Luego de los resultados de las primarias, lo que se viene en los comicios legislativos de octubre puede ser aún peor para el gobierno K. Están dadas las condiciones para que la derrota del gobierno nacional sean aún más pronunciada, producto de la natural polarización que se va a dar. La gran mayoría de la sociedad considera que el tiempo de CFK en la Presidencia tiene que terminarse en diciembre de 2015.
Los números son contundentes: siete de cada 10 bonaerenses le dieron la espalda al candidato puesto a dedo por la presidenta en la principal provincia del país (Buenos Aires), que obtuvo menos porcentaje de votos que los obtenidos por Néstor Kirchner en los comicios de 2009, que hasta el domingo eran los peores que había obtenido el kirchnerismo en toda su historia. Asimismo, hasta en las provincias del interior, conducidas por gobernadores K que utilizan métodos de señores feudales, los seguidores de CFK sufrieron el castigo de las urnas. Lo mismo ocurrió en el Conurbano bonaerense, bastión electoral del gobierno (ver página 6 y 7), donde los intendentes ya están preparando la fuga en masa hacia un espacio político que les garantice la supervivencia luego del 2015.
Ante esta situación, la primera mandataria se encuentra en una posición aún más incómoda que la del “pato rengo” (“lame duck”), término acuñado por los politólogos norteamericanos para referirse a los presidentes que pierden poder al no tener solución de continuidad, es decir, que no pueden ser reelectos y que tampoco cuentan con un sucesor de su propia estructura, que les garantice fidelidad absoluta.
Ocurre que al problema político, con una Constitución que establece que Cristina no puede ser reelecta y no cuenta con el caudal electoral para impulsar una reforma de la carta magna, se le suma el delicado panorama económico. El mes de julio terminó con una inflación cercana al 3%, lo que va configurando que el incremento del costo de vida, cuando finalice este año, rondará el 30%, muy por encima de los aumentos salariales otorgados en 2013. Esto indica una considerable pérdida del poder adquisitivo y miles de familias que se empobrecen o se hacen indigentes.
Esta situación no es producto de una maldición divina. Tiene responsables, con nombres y apellidos, que llevaron a que diez años de condiciones internacionales ampliamente favorables para obtener los recursos que hubiesen permitido volver a poner al país en la senda del desarrollo sostenido, se terminaran convirtiendo en una década perdida. Fue producto de la corrupción, del saqueo sistemático y de la impericia de un gobierno que ha decidido poner en cargos estratégicos del Estado a aplaudidores y militantes rentados.
La única forma de combatir de efectiva a la inflación es generar las condiciones para haya inversiones que permitan reconstruir el devastado aparato productivo, para de esa forma recuperar el mercado interno y robustecer las alicaídas economías regionales, que hoy por hoy están con la soga al cuello. Pero ante el presente escenario, con un gobierno debilitado que se niega a modificar el rumbo y que se encierra en una ceguera alarmante, difícilmente haya alguien que esté dispuesto a invertir su dinero en la Argentina.
Las únicas inversiones que actualmente pueden llegar a la Argentina son aquellas de origen oscuro, que son rechazadas en otros países por estar manchadas con sangre. Un caso concreto es la firma Chevrón, que fue expulsada de Ecuador acusada de ocasionar un genocidio ambiental, que se asoció con YPF y promete destinar migajas para la explotación del yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén a cambio de no pagar un centavo en concepto de retenciones. Y poder contar con el aval para utilizar tecnología prohibida en casi todo el planeta por sus efectos contaminantes. Este tipo de negocios nada le aportan a la solución de la crisis energética, que se ha convertido en una verdadera aspiradora de recursos producto de la necesidad creciente de importar energía.
Si la presidenta reflexionara y se diera cuenta que ya no existe margen para la soberbia y la bipolaridad política, y pudiera entender que es necesario construir consensos en torno a planes estratégicos que hoy brillan por su ausencia, estos dos años que restan para que finalicen su mandato podrían servir para comenzar a sentar las bases de los cambios que necesita el país.
Nada indica que Cristina vaya por ese camino: ni siquiera reconoció la derrota. Y mañana, cuando vuelva a aparecer en público, seguramente insistirá con las mentiras de un relato y de un modelo que se cae a pedazos.
Massa: “El kircherismo ya es pasado”
El primer candidato a diputado nacional del Frente Renovador por la provincia de Buenos Aires e intendente de Tigre, Sergio Massa, advirtió ayer que el resultado de las PASO dejó al kirchnerismo en “el pasado”, y argumentó que “la gente eligió a dirigentes que le dicen “basta a la confrontación’” y realizan propuestas para un «país en paz».
Además, alertó sobre una eventual represalia de la Nación con recortes de fondos a los municipios administrados por opositores y advirtió que, «si se produce alguna situación de ésas», la denunciará «con firmeza haciéndolo público».
Reiteró que la ventaja que obtenía sobre el principal postulante del kirchnerismo, Martín Insaurralde, «no» era «un cheque en blanco» y explicó que desconocía si había recibido una llamada telefónica desde el Frente Para la Victoria porque carecía de tiempo para revisar los mensajes en sus celulares, que había dejado en una oficina de su centro de cómputos.
“El pasado es construir sobre la lógica de negar los problemas cotidianos y tomar a los que opinan distinto como enemigos; la gente quiere concordia y eligió a dirigentes que le dicen ‘basta a la confrontación'», respondió Massa sobre qué pensaba sobre el kirchnerismo y el resultado de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
En esa línea, consideró que “la sociedad empieza a elegir esta idea de no estar todo el tiempo en la lógica de la confrontación, sino la construcción de un país en paz, en armonía con el otro”. «(El electorado) eligió el camino de aquellos que proponen y piensan en el futuro», completó.
Al advertir sobre una eventual represalia de recortes de fondos a los municipios administrados por opositores, manifestó: «Si se produce alguna situación de ésas, la vamos a plantear con firmeza y con respeto pero, sobre todas las cosas, haciéndolo público; el gran error que cometimos fue armar un frente político y ganar una elección, lo digo con ironía».
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