe, dueño de casa y primo hermano de Ariel Ortega, estaba descontrolado, a los gritos y provocando destrozos. “Fuera de sí”, como le contó el Comisario Corro, de la Policía jujeña a Olé . Pero no estaba solo: a su lado, tratando de calmarlo, aunque no mucho más fresco, se encontraba el propio Burrito. Y como lamentablemente le viene ocurriendo, la historia terminó de la peor manera para el jujeño. Con la decisión de la pareja de Villafañe de realizar una denuncia penal, los tres fueron trasladados hasta la Seccional 50ª, en donde un médico policial constató que tanto el agresor como el crack se encontraban en evidente estado de ebriedad. O mejor: “con varias copitas de más”, como describió uno de los agentes que participaron del arresto. Por eso, a Ariel Arnaldo se le labró una contravención, pasó la noche demorado y recién a las siete de la mañana fue trasladado a la Oficina Central de Policía, donde se le tomaron las huellas dactilares y tras verificar que no tuviera antecedentes penales, recuperó la libertad.
¿Qué hacía Ortega en Jujuy mientras sus compañeros se preparaban para visitar a Lanús? Disfrutaba de sus primeras horas de vacaciones, tras no haber sido concentrado por Juan José López. Es por eso que aunque nadie se sorprendió, en Núñez tampoco pensaron en llamar al jugador ni en tomar medidas disciplinarias contra él. Dirigentes, cuerpo técnico y hasta compañeros saben que el crack sigue sin poder superar su lucha contra el alcohol. Y también que nadie sabe qué va a ser de su vida profesional el año que viene. Será, en todo caso, la primera gran decisión que deberá tomar Juan José López ya como técnico de River. Una desituación difícil, pesada, pero que sabía y sabe que tendrá que enfrentar.
Fuente: Olé