Por Pablo Sirvén | LA NACION
Si hubiese hecho lo mismo que Diego Maradona, cuando se entrevistó a sí mismo, en La noche del 10, la Presidenta hubiese sido más incisiva consigo misma que lo que fue el periodista Hernán Brienza, su dócil interlocutor (no se podría hablar de entrevistador en el sentido estricto de la palabra), en lo que fue la virtual primera emisión de un ciclo, de incierta duración llamado Desde otro lugar.
Lo que se vio traicionó el espíritu de ese título ya que no se accedió ni a una faceta más intimista de Cristina Kirchner (lo que contó de cuando fue a Ezeiza como manifestante a recibir a Perón en el 73 ya se sabía) ni tampoco hubo reveladoras definiciones políticas, más allá de reconocer lo obvio: que «es bastante difícil de explicar» tanto el peronismo como su versión más específica actual, el kirchnerismo.
De la media hora que duró la emisión inaugural, casi veinte minutos estuvieron dedicados a hablar de la deuda externa en los términos que lo viene haciendo desde hace tiempo en sus frecuentes incursiones públicas y por Twitter.
De manera que CFK no habló desde otro lugar, sino desde el mismo lugar de siempre, por más que se haya buscado una imagen más «blanda» (un ambiente de la residencia de Olivos con ventanales a los jardines de la quinta presidencial, donde domina un retrato de José de San Martín) y un concepto audiovisual más moderno que quedó acotado al clip inicial.
No hubo casi anuncios previos de este nuevo espacio de propaganda oficial centrado en su figura máxima que acaba de abrir la TV Pública en tiempos preelectorales. Se dispuso su programación en un horario marginal desde el punto de vista televisivo (sábado, a las 13), aunque con proyección a todo el país (La TV Pública en dúplex con Radio Nacional) y viralización en Internet y en los medios adictos del Gobierno, que exaltarán de aquí en más sus contenidos, con repeticiones aseguradas hasta la extenuación en 6,7,8.
Brienza nunca tuvo el mando de la conversación y puso una extremada cautela a la hora de formular sus por demás inofensivas preguntas/comentarios. Al explayarse la jefa del Estado tan generosamente en cada respuesta, el periodista lejos de inquietarse porque el tiempo se le agotaba adoptó una sonrisa beatífica con sus manos entrelazadas sobre su abdomen, como el fan que mira satisfecho de cerca a su estrella preferida.
El periodista hiperoficialista no engañó a nadie porque puso sus cartas sobre la mesa ya de movida al confesar con pasmosa sinceridad su admiración incondicional hacia su supuesta entrevistada. Lo advirtió al arrancar: «Lo mejor que tiene es la sonrisa» / «me parece que en un momento hubo una relación más personal» / «si me das media hora más terminábamos como dos viejos amigos que hace tiempo no se ven».
Con esa actitud tan desarmada y reverencial, pareció que la relación se invertía y que el invitado era él, en tanto CFK vertía una de sus habituales alocuciones, pero en modo stand up.
A pesar de sus cuidados, Brienza no pudo salvarse de un reto. Fue cuando osó ponderar que «su gran arma política es la argumentación». Ella se endureció: «No es la argumentación, son las cosas, los hechos, la realidad; Alfonsín era un gran argumentador».
El periodista se afligió. «Corríjame», imploró a manera de «pegame que me gusta».
Sin palabras..