La víctima recibió un tiro en la cabeza. Fue en 18, 529 y 530. Aún no está claro el móvil. La menor fue demorada
Tenía 34 años, vivía solo en un departamento en La Favela y fue allí mismo donde ayer lo encontraron con un tiro en la cabeza, ya muerto. El suicidio, descartado. Es que el arma de la que salió la bala mortal (sería una pistola calibre 9 milímetros) no estaba en la escena. Y, por los datos de testigos, horas más tarde demoraron a una chica de apenas 13 años sospechosa de ser quien tiró del gatillo. ¿Una cuestión sentimental? ¿Una pelea por droga? Nadie está en condiciones de asegurar nada por ahora, aunque esta última hipótesis no es descabellada teniendo en cuenta que en el domicilio de la víctima se halló una balanza y sustancias de corte, mientras que al momento de la captura la adolescente presentaba signos de haber consumido alguna droga, según fuentes oficiales. El arma homicida no apareció.
El crimen ocurrió a eso de las 13 de ayer en el monoblock 9 de 18 entre 529 y 530, concretamente en el departamento C del segundo piso, donde residía Ricardo Daniel Lezica (34).
Alguien llamó al 911 para denunciar que un hombre acababa de recibir un disparo, por lo que hacia allí fueron policías de la comisaría Undécima que a su arribo se encontraron con el cadáver de Lezica, perforado en su sien derecha. Enterado de la novedad, el fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta convocó al gabinete de Homicidios de la DDI La Plata y a Policía Científica.
Los detectives se entrevistaron con varias personas, hasta que alguien –que habría presenciado la escena- contó que quien efectuó el disparo era una menor del mismo barrio y 13 años, a la que otros refirieron haber visto “corriendo con sus ropas ensangrentadas”.
Frente a esta hipótesis se constituyó en la escena la fiscal del fuero de Responsabilidad Penal Juvenil Ana María Rubio, quien dispuso allanar la casa de la chica y secuestrar todo lo que pudiera ser de valor para la causa, como prendas con manchas hemáticas y un arma. Al momento de la llegada de la policía la menor no estaba en su casa, sino en la de una tía, en la zona de 35 y 155, donde la demoraron. Enseguida se le practicó el examen de dermotest, que “confirmó la existencia de rastros de pólvora en las manos”, reveló una fuente del caso.
En la escena del crimen, en tanto, secuestraron un chaleco antibalas que dos meses atrás le sustrajeron a un policía bonaerense, tras forzarle el auto estacionado frente a su casa de 119 bis y 523. También se incautaron de dos notebooks, elementos de dudosa procedencia y un desfibrilador portátil que habría sido robado de una ambulancia que fue desvalijada en la misma zona, además de una carabina 22 y cartuchos de distinto calibre.
Por ahora, la menor quedó alojada en una casa de abrigo, aunque por su edad es inimputable.
Un familiar de los Papupa y otro pibe, baleados
La Favela no tiene fama de ser un barrio tranquilo, pero en los últimos meses los enfrentamientos armados se han vuelto una costumbre y no son pocos los heridos de bala que prefieren no dar detalles a la Policía. Algo de eso es lo que pasó con dos jóvenes que ayer a la madrugada ingresaron en el hospital San Roque de Gonnet, uno con el roce de un disparo en la cabeza y otro con el abdomen perforado de un tiro, aunque el primero (que es menor y familiar de los hermanos Córdoba, más conocidos como “Papupa”), fue asistido y recibió el alta, mientras que el otro sigue internado, pero fuera de peligro.
Alertados por las autoridades sanitarias los policías de Ringuelet fueron al hospital con el objetivo de entrevistarse con las víctimas, quienes “se abstuvieron de dar información”, dijeron los voceros consultados por Trama Urbana. Recordemos que Pablo Córdoba (foto) viene denunciando una serie de amenazas y aprietes contra él y su familia desde hace meses, y, recientemente fue herido su padre. Hasta el momento los investigadores no tienen elementos para suponer que los incidentes de la madrugada tengan relación con el crimen de Lezica.
Fuente: Diario Hoy