Los egipcios toman la calle divididos entre partidarios y detractores del golpe

helDecenas de miles de personas se manifiestan desde el mediodía por las principales ciudades de Egipto secundando las convocatorias hechas por los dos grandes rivales de la crisis que experimenta el país árabe: el ejército y los Hermanos Musulmanes. La jornada de movilizaciones llega horas después de que el ex presidente islamista egipcio, Mohamed Morsi, haya sido formalmente arrestado por un plazo de 15 días mientras se investigan varias acusaciones en su contra, entre ellas la de conspirar con la milicia palestina Hamás y de estar involucrado en la muerte de policías egipcios.

La tensión ha ido aumentando durante las últimas horas, y se teme que esta tarde puedan producirse enfrentamientos violentos entre los partidarios de la Hermandad y de las Fuerzas Armadas. A primera hora de la tarde, decenas de miles de personas llenaban los alrededores de la mezquita de Rabá al-Audawiya, centro de las protestas islamistas. En cambio, en la plaza Tahrir, bajo un sol de justicia, se habían congregado varios miles de personas, muchos de ellos con banderas egipcias y fotografías de Abdel Fatah Sisi. Sin embargo, se espera que el número de manifestantes crezca a medida que anochece y caen las temperaturas.

Morsi se encuentra retenido incomunicado en paradero desconocido desde el golpe militar del pasado 3 de julio, pero no había sido acusado de manera formal. En concreto, se acusa a Morsi de espionaje y de planear junto con Hamás el asalto a la prisión de Wadi al Natrun durante la revolución del 2011, lo que le habría permitido a él y a otros líderes de los Hermanos Musulmanes escapar de esta cárcel. Asimismo, también está considerado sospechoso de haber participado con la milicia palestina en la preparación de ataques a comisarías de policía durante la revuelta que propició la caída de Hosni Mubarak. En estos hechos, fueron secuestrados y asesinados varios oficiales de policía.

El estado de Morsi ha suscitado el interés de las organizaciones de derechos humanos y de los gobiernos occidentales. En un reciente informe, Amnistía Internacional instaba a las autoridades egipcias a respetar los derechos de Morsi y de otros líderes islamistas retenidos, pues su condición legal es confusa. Por su parte, tanto la administración Obama como varios países de la UE han pedido la liberación del expresidente. El gobierno egipcio, no obstante, se ha limitado hasta ahora a reiterar que Morsi está siendo tratado correctamente.

“Estas acusaciones son para echarse a reír. Son inválidas porque han estado instigadas por un fiscal general ilegítimo”, denunció a EL PAÍS Sawfat Hegazy, un clérigo próximo a la Hermanad después de hacer un discurso desde el escenario de la mezquita de Raba al-Audawiya. “No nos dan miedo las amenazas. Ya nos han procesado, nos han agredido, nos han disparado … pero continuaremos nuestra lucha para restituir al rais Morsi”, añadió el predicador ultraconservador, bajo orden de arresto por incitar a la violencia.

Igual que hiciera el pasado 1 de julio, el ejército egipcio dio el jueves un ultimátum de 48 horas a los líderes de los Hermanos Musulmanes. En aquella ocasión, les instaba a llegar a un acuerdo con la oposición. Ahora, a poner fin a las movilizaciones diarias de protesta que han organizado desde el golpe de Estado que depuso a Mohamed Morsi el 3 de julio. En caso de que los islamistas no cumplan, los uniformados amenazan con adoptar medidas más contundentes.

El ultimátum apareció en una de las páginas de Facebook vinculada a las Fuerzas Armadas bajo el título: “La última oportunidad”. A pesar de que el texto no mencionaba de forma explícita la Hermandad, era evidente que éste era su destinatario. El comunicado urgía a “unirse a las filas de la patria”, y advertía que “cambiará su estrategia en el trato de la violencia”. El ultimátum concluirá horas después de las movilizaciones masivas convocadas por el ministro de Defensa, Abdelfattá al Sissi, en apoyo del ejército en su lucha contra “el terrorismo y la violencia”.

“Nosotros no iniciaremos ningún movimiento, pero definitivamente, reaccionaremos duramente contra cualquier llamda a la violencia o al terrorismo negro de los líderes de la Hermandad o de sus seguidores. Prometemos proteger a los manifestantes pacíficos independientemente de su filiación”, declaró a la agencia Reuters un oficial que prefirió guardar su anonimato.

Consultado por EL PAÍS, un responsable del Partido de la Justicia y la Libertad (PJL), el brazo político de la cofradía islamista, negó tener constancia de un ultimátum que les obligue a apoyar la hoja de ruta del ejército para la nueva transición. “¿Y si no, qué más nos van a hacer? ¿Nos van a matar a todos? Esto no pasa ni en las dictaduras de África. Nos dan un golpe de Estado y ni tan siquiera nos quieren dar el derecho a oponernos”, afirmó en tono alterado Hamza Zawba, un dirigente del PJL desde la mezquita de Rabá al Audawiya, centro neurálgico de las protestas que piden la restitución de Morsi.

En respuesta a la convocatoria de al Sissi, el Guía Supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie, también llamó a sus seguidores a manifestarse el viernes por “la libertad” y en apoyo de Morsi. Según el líder islamista, al Sissi “es el auténtico gobernante del país, y los demás a su alrededor son extras”. Badie, bajo el que pesa una orden de arresto, llegó a comparar el golpe con la destrucción de la Kaaba, el lugar más sagrado de la Meca para los musulmanes. “La gente siempre triunfa y enseña a los criminales una lección tras otra”, añadió en su comunicado semanal.

En plena escalada de tensión entre islamistas y militares, el primer ministro del gobierno de Morsi, Hisham Qandil, hizo una propuesta para reconducir un conflicto que amenaza con provocar un baño de sangre. Qandil sugirió un plan con tres etapas, siendo la primera la liberación de todos los presos políticos arrestados después del 30 de junio y la suspensión de la orden de congelar los fondos de los líderes islamistas. Asimismo, su plan incluye la formación de una comisión independiente para investigar la masacre que tuvo lugar ante la sede de la Guardia Republicana, y que se saldó con más de 50 víctimas mortales.

Por otro lado, la administración Obama ya ha decidido que no describirá como golpe de Estado el derribo de Morsi, según informa la agencia Associated Press. El subsecretario de Estado, William Burns, habría hecho esta revelación en una reunión a puerta cerrada con varios congresistas, celebrada el día siguiente que el Pentágono anunciara la suspensión del envío de cuatro cazabombarderos F16 a Egipto. Hasta ahora, en sus declaraciones públicas, Washington ha afirmado estar aún estudiando si la intervención de las Fuerzas Armadas constituye un golpe.

Fuente: El País