Un Ciclón castigó Avellaneda

ciclonLos dirigidos por Juan Antonio Pizzi marcaron una gran diferencia futbolística con los pibes de Racing. El golazo de Cauteruccio le señaló el destino a un partido al que la gente de la Academia nunca le encontró la vuelta.

Vamos a ser valientes y a tomar riesgos», anunciaba Juan Antonio Pizzi en la previa al clásico con Racing. Y ese anunció del entrenador de San Lorenzo se dio a medias. Su equipo fue valiente, además de inteligente, para pasarle por encima a la Academia y golearlo 3 a 0. Riesgos no corrió porque su rival no tuvo el fuste que se necesita para encarar este tipo de partidos. Ganó el Ciclón, puntaje ideal y sueños al por mayor.
El programa anunciaba de un lado a Vietto, Centurión y De Paul, por el lado de los de Avellaneda. A Ortigoza, Cauteruccio, Correa, Romagnoli y Piatti en el Ciclón. Garantías de ver algo lindo y entretenido eran enormes.
El partido mostraba de antemano a dos técnicos a los que les gusta ser protagonistas, que juegan su propio partido. Luis Zubeldía depositando todas sus expectativas en los chiquilines que tiene de mitad hacia adelante y Juan Antonio Pizzi con su formación ultraofensiva, esa en la que confía a muerte.
Estos dos esquemas parados frente a frente hicieron que los 22 jugadores se movieran en un espacio de 50 metros. Claro que esto perjudicó la generación de juego de un lado y el otro, ya que los espacios brillaron por su ausencia. Y en esa ensalada de camisetas celestes y blancas y azules y rojas, fue San Lorenzo el que obtuvo mejores dividendos. Con aquella dupla maravillosa de Argentinos, Nestor Ortigoza-Juan Mercier, el Ciclón comenzó a mandar en la mitad de cancha y desde ahí salían los embates sobre el área de Racing.
Fue Ignacio Piatti el mejor intérprete de esa idea que quiere Pizzi dentro de la cancha. Nacho, con su velocidad y sus pausas, fue el arma desequilibrante que tuvo el Ciclón para desarticular el vallado académico. Claro que la movilidad y la calidad de Romagnoli y Correa, colaboraron para que la pelota circulase de aquí para allá sin que Racing la pudiera capturar. Y fueron pocas las veces que lo consiguió, y las que lo hizo no supo aprovechar la habilidad de sus pibes. Vietto, Centurión y De Paul jugaron muy separados, teniendo que recurrir siempre a maniobras individuales, perdiendo ante una sólida defensa santa.
A los 20 minutos esa superioridad sanlorencista se hizo carne con el golazo de Cauteruccio. El delantero recibió de Piatti, enganchó ante la marca de un defensor rival y se la colgó de un ángulo a Saja. De ahí en más Racing se adelantó unos metros, pero sin inquietar demasiado a un San Lorenzo que con el gol se llenó de seguridad para defender y contraatacar.
El gol de Cetto, de cabeza, fue un mazazo para Racing y ni hablar del golazo de Villalba, el golpe que dejó tendido en la lona a los de Zubeldía. La diferencia pudo haber sido mayor claro. Porque el palo y Saja le ahogaron dos gritos de gol al ex atacante de Quilmes.
En San Lorenzo se sigue apostando a ese verticalismo en el que cree a muerte su director técnico. Cambia figuritas y la forma de jugar no se modifica. El Ciclón tiene de sobra para ilusionarse. Por ahora mal no le va. Lo de Racing, en cambio, es preocupante. Con tanta calidad joven que tiene, su DT no sabe cómo hacerlos congeniar para que su equipo sea precisamente eso, un equipo.
Van dos fechas recién y es muy temprano para enterrar a uno y glorificar al otro. Pero sus caminos, tan distintos, por ahora los ponen en el infierno a unos y en el cielo a otros.

Fuente: El Grafico