Tras quedar cuarto en las PASO, el oficialismo local está cada vez complicado. El problema de la inseguridad pega cada vez con más fuerza en el distrito
Berisso es hoy la crónica de un Estado ausente y de una derrota anunciada. Ausencia en la falta de obras públicas, la desorganización del tránsito y el deterioro de calles, veredas y plazas. “La gente quiere soluciones concretas que modifiquen su cotidianidad, quiere poder ir a una plaza y que haya luz, y esté arreglada, y no le roben”, dijo a Hoy el candidato del Frente Progresista Cívico y Social, Jorge Nedela, quien se perfila como uno de los protagonistas para las legislativas de octubre.
Tras la contundente derrota en las PASO, donde el delfín del intendente Enrique Slezack hizo un verdadero papelón al obtener un inédito cuarto puesto, la Municipalidad intentó mover las piezas, agitar el avispero y dar manotazos de ahogado para revertir lo inevitable. Jugadas electoralistas, réplica de la política nacional que los vecinos de Berisso conocen muy bien a nivel local. La visión de corto plazo, sin embargo, no cambió en el Concejo Deliberante, donde, según Nedela, “la intendencia se ha encerrado en sí misma, negándose a un llamamiento a las fuerzas y rechazando toda posibilidad de diálogo”.
Tendencia irreversible
Cambia, todo cambia cantaba Mercedes Sosa. El Consejo berisense también, y el quorum por el cual el Ejecutivo hacía y deshacía a gusto y placer está seriamente amenazado por los comicios de octubre. “No hay un sólo consejal K que proponga algo distinto, hay un disciplinamiento absoluto, levantando la mano de manera automática”, cuestionó nuestro entrevistado. Otra vez, la lógica del Frente para la Victoria impuesta por sobre el debate parlamentario.
Cambia, todo cambia, pero la derrota, anunciada, parece difícil de revertir para el oficialismo. Más aún cuando el flagelo de la inseguridad golpea a las puertas de la localidad con inusitada fuerza en este último tiempo. Pocos días antes de las PASO, la oposición llamó a una comisión especial “reclamando que se ponga en funcionamiento, de manera urgente, el consejo municipal de seguridad que fue creado en 2009 por el propio intendente, un decreto firmado por él que jamás lo puso en práctica”. Slezack borró con el codo lo que firmó con la mano, y la medida nunca se implementó. La inseguridad aparece así como el primer reclamo de los vecinos y como la manifestación más patente de la ausencia del Estado.
La ciudad tiene 90 mil habitantes y sólo 211 policías, pero para el municipio, basta y sobra. Así lo ha defendido en el Concejo y en distintas instancias, aunque los índices y la calle digan lo contrario. “La situación es problemática, no podemos esperar a ser el Conurbano, no queremos llegar a ser el Conurbano”, insisten en la oposición.
Berisso, hace algunas décadas, era un lugar de paz y trabajo abundante. Eso, hoy, ya no existe. Y mucho tiene que ver las autoridades municipales.
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