Los ladrones quisieron asaltar el local atravesando las paredes desde un departamento.
El teléfono de Mario Papazian (69) sonó a las 4 de la mañana del domingo en su casa de Almagro. Eran de la empresa de seguridad, para decirle que había sonado la alarma de su joyería, en la calle Libertad 124.
Tres horas antes, dos hombres habían entrado por el edificio de Libertad 128. Forzaron la puerta con barretas y en el primer piso redujeron a “Suren” (50), un matricero armenio que vive en uno de los departamentos.
Los asaltantes estaban armados, pero lo trataron bien. “Le dijeron que se quedara tranquilo, que no le iban a hacer nada.
Cuando vieron que Suren tenía botellas de whisky le propusieron tomar unos tragos”, contó a Clarín el joyero Mario Papazian, que lleva 43 años en la calle Libertad.
Los dos ladrones y Suren bebieron whisky. Le volvieron a decir que no se pusiera nervioso, que el objetivo era trabajar tranquilos todo el domingo y entrar a dos joyerías: Libertad 124 y 126.
Suren comenzó a marearse; estaba borracho. Cuando se sintió con sueño, lo ataron de pies y manos. Luego le taparon la boca y lo encerraron.
Se cree que en dos horas los ladrones hicieron tres boquetes.
El último no tenía menos de 30 x 30 centímetros.
Cuando ya se pensaban dentro del local, sonó la alarma. Intentaron desconectarla. De todas formas, escaparon por el mismo lugar que habían ingresado, la puerta de Libertad 128.
Cuando Mario llegó a su negocio entró junto a tres policías y la empresa de seguridad, no había nadie. Encontró una escalera, el baño roto y los espejos de las columnas desparramados. Los delincuentes dejaron algunos de los materiales que usaron. “Habían querido hacer palanca, pero la puerta es de hierro y no pudieron. Por eso empezaron a hacer el tercer boquete.
Esta vez me salvó la alarma”, dijo, mientras unos albañiles arreglaban los destrozos.
Papazian ya había sufrido tres robos. Pero todos a mano armada. “Todos me dicen que tengo que poner cámaras acá adentro. ¿Pero qué más? Si la alarma sirve para la noche y de día se supone que hay policías en la cuadra”, concluyó.
Tras el escape, Suren logró desatarse y salió al balcón. Como pudo, les pidió ayuda a los policías.
“ Tiene que haber sido una batida ”, confió un empleado de la zona. “¿Cómo sabían que desde ese edificio podrían llegar a las dos joyerías?”. El alquiler de un departamento puede costar entre 3500 y 5000 pesos. Los inquilinos, a la vez, subalquilan las piezas. Así se montan talleres que hacen todo tipo de trabajos para las joyerías. Algunos dueños piden garantías. Pero otros, con seis meses de depósito, le alquilan al que se presente. Eso genera quejas de algunos joyeros, que se sienten inseguros. Porque la modalidad más usada en los asaltos sobre la calle Libertad es a las oficinas o depósitos o locales mayoristas, ubicados en los departamentos.
Fuente: Clarín